El mito del Pombero desde una perspectiva de género

🧙‍♂️ La figura del Pombero es un mito relacionado con las violaciones y los ataques sexuales muy extendido en el norte del país y Paraguay. El Grito del Sur habló con Taly Barán, socióloga del Conicet que se dedica a desentrañar el rol de la figura del duende en el acceso a la justicia de las mujeres.

Según Wikipedia, el Pombero es una especie de duende o espíritu de la cultura guaraní que se encuentra en las zonas rurales y es propio del acervo cultural de Paraguay, Bolivia, el norte de Argentina, el sur de Brasil y el norte de Uruguay. De carácter ambiguo, el ser mitológico cuida al ganado de aquellos que quieren sacrificarlo sin razón y ofrece la abundancia de los cultivos y el cuidado de los animales de corral a cambio de ofrendas de tabaco, miel o caña.

Si algún cazador mata más presas de las que consumirá, el Pombero se transforma en cualquier animal o planta y con diferentes inventos “induce al infractor a internarse en lo profundo del monte, donde se pierde”.

Pero el Pombero supera que lo que dice la enciclopedia más consultada de la web. Responsable de pequeños accidentes caseros, el mito popular es parte de la idiosincrasia de la zona mesopotámica desde la época de los guaraníes y se reactualiza constantemente. Sin embargo, cuando se lo lee en clave feminista se encuentra que también está ligado con los embarazos no deseados y las violaciones, ya que se culpa al pombero de dejar preñadas a las mujeres, ocultando una trama de abusos sexuales y episodios de chineo que ocurren comúnmente. Así, este personaje se convierte en una figura útil para controlar el comportamiento de las mujeres a través del miedo y un límite para su posible empoderamiento, ya de por sí complicado en sociedades conservadoras. 

Sobre este tema estudia en el CONICET Taly Barán, socióloga y Magíster en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y el Caribe que se dedica a desentrañar el rol de la figura del duende en el acceso a la justicia de las mujeres en el nordeste argentino y Paraguay. “¿Por qué ante los casos de denuncias de víctimas de ataques del Pombero el debate se filtra en la búsqueda de la veracidad del hecho y pasa a segundo plano la experiencia de dolor, violencia y soledad de las mujeres?”, se pregunta la investigadora en su artículo “Duendes y responsabilidad estatal: una lectura de género de las víctimas del Pombero”.

Representaciones del Pombero

¿Qué es el Pombero?

El Pombero es una deidad que tiene forma similar a un humano, en guaraní se utiliza la palabra “Pora” que no tiene una traducción estricta al castellano. Podría traducirse como duende, pero duende tiene una connotación infantil que tampoco es adecuada. En clave de género el Pombero tiene un fuerte componente lascivo, es decir que le gustan mucho las mujeres y se dice que muchas mujeres han quedado embarazadas producto de estos contactos. No es un ser malvado, sino más bien dual porque puede establecer relaciones de protección y también ataca.

¿Cómo es su rol respecto a la sexualidad de las mujeres?

El Pombero tiene diferente relación con los hombres que con las mujeres y de allí su componente pedagógico. A los hombres los desorienta, los ataca, los molesta pero con las mujeres la relación está atravesada por lo sexual. En ese sentido, hay toda una serie de estrategias de autocuidado que realizan las mujeres para no ser atacadas. Por ejemplo, no salir de sus casas en las horas donde el Pombero tiene mayor actividad, que es durante la siesta y la noche, o andar acompañadas. Así se restringe su posibilidad de participar plenamente del espacio público. Algo importante es que esto forma parte de la currícula escolar obligatoria, entonces desde muy chiquitas las mujeres aprendemos que parte del horizonte de posibilidad es ser atacadas sexualmente. Desde la infancia tenemos este aprendizaje de que las violaciones -lejos de ser algo distante de nuestras experiencias vitales- son algo que nos puede pasar y parte de nuestra responsabilidad es que no nos suceda. En ese sentido se arma toda una organización cotidiana de la vida en pos de no ser atacadas.

¿Qué rol juega en el embarazo infantil y adolescente?

