La Cultura del Barrio: Antifascismo, arte y deporte

🥊 En el barrio de Villa Crespo, el club se propone como un espacio para el deporte, pero también para estrechar lazos entre vecinos con un objetivo claro: rechazar el fascismo.

Foto: Revista Almagro

Hay una reja levantada y un portón amarillo en el 949 de la calle Murillo, en el barrio de Villa Crespo. Solo está abierto por la mitad y trae consigo, además de un sinfín de calcomanías, un cartel con la leyenda “Fuera la Policía de nuestros barrios” y otra insignia que proclama al 1° de Mayo como una fecha de lucha “contra el ajuste, la precarización y la desocupación”. El pasillo de entrada tiene dos gigantografías enfrentadas, una a cada lado.

-¿De qué momento son estas fotos?

– Del día que nos allanaron.

Luis Tabera habla del 15 de noviembre del 2018, fecha en la que las fuerzas de seguridad de Patricia Bullrich, explorando un supuesto “terrorismo anarquista” en las vísperas de la recepción del G20, ordenó la realización de un operativo que ocupó el club La Cultura del Barrio durante varias horas.

Una imagen ilustra a la Policía cercando el perímetro, con una aglomeración de cabezas que se reagrupan frente a ella, en la calle. La otra, del mismo día pero un rato más tarde, es de una clase pública de boxeo, sobre la calle, improvisada con decenas de vecinos y vecinas contemplando alrededor.

Allanamiento de La Cultura del Barrio en 2018.

No saben aún, en el momento de la foto, que saldrán en varios canales de televisión. Tampoco que el plantel de Atlanta saldrá a la cancha unos días más tarde con una bandera para defenderlos. Los vecinos respondieron al ataque con el cuerpo, por y para ellos. En un momento los efectivos se fueron y ellos pudieron, emocionados, entrar a su lugar en el mundo.

-Me puse a llorar. Me emocionó muchísimo.

Deporte, antifascismo y algo más

“Recién venimos de la Isla Maciel. Todos los sábados llevamos adelante un proyecto allá, llamado ´Boxeo Popular´”, dice Luis, una de las personas que todos los días lleva adelante La Cultura del Barrio, que tiene 11 años de existencia en Villa Crespo. El club barrial se dedica principalmente al boxeo, aunque también se desarrollan disciplinas como muay thai, yoga y entrenamiento funcional. El lugar abre sus puertas entre las 8:30 y las 9:00 AM y las cierra cerca de las 23 hs, todos los días.

Además de deporte, ofrece diferentes alternativas culturales y eventos los viernes, sábados y la mayoría de los domingos. Se financia con estas actividades y con la cuota de los socios aunque nada es excluyente. “Cada vez que abrimos esa persiana, para nosotros es un triunfo. Generamos puestos de trabajo, un lugar de pertenencia, un espacio que la gente del barrio toma como propio”, confirma Tabera.

El lugar tiene una historia de militancia política que rescata su pasado para comprender el presente. “Formamos parte de una organización llamada Accion Antifascista de Buenos Aires, hace 21 años. Nosotros veníamos del movimiento de desocupados en Avellaneda, en la época del 2001. Luego empezamos a ver otras formas. Hicimos una cooperativa de trabajo. Tuvimos una panadería, un taller textil. Diez años después nace el Club Social y Deportivo La Cultura del Barrio. El nombre proviene de un compilado de bandas que era a beneficio del lugar que habíamos ocupado. Era más de cultura callejera”, cuenta.

Luis desarrolla, a su vez, que esta concepción de antifascismo se baja a tierra con parámetros concretos. “Nosotros siempre nos movemos en tres ejes: organización de base, mucho apoyo y generación de alternativas. La organización de base está porque seguimos trabajando en un barrio, en este caso, Villa Crespo, al que tomamos como nuestro lugar. El apoyo mutuo significa que todas las personas colaboran. Al principio, por ejemplo, varios terminaban su jornada de trabajo para laburar acá. Nosotros hicimos pisos, paredes, armamos un espacio para tocar, hicimos de todo. De cero. Veías entonces en la práctica acciones que uno las tiene como ideal siempre. Generar una alternativa deportiva y cultural fue la clave. Por ejemplo, nosotros no teníamos un espacio para que tocaran nuestras bandas. Generamos esa alternativa cultural que luego llevamos a lo deportivo. Hoy, todas las horas que trabajamos acá cobramos. Casi todas las personas que estamos acá vivimos de esto. A eso le llamamos generar alternativas, que sean reales y sostenidas en el tiempo”.

Tabera, que viene de realizar una diplomatura en la UNTREF sobre clubes y economía social, se define a él y a la concepción que lleva adelante el club como “anticapitalista”: “No explotamos a la gente, no vas a laburar 14 horas por $1.000. No queremos usar esa lógica acá. Nos interesa la gente y el pueblo, nada más. Creemos en la lucha de clases y estamos de un lado. No podemos hacer otra cosa que no sea por y para nuestra gente”. Luis recoge el desprecio a la derecha, mencionando a Mauricio Macri y a Javier Milei, aunque admite que el gobierno de Alberto Fernández tiene mucho de “continuidad” con los cuatro años anteriores.

El club, agrega Luis, tiene una determinada concepción deportiva: “Estamos en contra de la mercantilización del deporte. Entendemos que éste es una herramienta de entrada. Un pibe viene con una problemática familiar. Nosotros podemos saber cómo está y si se frustra o no cuando vemos cómo le pega a la bolsa de entrenamiento. Ya con eso es posible hacer un diagnóstico. A veces nos excede la solución, lógicamente, pero desde el deporte podemos ver un montón de cosas”.

Taberna afirma que es importante entender el lugar del club en la vida de las personas. A veces el poder de lo sencillo es, para él, el motor más importante de cualquier cambio social. “Es clave hacernos cargo del lugar que nos toca, que es el del club de barrio. No mucho más. No puedo creer que te estoy cambiando la cabeza cuando no lo estoy haciendo. Sí creemos en el día a día, en lo cotidiano, que es tan simple como compartir. No podemos pensar que porque abrimos un club se acabó el fascismo. Somos antifascistas pero el tema es cómo llevás eso a la práctica”. Y agrega: “Lo popular es lo que necesitamos como clase”.

Uno de los momentos de mayor enlace entre el club y los vecinos del barrio se dio durante la pandemia. “Pudimos sobrevivir gracias a la gente que hizo propio el lugar y dijo ´A ver, ¿Qué necesitan? ¿plata? Pongo plata. ¿Sacan indumentaria? Compro indumentaria´. Hicimos rifas también. Durante un año no pudimos abrir. Algo terrible. Para nosotros era ver esto sin el bullicio que le da vida a las paredes de ese lugar. Cuando se pudo dimos clases en el parque. Los primeros tres meses pensamos que cerrábamos, porque siempre tuvimos que pagar el alquiler”.

Algunas cosas, además, se verifican en sentimientos enraizados, difíciles de definir pero muy contundentes.

-¿Qué es La Cultura del Barrio para vos?

-Es mi vida.

Estar

Luis está seguro de que ese día el gobierno de Macri vio en el concepto “antifascista” una creación del “enemigo interno”. Se enorgullece, a su vez, de que la resistencia al ataque haya estado lejos de ser un acto individual. “Estábamos en comunidad. Solos no podemos hacer nada”. Esa identidad se basa en una concepción de club determinada. “La Cultura del Barrio es un lugar de pertenencia, de conocer experiencias. Nosotros le damos mucha importancia a lo que se genera, al contacto”.

Ese último concepto, vinculado a la presencia, es posiblemente la razón que lleva a que esa gigantografía sea lo primero que se ve cuando se entra el primer pasillo del club. Sirve para encontrar una esencia.

-Nuestra respuesta a la represión fue estando.

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