Las Bibliotecas Populares en peligro

📚 Con la celebración del Día Internacional del Libro y la inauguración de la 46° Feria Internacional del Libro se dio la situación necesaria para poner en marcha el reclamo. En ese contexto, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) lanzó una campaña de rechazo a la Ley 27432.

Con videos en InstagramTv en los que actores reconocides pedían por la derogación de la ley, tweets de escritores reconocides, como Claudia Piñeiro y Sergio Olguín, y cientos de posteos, el pedido logró un alcance nacional en un momento propicio para captar la atención de les lectores.

La puesta en funcionamiento del inciso B del artículo 4 de la Ley 27432 significaría dejar de recibir las asignaciones específicas con las que se sostienen en gran parte estas bibliotecas. Los montos, que son redistribuidos por la CONABIP a las Bibliotecas Populares de todo el país, son el ingreso que permite llevar adelante la vida diaria de estas instituciones. Con él se cubren los servicios e impuestos de cada espacio, se adquieren nuevos libros y se financia parte de la cuota de les socies.

Pero, ahora que terminó la Feria del Libro ¿Cómo se mantiene en pie un reclamo que parece atrapado en una cuenta regresiva?

Las Bibliotecas Populares argentinas son sumamente heterogéneas y federales. Están incrustadas en la dinámica y la identidad de cada uno de los barrios a los que pertenecen, son parte de su geografía. También de sus biografías. Se calcula que hay más de mil doscientas en todo el territorio, reuniendo a más de treinta mil personas que forman parte de su comunidad como voluntaries.

Hernán es historietista y hace seis años decidió asociarse, junto a toda su familia, a la Biblioteca Popular de Virrey del Pino, al oeste de la Provincia de Buenos Aires. Desde ese momento, comenzó una relación activa, sumándose a todas las actividades sociales. Formó parte del “club de cine y debate”, dio clases de adiestramiento canino para les vecines del barrio y se convirtió en el profesor de los talleres de historieta. Cuando se convirtió en papá, fue sumando al resto a la vida diaria de la biblioteca.

Josefina y Eugenia son hermanas y cuando tuvieron la edad necesaria, Hernán las anotó en la “bebeteca”, donde tuvieron sus primeros acercamientos a la lectura. Para Jose, de 8 años, “leer es jugar sin moverse”. Va a la Biblioteca Popular Virrey del Pino desde que se acuerda, sabiendo que tiene ciertas preferencias. “Lo que más me gusta leer es mitología e historietas”, explica. Su hermana Euge, de cinco, suele acompañarla. “Me gustan los dibujitos de los libros, aunque no sepa leer”. Mientras aprende, disfruta revisando dibujos y fotos. Las dos disfrutan mucho de visitar el momento de reunión barrial de la Biblioteca: las peñas.

Como cuenta Hernán, “una gran parte de nuestra actividad social cómo familia pasa por la biblioteca”. Su familia participa de las diferentes actividades, como la “biblioteca de semilla”, el “club de lectura social” y la biblioteca rodante “El andariego”. Pero lo más importante fue la decisión de hacer, junto a la Biblioteca, dos encuentros de historieta -en 2018 y 2019- donde la comunidad pudo conocer a grandes figuras del ámbito local. La vida de Hernán y su familia es parte de la vida de la biblioteca, y viceversa.

El Fondo Especial que reciben las Bibliotecas Populares surge de la Ley 20630, que establece un impuesto a los premios ganados en juegos de sorteo y existe desde 1973. Por las modificaciones que impone la Ley 27432, estos gravámenes pasarían directo a las arcas del tesoro nacional y no al fondo especial que sostiene a las bibliotecas. Los más de mil espacios que son alcanzados por este aporte, dejarían de percibir el principal flujo que les permite continuar con sus actividades.

Ana es parte de Crumb, una librería especializada en cómics de la ciudad de La Plata. Hace un tiempo, conoció a la bibliotecaria de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia del Club Ateneo. Para ella, “fue redescubrir un universo que había quedado en la secundaria”. Significó, además, conectar con sus primeras lecturas. Recuerda que sus primeros libros fueron sacados de la Biblioteca Rafael Obligado, de su San Pedro natal. En aquellos años, le había pedido a su mamá que la asociara y conoció todos los grandes clásicos. Pero esas visitas se terminaron.

Entre risas, cuenta que en 2020 descubrió que seguían existiendo las Bibliotecas Populares. “Me encontré con que, por cien pesos por mes, puedo llevarme a mi casa dos libros cada quince días, es algo espectacular”, cuenta. Una vez que pudo reconectar con estos espacios, pudo poner en valor la figura de les bibliotecaries. “Si tenés la suerte de que haya una persona que te empieza a conocer y sabe tus gustos, pueden empezar a recomendarte y convertirlo en una experiencia como la de las plataformas de streaming”. Ana piensa su experiencia como el acceso a un catálogo de películas, donde une elige sujeto a ese acervo, pero donde es necesario que te conozcan para no quedar afuera entre tantas opciones. “Así, se vuelve muy sencillo volver al hábito de la lectura”, defiende.

Desde su rol de librera y vendedora de cómics, empezó a predicar la palabra a sus propies clientes y recomendar la visita a la Biblioteca. “Es algo que sabe todo el mundo, es algo que está ahí, pero algo que no usamos”, dice Ana. Para ella, la Bernardino Rivadavia es un mundo en sí, una biblioteca llena de cosas que se va renovando año a año y en donde lo primero que tenés que hacer es hacerte amigue de la bibliotecaria. Pensando en el lugar dentro de la comunidad, con cada visita y con la construcción de vínculos, explica que ese espacio “se va a volver tu biblioteca personal”.

Como librera de Crumb, Ana encontró una forma de conectar esos dos espacios. Se sumó a las donaciones a la biblioteca, con manga japonés, sabiendo que les lectores podían complementar esa primera invitación comprando el resto de la colección en su comiquería. “Creo que la librerías y las bibliotecas podrían hacer acciones más conjuntas, pensarse como compañeras y no como enemigas”, explica.

Durante las jornadas del programa Libro % 2022, que se celebraron durante el fin de semana del 6 al 8 de mayo en la Feria del Libro, más de dos mil trabajadores de Bibliotecas Populares se reunieron en un solo lugar. El programa permite que representantes de todo el país viajen a Buenos Aires y adquieran nuevo material de más de doscientas cincuenta editoriales de toda la Argentina.

Con banderas artesanales que viajaron desde todas las provincias, el apoyo del Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, y la presencia de la escritora María Teresa Andruetto, el pedido se volvió unánime: No a la Ley 27.432.  Todas y cada una de las partes conocen el valor de cada una de las Bibliotecas Populares, así como el riesgo que significaría su cierre al no poder sostenerse económicamente.

Laura es antropóloga social y en 2013 comenzaba a delimitar su campo de investigación. Sabía que en 1990 la Universidad de Jujuy había editado un libro difícil de conseguir y que incluía un extracto de un informe del Ministerio del Interior del año 1914. Ese pedacito perdido y casi inaccesible hablaba sobre las condiciones de trabajo en los ingenios de los territorios nacionales de Chaco y Formosa. Buscando un lugar tranquilo donde estudiar, visitó la Biblioteca Popular William C. Morris, de Palermo, y encontró el libro que parecía imposible encontrar.  Con los años, ese hallazgo se transformó en un fuente fundamental del tercer capítulo de su tesis doctoral en Antropología Social que tiene que defender este año en la Universidad de Michigan.

Laura es amante de las bibliotecas de barrio y eligió la William C. Morris por un recuerdo de su infancia. “Cuando éramos chicas, con mi hermana nos llevamos de la Biblioteca Popular de Monte Hermoso un libro que leímos en voz alta durante todo un verano”, recuerda. La obra era “Las tumbas”, de Enrique Medina, y aquella fue la primera de las muchas veces que Laura visitó la historia.

La existencia de Bibliotecas Populares se centra en la posibilidad de acceder a la lectura, pero sus actividades exceden enormemente el simple reservorio de libros. Desde las peñas folclóricas en las bailan y juegan los integrantes de la familia de Hernán, pasando por la conexión y el intercambio de lectores que emprendió Ana, hasta llegar a la posibilidad de encontrar una fuente vital para una investigación como la de Laura, estos espacios de lectura encastran como una pieza fundamental de la vida cultural de los pueblos y ciudades de todo nuestro país.

El riesgo detrás de la quita de financiamientos significa no solo poner en peligro el acceso a la lectura. La puesta en vigencia de la ley que se votó en 2017 dejaría cientos de barrios sin la posibilidad de participar en espacios de intercambio cultural, de construir nuevos lazos de comunidad y de transformar a las Bibliotecas Populares en un elemento fundamental de nuestra vida cotidiana.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia y Revista Kamandi de Argentina. Co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas "Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta" que se transmite por YouTube.