Creo que muchas veces es un primer acercamiento o una excusa para hablar de la sexualidad dentro de las familias. Es una forma muy temprana en la que se le habla a las hijas de ataques y temores cuando no hay una política estatal que se encargue de hacerlo. Ahí es interesante pensar porque las políticas públicas con perspectiva de género no están disponibles para todas por igual y siguen siendo pensadas para sujetos urbanos, de clase media, que hablan castellano, que saben leer y escribir y que tienen creencias judeo-cristianas. Hay un montón de personas que van a denunciar que el Pombero atacó a sus hijas y no pueden acceder a la protección o a la atención médica y psicológica correspondiente. Eso deja en claro que hay formas de hablar de violencia que están legitimadas y otras que son ridiculizadas.

En ese sentido, el mito está avalado por el Estado…

El Estado es algo muy complejo y diverso, pero es verdad que en algunos lugares el que decide si hay una intervención estatal es un funcionario que parte de las mismas creencias. El Estado tiene la responsabilidad de reproducir el mito pero también de desoírlo. En un país donde es extendida esta creencia que una mujer acuda a un hospital a contar una vivencia propia y se le burlen no tiene sentido. 

Representaciones del Pombero

¿Cómo ha cambiado el mito durante estos años?

El Pombero es un personaje que ha sido muy reapropiado y se va actualizando. Han cambiado por ejemplo las ofrendas que se le dan, pero también los consumos culturales que lo recuperan, lo actualizan y lo circulan, incluso hay hasta una película de la Coca Sarli que tiene una relación con el Pombero. Después hay recuperaciones más patrimoniales, como el museo del Hombre Chaqueño que tiene una sala exclusiva dedicada a duendes y la mayoría de ellos tienen componentes lascivos. También hubo todo una apropiación por la religiosidad oficial. Yo he escuchado en algunas entrevistas incluso reapropiaciones de las mujeres sumamente creativas, donde dicen que cuida a las embarazadas del marido si es violento o alcohólico.

¿Hay otros personajes de la cultura popular que también contribuyen a sostener principios patriarcales?

En distintas culturas se pueden encontrar figuras muy parecidas al Pombero que atacan sexualmente a las mujeres. A mi me parece interesante pensar cómo en distintas culturas las mujeres sabemos que la violencia sexual es parte de lo esperable en nuestras vidas y organizamos rutinas y estrategias que muchas veces van por fuera de la protección estatal y la política pública para cuidarnos entre nosotras. Nosotras en la ciudad también sabemos que hay zonas que representan peligros de ataques sexuales. No es solamente la mitologización del peligro sexual, sino que cada cultura explica de alguna manera las reglas para cuidarse del posible ataque sexual que forma parte de nuestra biografía.

¿Se puede desarraigar esta creencia? ¿Lo ves como algo bueno o malo?  

Nosotros venimos de una sociedad judeo-cristiana donde todas las demás creencias son ridiculizadas, y en ese sentido estoy a favor de que haya otra relación con lo no humano. Lo que me parece importante es interpelarlo con las preguntas del presente. Por ejemplo, el resultado de una encuesta que realizó el Centro Paraguayo de Población en 2009 muestra que el 11,2 por ciento de las mujeres que hablan guaraní dijeron haber sido victimas de sexo forzado en algún momento, mientras que en las hispano hablantes la cifra es del 5,4 por ciento. Es decir, a las mujeres que hablan guaraní las violan más que el doble que a las mujeres que hablan castellano y esto tiene que ver con que hay determinadas formas de ser mujer que están más protegidas que otras. La relación es inversa en cuanto a las denuncias, las mujeres que hablan castellano han podido acceder a la Justicia casi tres veces más que las mujeres que hablan guaraní. A mí lo que me parece interesante respecto a ver la leyenda del Pombero desde una perspectiva de género es que hay todo un dispositivo que cuando algunas mujeres dicen que las violaron les creen -incluso cuando en estos temas haya un manto de desconfianza sobre la víctima- frente a otras a las que no se les creen porque son chinas. Siempre hay dudas en torno de una mujer indígena o criolla. 

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios