Beso a beso hacia 2023

🎙️ El rey del cuarteto fue homenajeado por Rodríguez Larreta, quien le organizó un recital multitudinario con el Obelisco de fondo y a cambio recibió un baño de fernet y cultura popular. Miles de personas se acercaron al Obelisco para disfrutar de un concierto financiado con las arcas porteñas.

71 años. 55 arriba del escenario, 34 desde su primer recital en Capital Federal. 90 discos, 1200 canciones grabadas. 200 hits. 36 millones de copias vendidas en todo el país. Decenas de millones de entradas vendidas a lo largo de su carrera. La Mona en números. Juan Carlos Jiménez Rufino, ahora suma uno más: 125.000 personas escuchándolo en el Obelisco, al atardecer de un frío domingo otoñal.

“Toda mi vida quise ser Tarzán y terminé siendo La Mona”, suele presentarse el compositor cordobés. Ahora, para invitar al show en el centro porteño, el cuartetero dijo 

“Soy un jóven viejo, (…) me van a ver bailar de punta a punta”. Y así fue, ante una verdadera multitud que llegó de todas partes del país para rendirle homenaje, cantar y bailar al ritmo del tunga tunga. 

Carteles y banderas de Tinogasta, Catamarca, de Mendoza, Salta, San Martín, de Tigre, Tucumán y de Caraza asomaron en la previa y se multiplicaron durante la hora y media de show en el escenario de Diagonal Norte, con el Obelisco de fondo, que lució una proyección armada para la ocasión. Un video con el repaso de la vida y obra de Jiménez fue el preludio a la noche cuartetera.

“La Mona es un referente de Córdoba”, dice Gabriela, cordobesa que vive en Capital Federal desde hace siete años. Ella vio al Mandamás en su provincia en varias oportunidades, en el Sargento Cabral, el “templo” en el que hasta antes de la pandemia tocaba aún dos veces por semana, once de los doce meses del año. Esta vez vino con sus compañeras de trabajo, Ana y Rosario, que nunca lo vieron en vivo. Esperan “bailar mucho y tomar vino”.

“Es el número uno y el cuarteto la mejor música del mundo”, dice Rodrigo, que viene desde Parque Patricios con remera de Huracán. “Nosotros, los pibes de la calle, los marginales, lo llevamos en el corazón. El chabón es humilde”. Vino con un grupo de amigos, todos fanáticos cuarteteros que, parlante en mano, caminan cantando. “Aguante La Mona papá”, se depiden. 

Las cinco cuadras hacia Plaza de Mayo estuvieron colmadas hasta bien entrada la noche. El show comenzó 18:20, cuarenta minutos antes de lo estipulado (posiblemente debido a la cantidad de gente), y se extendió hasta minutos antes de las 20:00. Durante ese tiempo La Mona repasó algunos de sus tantísimos hits: “Tinta China”, “Ramito de Violetas”, “Agujita de oro”, “El marginal”, “Beso a Beso”, “Solo contigo”, “Quien se ha tomado todo el vino”, algunas de las casi veinte canciones interpretadas junto a la orquesta de trece musicxs, mientras la gente se hacía espacio para bailar. 

El evento fue organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad, la cartera que dirige Enrique Avogadro, que en enero pasado viajó junto a Horacio Rodríguez Larreta a la provincia mediterránea para participar del Festival de Cosquín. Saldo de ese viaje fue la primera edición de “Cosquín BA”, el festival de folklore en la CABA y de allí devino también la idea del homenaje “La Mona BA”. De fondo están los lazos federales y la intención del Jefe de Gobierno porteño de mostrarse popular de cara a las elecciones del año que viene.

Larreta había viajado a Córdoba a fines de Enero de este año. En el marco de una gira proselitista por la provincia en la que pretende disputarle un electorado todavía fiel al ex presidente Maruicio Macri, su principal competidor en la interna, el Jefe de Gobierno porteño compartió un almuerzo y unas fotos con el ídolo, para darse también un baño de pueblo, federalismo y fernet. Todos atributos que todavía no tiene como candiato y que necesita para seducir a los sectores donde su penetración es al menos dudosa. 

El resultado fue un recital a cielo abierto bancado con fondos públicos y que, pese al maquillaje del homenaje, recibió críticas del sector cultural popular de la Ciudad que denuncia constantemente ajustes y ahogo presupuestario para desarrollarse. 

En tanto Carlos la Mona Jiménez, por sus 55 años de carrera musical, recibió semanas atrás la llave de la Ciudad de Córdoba y prepara una gira por distintas provincias del país para continuar celebrando su aniversario.

Sin posibilidades de llegar a ver el escenario, la gente se acercó a las columnas con pantallas para tratar de estar más cerca de La Mona. Remeras a $1000, gorros a $800 y cintas brillantes a $200, algunas de las ofertas de los vendedores ambulantes de la noche. Sin embargo fueron las bebidas alcohólicas las más elegidas para acompañar el baile, latas de cervezas a $500 y dos vasos fernet por $1000, aunque al final de la noche se remataban a $200. Los teléfonos celulares estuvieron arriba todo el tiempo. Solo durante un momento tuvieron un poco de competencia, cuando en “Quien se ha tomado el vino”, las botellas de vino y los tetra se alzaron en el cielo porteño para brindar con El Rey del Cuarteto. 

“Nos encantó, fue hermoso, nos quedamos con ganas de un poquito más” dice Natalia, de San Martín, provincia de Buenos Aires y que durante todo el recital estuvo en primera fila, en silla de ruedas, al borde del escenario. “Seguimos a La Mona a todos lados y está mejor que nunca. Ahora nos vemos en Ushuaia”. Es que el cordobés se presenta en la capital fueguina el 20 de junio, en el marco del festival “La noche más larga”.

“Somos cordobeses, venimos especialmente de allá”, dice Daniela, que llegó en auto junto con Juan, Emilse y El Gringo. “La Mona está bárbaro, zarpado como siempre”. “Estuvo mortal la noche”, completa Yessica, de Catamarca. 

Al grito de “olé olé olé olé Mona, Mona” y “soy Jimenez”, despidieron al cantante, confirmando eso de que solo hay una cosa más grande que La Mona en Córdoba: los seguidores.

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