Colombia: qué se juega de cara a la segunda vuelta presidencial

🇨🇴 En tres semanas Gustavo Petro se enfrentará en el balotaje a Rodolfo Hernández, el "Trump colombiano" que cuenta con el apoyo del uribismo. ¿Qué posibilidades tiene el Pacto Histórico de ganar las elecciones?

La fórmula presidencial de Pacto HIstórico, Gustavo Petro y Francia Márquez. Foto: AFP.

Como se preveía, los resultados electorales del pasado domingo 29 de mayo en Colombia confirmaron el desarrollo de una segunda vuelta presidencial para el próximo 19 de junio. Los candidatos que competirán en esta oportunidad serán, por un lado, Gustavo Petro por el Pacto Histórico (PH) quien obtuvo el 40,31% de los votos, seguido por Rodolfo Hernández, de la Liga Anticorrupción, que obtuvo un 28,15%.

Aunque en las últimas semanas Hernández empezó a subir en las encuestas, se esperaba que Federico Gutiérrez, candidato del Equipo por Colombia apoyado por las estructuras del uribismo, fuera quien siguiera al balotaje junto a Petro, repitiendo así un escenario similar al de las elecciones de 2018. Sin embargo, el rápido fortalecimiento del Trump colombiano lo ubicó en la contienda final para lograr la presidencia de Colombia.

¿Contra quién compite el Pacto Histórico?

Rodolfo Hernández ha sido catalogado por las fuerzas progresistas del país como el Bolsonaro o el Trump colombiano. A pesar de tener un proceso judicial abierto por corrupción, hizo campaña paradójicamente con un discurso anticorrupción, y en contra de las maquinarias políticas tradicionales dentro de las cuales ubicaba —retóricamente— el espectro político del uribismo. Con una carrera política marcada por las agresiones públicas de manera violenta a sus contradictores, incluyendo golpes físicos y amenazas de muerte, promesas electorales incumplidas durante su gestión como alcalde de la ciudad de Bucaramanga en el departamento de Santander, admirador confeso del pensamiento de Hitler y —como si pudiera haber algún elemento más preocupante— con una fuerte vinculación personal con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, a quien declaró le tiene una deuda por favores recibidos anteriormente.

El candidato independiente a la presidencia de Colombia, Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, saluda a sus seguidores tras su llegada al aeropuerto internacional de Palonegro en Bucaramanga. Foto: Reuters.

Rodolfo Hernández desarrolló una campaña presidencial por fuera de la matriz tradicional, no alejándose de los debates televisados y priorizando las redes sociales como foco de campaña, donde la repetición de consignas anticorrupción buscaba llenar los vacíos de una propuesta de programa de gobierno inexistente. A pesar de haberse enfrentado en diversas oportunidades con el candidato del uribismo, Federico Gutiérrez, recibió al cierre de los resultados su apoyo en la segunda vuelta presidencial, así como de principales líderes del uribismo, lo que sin duda evidencia la alianza táctica que desde el partido de gobierno se busca adelantar con su figura en la contienda electoral.

¿Ganadores o perdedores?
Con los resultados, ya empieza a abrirse el juego del reagrupamiento de fuerzas hacia junio. El PH con el primer lugar consolida una elección que a pesar de arrojar un porcentaje inferior al previsto por las encuestas —que daban alrededor del 45%— lo ubican en el primer lugar producto de la maduración electoral de un proceso de oposición política contra el uribismo profundizado durante la gestión de Iván Duque y evidenciado en el Paro Nacional de 2021.

La pregunta que se abre es cuáles son las posibilidades reales de victoria del PH, en caso de que las fuerzas de la derecha y extrema derecha orienten a su electorado a apoyar la candidatura de Rodolfo Hernández, que aunque no era el candidato del uribismo, sí recibió su apoyo inmediato para esta segunda contienda y coincide programáticamente con la política de “mano dura” impulsada hasta el terror por los sucesivos gobiernos vinculados al uribismo y su propuesta de seguridad democrática. Por supuesto que esta sumatoria de votos, a pesar de no ser un resultado matemático, trae a la memoria el escenario del 2018 y preocupa el camino de Petro a la Casa de Nariño.

El candidato del uribismo, Federico Gutierrez. Foto: AFP

Sin embargo, a pesar de este apoyo del uribismo a Hernandez, vale la pena evaluar que el Centro Democrático no solamente tuvo que sacar del juego electoral a su primer candidato para esta contienda —Oscar Iván Zuluaga— sino que perdió la posibilidad de competir por la presidencia con Federico Gutiérrez, su segunda opción, quedándole como única posibilidad apoyar al candidato que compite contra Petro. Aunque algunos vaticinan con estos resultados la muerte del uribismo, la capacidad camaleónica de esta fuerza de la extrema derecha está por verse en las próximas semanas.

Sobre este reacomodamiento de las fuerzas políticas, se abre un escenario de disputa por el campo del denominado “centro político” que representaba la candidatura de Sergio Fajardo que si bien tuvo un muy bajo resultado electoral (4,20%) y parece no tener un lugar importante en la disputa política nacional, puede sumar alguna fuerza a cualquiera de los dos candidatos que, por la composición de la fuerza política que lo impulsaba, se espera pueda favorecer en particular la candidatura del Pacto Histórico.

Los temores de fraude electoral

En las pasadas elecciones de marzo hubo diversas irregularidades no solo por fenómenos de compra de votos tan comunes en el país, sino por la adulteración de los formularios de las distintas mesas de votación donde se volcaban los resultados electorales, en los que algunos jurados agregaban o tachaban números de algunos candidatos, en especial del Pacto Histórico. En ese momento, gracias al control de las y los testigos de esta fuerza política, se lograron recuperar más de 300.000 votos que agregaron más curules para el PH en el Congreso de la República. De la misma forma, estas irregularidades estuvieron presentes en las elecciones del pasado 29 de mayo, a lo que se agregó la denuncia por parte del PH de la negativa por parte de la Registraduría para hacer una auditoría del software de conteo de votos, que terminó dando los resultados mencionados anteriormente.

Con este panorama, Colombia inicia un camino de tres semanas para decidir si consolida su rumbo hacia un cambio por la vida, o hacia lo que podría ser la llegada a la presidencia de un aparente outsider de la política, que podría tributarle a las fuerzas más conservadoras y violentas del país, y podría condenar al país a la continuación —enmascarada— del uribismo.

Compartí

Comentarios