¿Una Feria bisagra?

📚 Apenas comenzada la 46° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, hay indicios de que no será una feria más. Posibilidad de récord de visitas, pero también innovación en las estrategias de los pequeños y medianos expositores que buscan darle un cambio de cara al clásico evento. Un discurso fuerte de inauguración y lo que dejó el primer día.

Es raro ver un pedazo de feria sin alfombrar. Por más que ese espacio sea de apenas 16 metros cuadrados y esté en una esquina, apretado, muy comprimido entre el stand de una afamada universidad y una sala de conferencias con nombre de histórico periodista. Pero es así, en un rincón del Pabellón Amarillo de la Feria del Libro que inauguró este jueves, falta alfombra. ¿Es importante?

Cerca de terminar con su exposición, el escritor Guillermo Saccomanno dice “…con la conciencia de que este discurso pronto será olvido…”. Su intervención había comenzado con un “No se adelanten. A algunos no les va a gustar”. En el medio, el escritor de 73 años brindó una conferencia de poco más de veinticinco minutos en donde apuntó a varios actores políticos y productivos del sector.

De alguna manera, Saccomanno habló también de ese pedazo de Feria que quedó sin alfombrar. “Si la Feria le paga una fortuna a La Rural, esto justifica la cuantiosa cifra del alquiler de los predios de los expositores”, fue uno de los focos de crítica del escritor que se preguntó «es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros».

Al interior, el espacio sin alfombrar se llama “Un cuarto impropio”, es el stand 1401 y es uno de los tantos puestos compartidos entre varias editoriales que intentan hacerle frente al elevadísimo costo de estar veintiún días exponiendo libros en La Rural. “El metro cuadrado en donde estás parado está en treinta mil pesos, en este sector, hay otros en donde estás parado en cincuenta mil, o sesenta mil”, dice Natalia Ortiz Maldonado, editora de Hekht Libros. “Son 16 metros cuadrados, pero solo te dan el espacio así, vacío. Además tenés que pagar si querés alfombra, las bibliotecas, las mesas, los traslados, los seguros, vos tenés que financiarte todo”. Hehkt, junto con ocho editoriales más, decidieron dejar su espacio sin alfombra, por los costos y por símbolo también.

 Vuelve la feria del libro. Sí, hay mucho entusiasmo, hay un director nuevo, las jornadas profesionales fueron muy concurridas y celebradas por los expositores, se espera pasar el millón de visitantes de la edición de 2019, la última antes de la pandemia. Durante tres semanas habrá cientos de actividades, participan delegaciones de cuarenta países, lxs jovens siguen ganando protagonismo y, a pesar de que se habla desde hace años del libro electrónico, la sociabilidad del libro impreso por, desde y para las redes digitales no para de crecer. También es cierto que no está bueno Buenos Aires sin Feria del Libro. Este abril recupera un poquito de su pulso ecléctico habitual.

 Pero no todo es celebración, no solo el discurso del autor de Cámara Gesell, sino también el del presidente de la Fundación el Libro, Ariel Gránica, tuvo momentos de reclamos ante ministros y funcionarios presentes, uno de ellos puso el foco en las dificultades para exportar. “Nuestra visión sobre la cuestión del comercio exterior es que la Argentina exporta pocos libros, no que importa muchos”. Ayer mismo se presentó el Plan Libro Argentino, que desde el área de cultura de la cancillería busca impulsar a la edición nacional en el plano internacional. “El Plan tiene como objetivo principal la internacionalización de la cultura argentina a partir de la proyección de las publicaciones y de sus autores y autoras en el exterior”, emitió en un comunicado en redes Paula Vázquez, al frente del área. “Este impulso estratégico persigue, además, el desarrollo económico y la profesionalización de medianas y pequeñas editoriales, tanto en relación al mercado de derechos como al libro físico”.

Ahora bien. ¿Será o no será el de Saccomano un discurso que quede en el olvido? Por empezar, el escritor reveló que es el primero en cobrar por el trabajo intelectual de un discurso inaugural en la Feria del Libro. Ahí hay algo, más allá de las palabras, que va a quedar en los registros (si es que la Feria no se deshace de ellos, como mencionó el escritor que aparentemente pasó con discursos anteriores). Pero además, Saccomano, podríamos decir, no dejó títere con cabeza. Desde el restaurante central del predio ganadero cuestionó la posición desigual entre autores y editores (“nos sentamos en desventaja a ofrecer nuestra sangre, no otra cosa es la tinta”), señaló la condición oligopólica de la producción del papel, con nombre y apellido de quienes están al frente de las dos empresas de celulosa, criticó también el costo desmedido para la impresión de los libros y se manifestó acerca de la labor y los dichos de varios ministros, entre ellos, Nicolás Trotta, Soledad Acuña y Enrique Avogadro, presente en el salón. Como él mismo citó, “la teoría literaria, sostiene el marxista irlandés Terry Eagleton, es, ni más ni menos, que teoría política”.

Puede el olvido ser el destino de las palabras del escritor, pero qué pasa si alguna de sus críticas quedan resonando y se vuelven pregunta primero y después posibilidad. Por caso, el escritor mencionó el caso de la feria de Guadalajara, con respaldo estatal ¿Se puede imaginar una feria del libro más equitativa?

“Las desigualdades siempre pegan más en la base. Cuanto más chiquito sos como editorial menos posibilidad tenés de anticiparte a la inflación, entonces las editoriales más grandes lo que hicieron en los últimos seis meses, el último año fue comprar papel y dejarlo en las imprentas, independientemente de si fuesen a hacer libros o no”, explican desde el stand de Un Cuarto Impropio. “Vos ibas con un libro a la imprenta y de repente ves las torres de papel, pero te dicen que no hay papel. Era porque lo habían comprado las editoriales más grandes. Eso nos afectó a todas, la mayor parte de nosotras no pudimos llegar con novedades”.

Un cuarto impropio es un stand que responde a una red de editoriales que está en formación, llevada adelante por mujeres, lesbianas, identidades cuir, no binarias, trans y travestis. “Es la primera vez en la historia de la Feria del Libro en que las editoras que tienen sus libros a la venta financian la visibilización de editoriales de todo el país que no pueden acceder el dinero para bancar una exposición en la feria”, lo hacen por medio de un “probador de libros”, un sector al que irán llegando ediciones desde todo el país a lo largo de la feria y que luego serán donadas a una biblioteca popular feminista. “En este caso lo que nos nuclea es una propuesta que tiene que ver con las consignas feministas y transfeministas que es visibilizar a les compañeres que no pueden llegar y facilitarlos, acogerlos y acobijarlos”.

Por delante, hasta el 16 de mayo, hay feria. El sábado 30 la entrada es gratuita, lo mismo que para estudiantes y jubilados todos los días. También ingresan de forma gratuita jóvenes con Pase Cultural y tarjeta Más Cultura. Las entradas al público general salen $300 de lunes a jueves y $450 de viernes a domingo. Entre muchxs otrxs se presentan Mariana Enríquez, Camila Sosa Villada, Gabriela Cabezón Cámara, el estadounidense John Katzebanch, el nobel Mario Vargas Llosa y los españoles Javier Cercas y Jorge Carrión. Hay Festival Internacional de Poesía (que empieza hoy) y encuentro de Bookfluencers. Es, también, la primera feria del libro sin Quino. Se homenajeará la obra de Saramago, a la española Almudena Grandes, fallecida el año pasado y desde el stand de la ciudad de Buenos Aires impulsan una suelta de libros de Manuel Puig, por los noventa años del nacimiento del autor.

¿Qué dicen lxs editorxs sobre las dificultades del sector?

Barenhaus es una editorial independiente en actividad desde 2014 con un catálogo de 130 títulos que reúne clásicos, ensayos y cuentos. En esta feria se sitúa en el pasillo llamado “Nuevo Barrio”, un lugar de exhibición para editoriales jóvenes y el único espacio en donde la Feria brinda mobiliario. “El papel es casi un monopolio acá en Argentina. El plan editorial cambia constantemente y el presupuesto no es que está ajustado al dólar, está ajustado a un globo con helio. Nunca baja, siempre sube”, dice Omar Tavalla, director editorial. “Las grandes editoriales se stockean con muchas toneladas, entonces siempre tienen papel. El desfasaje no es inmediato sino que es a largo plazo”.

Dentro del stand de Los 7 logos, en el que por octavo año consecutivo se reúnen las editoriales Katz, Beatriz Viterbo, Mardulce, Caja Negra, Eterna Cadencia, Criatura y Adriana Hidalgo, Ezequiel Fanego de Caja Negra indica “somos un sector que todo el tiempo lidiamos con algún problema u otro, estamos acostumbrados. Este año, que todos lo estábamos empezando con bastante expectativa, arrancó con un aumento muy fuerte en el papel, ausencia, escases y aumento de los costos de impresión”. Para Fanego sin embargo “esa situación la compensa que por lo menos la lectura ocupa un lugar bastante importante en el consumo argentino y que el ecosistema de librerías, si bien cambió mucho con la pandemia, está bastante diversificado. Es interesante también cómo se está reinventando y hay una buena circulación de los libros”. Caja Negra presenta en esta feria su primera colección de ficción.

En el Pabellón Azul,  Luciano Páez Sousa, editor de Interzona y Factotum, ordena una mesa en donde se exhibe parte del catálogo de los 300 títulos de la editorial. “Vinimos con muchas ganas de reencuentro, esto es lo que dinamiza a nuestra industria editorial, tengo una frase que dice “medimos la vida en tiempos de feria”. Si no hay Feria del Libro es como que el año no empezó para nosotros y eso se sintió en estos años de ausencia”. Interzona celebra en 2022 sus veinte años de editorial. “No tenemos el papel suficiente para imprimir, es vox populi, ni el precio adecuado al que después podemos vender un libro. Nosotros en lo que va del año no hemos impreso ninguna novedad, a la vez tenemos los libros de 2020 y 2021 para mostrar en esta feria, eso un poco nos compensa”.

Otro stand con editoriales agrupadas es el de “Panorámica”, con publicaciones de Chai, Fiordo, Concreto y Compañía Naviera Ilimitada entre otras, “para editoriales de nuestro tamaño es difícil estar solos, pero estar en conjunto, además de solventar los costos, potencia la comunicación, la circulación y la visibilidad. Tratamos de elegir editoriales que nos complementan y potencian”, dice Luciano de Compañía Naviera.

“Por un lado encarar una empresa como la feria del libro tanto el nivel de los costos que tiene como la carga de trabajo, es muy positivo hacerlo colectivamente, pero además son todas editoriales afines, compartimos interlocutores, hay una sinergia siempre muy interesante en el stand, la circulación de gente que generamos al estar las siete editoriales juntas es muy distinta que si estuviéramos por separado”, completa en el mismo sentido Ezequiel de Caja Negra. Hasta el 16 de mayo, la Feria volverá a ser por unas semanas el pulso del sector editorial. Además de las ventas y las presentaciones, se espera que hagan eco los discursos de inauguración. Algo dejó entrever Ariel Gránica, en relación a la devolución del IVA a las librerías: “No podemos llegar a la próxima feria con este mismo reclamo. Si queremos crecer y recuperar un lugar destacado, el sector del libro no puede sobrevivir solo”

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