Ensamblando partes para un Festival Mutante

🧟‍♂️ Una mutación nacida de la post pandemia marca la identidad del Festival Mutante. Una creación multiforme con pedazos de diferentes disciplinas. Varias líneas punteadas que marcaron el lugar por donde coser y crear una nueva bestia donde encontrar lo mejor del indie nacional.

Dos años y pico después del inicio de la pandemia, muches salimos a las calles como zombies en busca de alimento. Pero no buscábamos cerebros, sino nuevas melodías, nuevos trazos y nuevos movimientos que rompan con la pantallita. Necesitábamos encuentros, después de meses de aislamiento, de semanas con roces mínimos y consumos por auricular. Varios productores independientes de la escena se encontraron para cranear cómo retomar el ritmo y ofrecer algo hecho a la medida. Así nació el Festival Mutante.

El equipo de producción del “Mutante” cuenta que el evento se pensó con un objetivo claro: “crear un espacio de encuentro que genere comunidad entre las personas que consumen y generan cultura”.

Había que pensar bien el proyecto, ver cómo ensamblar partes y ofrecer algo que camine entre tanta creación post pandémica. Definieron de dónde sacar los componentes para la operación. “El line-up no está en el mainstream ni tampoco en el under, está en el medio”, explican sus ideólogues. El festival trae artistas que llevamos en listas de Spotify, que están en tatuajes que adornan nuestras pieles, entre los follow de nuestros Instagram, pero que no suelen estar en festivales más grandes. Sin embargo, tienen carreras que atraviesan los consumos de esta masa deseante de experiencias en vivo en que nos hemos convertido.

Con esta base de bandas sonoras del día a día y con el concepto del festival definido, se sumaron otras disciplinas. El arte gráfico, el arte digital, el arte plástico y otras experiencias aparecieron como parte de la propuesta. Pero no son solo un agregado, sino una serie de expresiones que se sumaron con una agenda propia. Son extremidades que dieron la forma final a esta anatomía mutante. “La idea de incluir la multidisciplinariedad, darle la convocatoria necesaria a esas áreas y fusionar nichos es el valor agregado que estamos construyendo”, explica el colectivo de productores, los Victor Frankenstein que crearon el festival.

Se tomaron pedazos de lo que significa y lo que tiene que tener un festival en cada campo. Tomaron lo que les servía y lo llevaron a la realidad. Ante tantos caminos estéticos distintos, los integrantes del colectivo son meticulosos y no pierden de vista la lógica y el criterio cuidado con que piensan el proyecto. Bandas como Los Besos habitarán un mismo espacio con historietistas como Xina Ocho y Florencia Pernicone y figuras absolutas de la escena musical, como Daniel Melero, sonarán mientras Mafiamundi la rompe toda con sus exploraciones gráficas.

Cada une de les productores activa desde un doble rol dentro del ambiente. Son personas que consumen activamente cultural local en los múltiples formatos desde los que pensaron al festival. Pero, además, son participantes en su creación. Trabajan o se relacionan directamente con les artistas y sus obras. Este conocimiento fue la base filosófica para lograr su creación. “Entendemos el valor que tiene cada une de elles para crear una identidad y un universo propio y, aunque se expresen de maneras diferentes, nos parece que hay puntos de contacto genuinos”, explican.

Esos puntos de contacto fueron las superficies por donde se unieron las piezas. La unión de estos nichos genera esa anatomía, esa comunidad de artistas. Y en esta relación entre el todo y la suma de sus partes, piensan que “si bien cada propuesta ocupará un lugar propio dentro del festival, todo se une para generar una gran muestra de lo que sucede y se crea en la ciudad y en el país”.

Hacer un festival con estas características es una apuesta que, además de capital, necesitó de impulso y deseo. Las ganas de un grupo que viene de la música, de la producción y de las artes visuales. Un colectivo que se formó en un espacio independiente o de nicho y que con esa naturaleza pensó el Festival Mutante, como un proyecto para “ponérselo al hombro con ganas, muchas ganas, mucho amor y mucha autogestión”.

Para les productores, “lo que se crea en el presente, desde las múltiples manifestaciones artísticas, es lo que crea el documento histórico del momento que nos tocó vivir a una y varias generaciones”. Desde esa perspectiva alquímica, el Festival Mutante aparece como “un espacio para que el arte actual, propio y local se exprese, se encuentre e interactúe en sus múltiples universos”.

Los brazos, las piernas, el torso y la cabeza que venían de lugares al parecer lejanos, formaron un todo armónico que por su naturaleza artística no para de cambiar. La metamorfosis constante de sus piezas muestra la diversidad del producto y es el elemento característico para la identidad del encuentro. “El mutante”, como lo llama el grupo que lo gestó, está programado para convertirse en un punto de encuentro, un lugar donde reunir personas que están haciendo la escena. Una escena que se corre del mainstream, que va por una corriente paralela. El monstruo se desplegará en treinta artistas que estarán abajo del escenario y en seis artistas que van a estar arriba. Festival Mutante tira data, mucha.

Este sábado 4 de junio, el monstruo dará sus primeros pasos y se dará a conocer al público en C: Complejo Art Media (Corrientes 6271, CABA). Sus constructores esperan el aguante necesario para hacerlo crecer, para invitar a que se unan nuevos integrantes a sumar nuevas partes, nuevos aportes y que el Festival Mutante se mantenga en pie durante muchas ediciones más.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia y Revista Kamandi de Argentina. Co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas "Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta" que se transmite por YouTube.