Hacerle un gol al fascismo

⚽ ¿Cuál es la potencia, los límites y los desafíos del fútbol y su capacidad de organización? Las experiencias de Piratas del Sur y de la Coordinadora de Hinchas Antifascistas en nuestro país.

Un trapo con los colores del arcoiris. Agrupaciones de clubes que se autodenominan “antifascistas”. Apoyo a hinchadas que sostienen valores izquierdistas. Camisetas que sostienen consignas en apoyo al movimiento de mujeres, al avance del fútbol femenino y que recuerdan el aniversario de los fusilamientos de 1956. En el habitualmente llamado “mundo del fútbol” existen, afortunadamente, algo más que solamente dos arcos, 22 intérpretes, unas líneas de cal y una pelota.

“El fútbol es político y es el deporte más masivo del mundo. Podés, desde ese lugar, dar mensajes, comunicar, aprovechar y mostrar lo que quizás los medios no muestran. Todo eso sólo haciendo una pancarta, con una camiseta o con una declaración”, indica a El Grito del Sur Jairo Schmidt, una de las personas que lleva adelante Piratas del Sur, el “club de fans” del equipo alemán St. Pauli en Argentina. La escuadra germana de la segunda división de aquel país (2. Bundesliga) es pionera a nivel europeo y mundial en la pelea contra el fascismo, vista desde el deporte. Lo que es lo mismo que decir que juega para hacerle goles a los reaccionarios.

Una bandera que diga Che Guevara

Hace 16 años que Piratas del Sur pone cuerpo y cabeza en la lucha por los derechos de los trabajadores y el movimiento popular. Lo que comenzó como un hábito de juntarse a ver los partidos del FC St. Pauli devino en una organización que activa en Argentina lo que el club alemán refleja en el mundo: la necesidad de ampliar la pelea contra el fascismo.

Por eso suele mostrar insignias de lucha en sus tribunas, como esvástica de la simbología nazi tachada, murales en defensa de las diversidades y carteles de apoyo a los refugiados. También suelen flamear con el viento banderas con el estampado del “Che” Guevara. El club tiene el marrón en la camiseta desde su fundación, porque fue iniciado por trabajadores portuarios, marineros mercantes y estibadores que, en Hamburgo, jugaban al fútbol con la ropa de trabajo, que era de ese color. Piratas del Sur debe su nombre a esa tradición.

Por eso suelen mostrar insignias de lucha en sus tribunas, como esvástica de la simbología nazi tachada, murales en defensa de las diversidades y carteles de apoyo a los refugiados.

“El fútbol y la política están mezclados de por sí. Es un lugar donde el machismo es moneda habitual y desde St Pauli fuimos encontrando la veta o el interés de ser un club de fútbol desde otro lugar. Seguramente no cambiemos el mundo pero se puede ser algo distinto”, sostiene Jairo, que, si bien remarca que ya no son tan habituales las juntadas para ver los partidos, recuerda que la agrupación solía hacerlo por Almagro, cerca de la estación Castro Barros del Subte A, en un local de instrumentos musicales llamado, como no podía ser de otra manera, St. Pauli Music.

Jairo rememora, a su vez, algunas de las actividades más importantes que la agrupación realizó para difundir la lucha antifascista en Argentina. “Hicimos un torneo de fútbol a beneficio de una fundación. También el evento ́Bienvenidos al infierno de St Pauli´, que se hizo en el club La Cultura del Barrio, de Villa Crespo, y sirvió para mostrar un poco lo que es el club. Vino Macarena Sánchez a contar sobre la lucha del fútbol femenino, se hizo presente la gente de ´No Fue un Juego´, que es una agrupación que muestra cómo el nazismo interfirió en el fútbol europeo. También participaron desde ´Español no se toca´”. Estos últimos son hinchas de Deportivo Español, que se organizan contra la venta de tierras del club a manos del Gobierno de la Ciudad. También, rememora Schmidt, se involucraron en el tema de los cánticos y los gritos de las hinchadas. “Pusimos en pie un evento llamado ´No es folklore´, marcando que la utilización de palabras como ´puto´ no es folklore sino sexismo”.

Jairo indica que avanzó la organización antifascista de las tribunas en clubes como el Europa de Catalunya y rescata la experiencia del fútbol argentino. Se acuerda de cuando Central Ballester salió con una camiseta con la leyenda “Ni Una Menos” o cuando rememoró en su indumentaria a los fusilados de José León Suárez. Sostiene que el próximo desafío de Piratas del Sur es volver a hacer más frecuentes sus encuentros. Tienen, como una de sus principales obras, la realización del documental St. Pauli: Punk Rock Fútbol, que puede verse por la red social Youtube.

Piratas del Sur – FC ST. Pauli Argentina

Cosas que el dinero no puede comprar

«En 2015 el macrismo buscó volver a instalar el tema de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) y la privatización del fútbol. En ese escenario, apareció la Coordinadora de Hinchas Antifascistas que fue la primera experiencia que intentó nuclear a socios y agrupaciones de distintos clubes para después poder hacerle frente a este intento privatizador. Esta experiencia fue enriquecedora”, sostiene Nicolai López Espejo, Licenciado en Comunicación Social y activista de la coordinadora recién mencionada. Esta entidad se terminó de crear en 2018, con participación de agrupaciones de clubes como Argentinos Juniors, Racing, Independiente, San Lorenzo y Ferro, entre otros.

López Espejo indica que muchas luchas entraban en la lógica deportiva y que las experiencias de otros países sirven y mucho a tal fin. “Esto dio pie para crear espacios donde se promuevan distintas ideas, donde se pudieran dar otros debates en torno al machismo, por ejemplo, acompañando al movimiento #NiUnaMenos. El tema del racismo también estuvo muy presente. Empezamos a ver que en Europa había experiencias interesantes, como hinchadas antifascistas armadas desde hace 10 años”.

Nicolai plantea que el fascismo hoy en día encuentra una faceta no necesariamente igual a la del pasado, y que el deporte puede dar respuestas concretas a ésta. “Hoy el fascismo es el libre mercado, es volver a instalar lo anónimo, el hecho de que todo tiene un precio y que a cualquier precio lo puedo obtener. Es marginar al que no tiene la condición económica para poder ir a un partido. Es importante anclarnos en el fútbol como identidad propia: no todo se compra y no todo se vende. El deporte siempre ha hecho promoción de eso”.

También destaca que la discriminación inmiscuida en eso que habitualmente se llama folklore tiene que ser abordada desde una perspectiva particular: “Se puede cambiar sin caer en la cancelación de las barras. Como ir por un ´barrismo social´”.

En pleno macrismo apareció la Coordinadora de Hinchas Antifascistas, la primera experiencia que intentó nuclear a socios y agrupaciones de distintos clubes para poder hacerle frente a este intento privatizador.

Si bien la experiencia es un aporte enorme de los últimos años del fútbol argentino a la organización contra la idiosincrasia reaccionaria, es igual de cierto que el espacio, en un cuadro de pandemia, bajó su nivel de acción. “El último encuentro que hicimos de fútbol y antifascismo fue para el mes de diciembre del año pasado, en el marco de los 20 años del 2001. No pudimos dar los debates suficientes para construir una línea congruente de lo que es el antifascismo y cómo lo vivimos, con sus contradicciones y sus avances. Tenemos ese desafío”.

López Espejo marca entonces que hay que volverse a juntar, y traza determinados “retos”: «Tenemos muchos lugares para generar alternativas. Esto está abierto para seguir construyendo. Queremos transformar el fútbol, nuestros clubes y generar una sociedad más solidaria, más igualitaria».

Esa es la meta, que a su vez se convierte en una “invitación”.

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