«El Estado Nacional debe pensar en algún dispositivo para desmontar fake news»

💪 Frente al crecimiento exponencial de las noticias falsas, investigadores empezaron a reclamar la necesidad de una ley anti-fake news. "Las fake no salen de un repollo, hay detrás grupos de poder que las financian", planteó Mauro Brissio, Magíster en Comunicación (UNLaM).

Las fake news no son algo nuevo en la historia: datan prácticamente desde los inicios del periodismo gráfico (allá por comienzos del siglo XIX) pero se han masificado al compás de la aparición de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. En Argentina, la pandemia dio lugar al término «infodemia» y hoy es evidente que las noticias falsas funcionan con un enorme efectividad, generando fuertes daños a partir de la herramienta de la desinformación y la mentira como instrumento político. 

En ese marco, diferentes investigadores empezaron a reclamar la necesidad de una ley «anti-fake news». «Es una lucha muy asimétrica porque desmontar la estructura de una fake news lleva mucho tiempo -primero para detectarla y después para ir a las fuentes y hacer la escritura-, entonces creemos que el Estado Nacional debe pensar en algún tipo de dispositivo legal para abordar la materia», explicó a El Grito del Sur Mauro Brissio, Magíster en Comunicación (UNLaM) y especialista en infodemia y fake news. 

Esta iniciativa ya lleva un mes de existencia y recogió, hasta el momento, la adhesión de 27 mil personas en la plataforma change.org . Para convertirse en proyecto de ley -en el marco de una iniciativa popular- requiere la firma de un número de ciudadanos/as no inferior al 1,5 por ciento del padrón electoral, lo cual equivale a alrededor de 500 mil personas.

El proyecto anti-fake news plantea una serie de mecanismos a partir de la creación de un Consejo integrado por profesionales de distintas áreas, «que analizará objetivamente los datos difundidos y los contrastará con fuentes oficiales, datos científicos e investigaciones universitarias para conocer la veracidad de la información». En primer lugar, una vez verificada e identificada una noticia como falsa se le informará al medio de difusión para que por los mismos dispositivos utilizados para instalar la mentira, se rectifique diciendo que era una fake news. Segundo, se dispondrá un plazo de 24 horas para «aclarar el tratamiento falso de un tema» y «pasado el mismo se iniciarán acciones penales». Finalmente, en caso de reincidencia «se aplicará un esquema de sanciones que va desde la quita progresiva y automática de la pauta oficial».

En este sistema de castigos, se plantea la posibilidad de multas hacia el medio y los periodistas (o influencers) así como un semáforo de colores donde se le avise al consumidor de las noticias el nivel de credibilidad que tiene el medio de difusión. «Una cosa son las noticias erróneas, que son las false news y no están premeditadas, y otra las fake news, que se tratan de una mentira pensada para operar políticamente mediante un objetivo claro y planificado. Hay detrás grupos de poder que las financian porque sino nunca se podrían instalar con esa fuerza y virulencia. Las fake no salen de un repollo, hay toda una comunidad organizada de operadores que trabajan en paralelo», planteó Brissio.

Fake News

Hasta ahora ningún país del mundo se ha atrevido a sancionar una ley de este tipo. Sin embargo, en medio del conflicto bélico, la Cámara Baja del Parlamento ruso dio luz verde a una modificación legal que castiga con hasta 15 años de presidio la divulgación de informaciones falsas referidas exclusivamente a la guerra con Ucrania. Al mismo tiempo, es un tema que viene tomando fuerza en la agenda pública de distintos países como Brasil, España, Francia y México. «Los argumentos que han esgrimido los legisladores es siempre el mismo: la defensa de la libertad de prensa. No somos ilusos y sabemos que hay legisladores lobbystas de las corporaciones mediáticas», señaló el principal impulsor del proyecto. 

En 2019, la UNESCO advirtió que la población no posee elementos suficientes para decidir ante la desinformación y apunta al trabajo dentro de las escuelas. Un estudio internacional sobre las habilidades de les estudiantes indicó que sólo el 2 por ciento puede identificar si una información es correcta. Hoy las fake news son de los más variadas y rozan en algunos casos el límite de lo absurdo. Días atrás, una de éstas involucraba al sindicalista Roberto Baradel y ponía en su boca palabras de este tipo: «Desde el sindicato pelearemos para que en el 2023 los chicos tengan una materia llamada Cumbia 420 en homenaje a El Noba, el gran artista argentino». 

«Frente a este crecimiento exponencial de las fake news, tenemos dos opciones: quedarnos de brazos cruzados o intentar que se nos restituya un derecho actualmente vulnerado. Me refiero al derecho a la comunicación y su dimensión social. Hay que discutir y poner estos temas sobre la mesa», concluyó Brissio.

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.