«La Ley de Identidad de Género significó un antes y un después para la democracia»

🏳️‍⚧️ A diez años de la sanción de la histórica ley de Identidad de Género, desde El Grito del Sur nos comunicamos con Greta Pena, abogada, periodista y flamante Subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad para hablar sobre el cambio que significó esta legislación.

Esta semana se cumplieron diez años de la sanción de la ley de Identidad de Género, un faro en el paradigma de los derechos humanos que marcó un antes y un después en América Latina y en el mundo. Según el informe “Caracterización sociodemográfica de las personas que rectificaron sus datos identificatorios de acuerdo a la Ley de Identidad de Género”, realizado por el Renaper, desde ese momento -hasta abril de este año- 12.655 personas habían utilizado su derecho a cambiar la identidad de género en nuestro país. De ellas, el 35,15% seleccionó la opción varón mientras el 61,98% eligió la categoría mujer. En cuanto al promedio de edad rondó los 33 años y la gran mayoría que cambió su DNI vive en los grandes centros urbanos del país.

Es importante recordar que la ley es única ya que no patologiza a las personas y funciona sin necesidad de acreditar pericias médicas, intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales. Además, contempla el trato digno y el derecho al libre desarrollo personal.

En honor a la fecha, El Grito del Sur habló con Greta Pena, abogada, periodista y flamante Subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad sobre el cambio que significó la ley y los pendientes del Estado con la comunidad travesti-trans.

¿Qué significó la ley de identidad de género para la Argentina?

Significó un antes y un después para la democracia. Representó fortalecer los niveles de libertad y de dignidad no solo para la población trans sino para toda la ciudadanía. Argentina reconoció la identidad de género como un derecho humano y dijo que eso debía ser respetado sin necesidad de un tercero, es decir sin diagnóstico médico, psiquiátrico ni judicial. Antes, los derechos más básicos estaban vedados para toda persona cuya identidad de género no coincidiera con su sexo asignado al nacer. Este proceso es un derecho raíz, es la llave para empezar a acceder al resto de los derechos. ¿Es suficiente? No, porque ninguna ley modifica completamente las violencias estructurales a las que está expuesta la población a la que quiere proteger, pero sí nos brinda herramientas para comenzar a dar respuesta a esos desafíos que hoy se nos plantean. 

¿Cómo ves que impactó en la vida de la población travesti trans?

Cambió muchísimo su realidad. Primero, las personas trans pudieron reflejar en el documento de identidad su nombre y género elegido y aquellas personas que no lo quisieran hacer también deben ser respetadas por el concepto que se llama trato digno. Luego, el acceso a la salud integral, es decir la implementación en el Plan Médico Obligatorio de las adecuaciones corporales que la persona requiera para expresar su género. 

¿Qué deudas tiene el Estado con esta población? 

Más que deudas son desafíos porque la ley de Identidad de Género dio lugar a lo que luego sería la ley de Cupo Laboral Travesti Trans y el Decreto de DNI no binario. Los desafíos son seguir generando un ambiente libre para el desarrollo de las infancias y adolescencias trans, introducir la prevención y la perspectiva de diversidad en las investigaciones judiciales, trabajar y avanzar en el acceso de las personas trans al derecho a la vivienda, profundizar la herramienta del cupo laboral trans en el Estado y extenderlo al sector privado, a las economías populares, a las cooperativas. Necesitamos combatir los discursos de odio y aportar cada quien desde su lugar a un cambio cultural que nos permita valorar la diversidad del humano. 

¿Qué pasa con las infancias trans?

Las infancias trans son especialmente contempladas en esta ley. Hoy hay una generación que puede nacer, criarse y educarse en un país que contempla estos derechos. Mucho queda por hacer, especialmente en los ámbitos educativos, pero hoy nacen generaciones que están en un país distinto.

¿Qué sucede con la violencia médica?

El ámbito de la salud ha sido históricamente uno de los más reacios hacia todas las políticas que no se basen en biologicismo extremo. Toda la población LGBT y especialmente a las personas trans se le sigue dificultando el acceso a la salud y no solo a los tratamientos hormonales u adecuaciones corporales sino a cualquier servicio de salud. Eso lo vemos reflejado muy brutalmente en la expectativa de vida de las personas travestis y trans que fallecen por muertes evitables. Desde el Ministerio venimos formando a los equipos para salir y monitorear el trato a las personas travestis y trans y, en caso de vulneración, hacemos un acompañamiento integral a la persona.

Cuando se sancionó el Decreto 476/2021 de DNI no binario, muchos activistas denunciaron los problemas para cambiar de documento que aún persisten.

Para mí el Decreto es revolucionario. Argentina se inscribió nuevamente como un país de avanzada. Muy pocos países en el mundo permiten nombrar a las personas por fuera del binomio masculino/femenino. Después si es una X o no se puede discutir, pero sin dudas es un avance histórico.

Con el cupo laboral travesti trans sancionado igual conocemos historias como las de Tehuel de la Torre, el joven trans que desapareció yendo a buscar trabajo…

La ley no resuelve de por sí la violencia estructural e histórica a la que está sometido el colectivo. Hace diez años estos casos no llegaban a la prensa, mucho menos al ámbito judicial. Necesitamos concientizar sobre estas violencias, prevenirlas y cuando ocurren asegurarnos que no queden impunes. Queremos que no haya más Tehueles. Nosotras seguimos trabajando para implementar el cupo en el Estado donde se ha multiplicado por 10 y queremos que se extienda al sector privado.

Hace poco asumiste en el Ministerio. ¿Cuáles van a ser los ejes de tu gestión?

Tratar de generar políticas públicas donde las diversidades sexuales y de género puedan contribuir al gran debate de la sociedad para fortalecer la democracia. Creo que las personas LGBTQ+ tenemos mucho para aportar no solo sobre nuestros derechos sino en todo el ámbito público. El eje más importante es la educación, ya sea en las escuelas como fuera de ellas, hay que trabajar contra la discriminación por orientación de género para cambiar los preconceptos que aún existen. Otro eje va a ser la registración de las identidades no binarias, seguir profundizando con el acceso al empleo de las personas travestis y trans y trabajar con las personas intersex que son poblaciones que históricamente estuvieron invisibilizadas. Voy a aportar a la institucionalización de políticas que no dependan de quién esté a cargo del Gobierno sino que queden en el propio Estado como conquista del pueblo.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios