El fin del «fin de ciclo» y la paradoja de la correlación de fuerzas

✊ El falso mito del "fin de ciclo" chocó de frente contra la realidad política de la región. La discusión es entonces si ahora será posible articular las políticas de profundización necesarias para insertar a Latinoamérica como actor de un mundo multipolar.

Ganó Petro en Colombia y Latinoamérica puso un coto definitivo al falso mito del «fin de ciclo».

Esta proclama neoliberal -que intentó dar por terminada la oleada de gobiernos transformadores- chocó de frente contra la realidad política de la región: en los últimos tres años, en Argentina, Chile, Perú, Colombia, México, Bolivia y Honduras ganaron candidatos populares que se ubican entre la izquierda y la centroizquierda.

Refutada la falacia que promovía un «fin de la historia» para Latinoamérica, quedan los daños ocasionados. Hacia dentro de las amplias y diversas alianzas populares, el mito caló hondo. Y con él, la idea de que las transformaciones políticas deben ser mesuradas, dialogadas y construidas desde el más amplio consenso. El diagnóstico de la derecha se hizo carne en parte del campo popular y el intento de construcción de «nuevas mayorías» que redefinieran los términos de la grieta devino en la paradoja de la correlación de fuerzas: patear solo y únicamente cuando el arco está vacío.

Ni la rebeldia se volvio de derecha ni tampoco lo hicieron las mayorías populares de la región: basta observar un mapa regional para darse cuenta de que los sentidos comunes tienden a inclinarse hacia el otro lado. Cabe preguntar entonces: ¿qué sucede de este lado de la grieta? Mientras la derecha construye horizontes utópicos, el campo popular se pelea por sostener algunos derechos básicos de un sistema injusto sin poder transformarlo.

Lo que fuera la premisa autonomista de «cambiar el mundo sin tomar el poder» se torna en la paradoja de «tomar el poder sin cambiar el mundo».

La discusión es entonces si ahora, con una «correlación de fuerzas» favorable a nivel regional, será posible articular las políticas de profundización necesarias para insertar a Latinoamérica como actor de un mundo multipolar. Y para ello es necesario diagnosticar qué une a los distintos proyectos populares de esta nueva ola.

En principio el espanto: todos tienen enfrente coaliciones conservadoras. Pero también los distingue un modo de hacer, un intento de despegarse de la derecha al mismo tiempo que de la «década ganada», un intento de construcción de nuevos modos e identidades apelando a la concordia por sobre la confrontación.

Pero Colombia deja saldos y Brasil abre debates: lejos de lo que proponía el socialdemócrata Partido Liberal, la elección de la vice de Petro no implicó una apuesta por la moderación. Afro, mujer, pobre, defensora del ambiente, Francia Márquez fue empleada doméstica al tiempo que sostuvo su militancia política. Una conclusión apresurada: la idea de una fórmula que equilibre, con un vice más conservador, no es garantía de éxito. Basta recordar a Cobos, a Temer o a Lenín Moreno. No sucede lo mismo en Brasil, donde Lula da Silva optó por sostener los equilibrios y apostó por su ex-rival Geraldo Alckmin, uno de los promotores del impeachment a Dilma.

Con un escenario regional favorable, en un mundo incierto, en guerra y en cambio permanente. La imposibilidad de sostener el statu quo y acumular para el campo popular y la necesidad de construir nuevos horizontes de sentido atraviesan a los gobiernos de una nueva, pero no tan nueva, ola popular en la región.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.