Tango entre mujeres

💃 “Tango entre mujeres” es el proyecto de Anahí Carballo para darle perspectiva de género a un baile históricamente forjado por el machismo. Al ritmo del bandoneón se cambian los destinos.

El 2×4 también puede ser feminista. Bajo esa premisa surge el proyecto “Tango entre Mujeres”, donde Anahí Carballo busca darle perspectiva de género a una danza históricamente machista y correr a la mujer del tradicional rol de dominada. 

La propuesta comenzó en 2014 cuando la bailarina y coreógrafa empezó a pensar cómo sería armar una compañía exclusivamente femenina de alguna danza tradicional. Si bien no sabía si dedicarse al tango o al folclore, disciplinas donde se desempeña, optó por la primera ya que su contexto la acompañaba. En ese momento recurrió a dos colegas y les propuso embarcarse en el desafío de mostrar que eran muchas las mujeres que querían bailar entre ellas.

La situación no tardó en concretarse y para comienzos de 2015 ya contaba con un grupo de 9 parejas que coreografiaba. “Al principio pensé que solo iba a poder mostrarlas en lugares Queer o LGBT, no me imaginé que nos iban a aceptar en el mundo del tango, más en el 2015 cuando las parejas de dos chicos o dos chicas eran contadas con los dedos de las manos y había solamente dos milongas oficialmente Queer”, cuenta la joven que supo conquistar su lugar en el ambiente del tango.

En el año 2019 Anahí realizó su primera obra “Vinculadas”, que comienza con una recopilación de los comentarios de desprecio que la compañía recibió en las milongas, en las redes sociales o en las calles para resignificarlos al ritmo de una cumbia.

Luego de este éxito y con el fin de seguir expandiéndose, a principios de 2021 decidieron comenzar a dar clases y armaron la escuela “Tango entre Mujeres”, que funciona hasta hoy en una casona de San Telmo. “Es una escuela abierta e inclusiva para todes que se diferencia en que las que trabajamos allí solo somos mujeres”, afirma Anahí.

Para sorpresa de Carballo, el grupo fue creciendo en popularidad e integrándose al ambiente tanguero, no sin tener que lidiar con resistencias conservadoras. Fotos de penes, comentarios en redes sociales y destratos en la milonga fueron algunas de las ofensas que tuvieron que afrontar. “Desde que empezamos debimos soportar muchas agresiones. Ahora está mucho más tranquilo, pero seguís viendo algunos comentarios. En las milongas se acercan varones a las mesas y nos dicen ‘ahora bailen con nosotras’ o ‘ustedes son las feminazis del tango’, ese tipo de comentarios que en una compañía de mujeres y varones no se hacen”. “A mí los comentarios negativos y lesboodiantes solo me empoderan más y me hacen dar cuenta de lo necesario que es el tango entre mujeres”, asegura la coreógrafa.

Si bien tradicionalmente en el tango el hombre es el que guía el movimiento de la pareja, Anahí explica que pueden desarmarse las jerarquías cuando hay suficiente conciencia del cuerpo propio y ajeno. “Cuando llegué a Buenos Aires del interior trabajé mucho con Gloria y Rodolfo Disen, dos coreógrafos que plantean la idea de que no haya un rol dominado y dominante sino que haya un diálogo entre los cuerpos, que sea un ida y vuelta donde la persona que propone también dispone y la persona que dispone también propone. Hay parejas de dos chicos o dos mujeres donde se ve que hay uno que acata y otro que manda y esa no es la idea. Me parece que hay que darle una vuelta de rosca porque sino seguimos repitiendo el mismo patrón con otros cuerpos. Hay que trabajar con mucha sensibilidad en las clases para ir formando un tango de a dos”, asegura. 

Nacido en el siglo XIX de la fusión de aportes afroamericanos, criollos y la inmigración europea, el tango es un símbolo argentino por excelencia. En ese sentido, Anahí afirma que no se trata de culpar a la música ni al baile sino entender muchas veces el contexto conservador para poder desarmar las contraofensivas. “El tango es un baile y no lo podemos culpar de nada, aunque muchas personas involucradas sean machistas. Es una danza que tiene un historial fuerte y es el símbolo del compadrito y del bandoneón. Tenemos muchos personajes históricos como Julio Sosa, que decía “el tango es macho” y desde ese lugar es muy difícil defenderlo”, explica la bailarina. Para ella, si bien es importante que la perspectiva de género atraviese todas las áreas de la vida, enfatiza que en el tango es fundamental porque es el ícono del heteropatriarcado y nace de un lugar de seducción muy cercano al acoso que hay que deconstruir.

¿Qué significa para la historia argentina «Tango entre mujeres»?, se le consulta para finalizar. “Es la primera vez que bajo una dirección hubo un grupo de mujeres que rompieron con los estereotipos que se venían mostrando en todos lados. Creo que abrimos camino, fueron un montón de mujeres que se nos acercaron y comenzaron a ver que también podían bailar con una amiga o con una compañera. Esa es la idea de Tango entre mujeres, que tu tango no dependa del varón. Que bailar con un varón sea una elección y no la única posibilidad porque si no no bailás, te corren de la danza”, concluye.

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