¿Cómo era la Ciudad de Buenos Aires en 1816?

🔙 Poco tiene que ver la estructura actual de la Ciudad con aquella de la época colonial. El historiador Martín Cuesta revela cómo era la geografía de Buenos Aires en 1816 y qué se conserva de ese momento.

El 9 de julio de 1816, en la provincia de Tucumán, 29 diputados se reunieron para formalizar la declaración de la Independencia y la conformación de un nuevo país que más adelante recibiría el nombre de Argentina. Además, en ese mismo año se consolidó la organización del plan continental del General José de San Martín para liberar los territorios de Argentina, Chile y Perú.

Siguiendo con el proceso ya comenzado en mayo de 1810 y bajo la intención de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”, los representantes de las provincias que participaron en ese congreso manifestaron, por primera vez, la voluntad de emancipación no solamente de la monarquía española sino de toda dominación extranjera. 

Por aquel entonces, la Ciudad de Buenos Aires -tal como la conocemos- no existía: en lugar de los altos edificios que hoy se erigen sobre nosotres, se podían encontrar más espacios verdes y enormes casas quintas que pertenecían a las familias más adineradas de la época. 

Buenos Aires tuvo dos fundaciones: la primera fue en 1516 cuando Juan Díaz de Solís denominó al inmenso río de la Plata “Río de Solís” y también “Mar Dulce”; la segunda fue el 11 de junio de 1580 de la mano de Juan de Garay, que volvió a fundar la ciudad que denominó “de la Santísima Trinidad” en el puerto de Santa María de los Buenos Aires.

En diálogo con El Grito del Sur, el historiador Martín Cuesta contó cómo se distribuía la población de la Buenos Aires colonial y reveló que ésta tenía como eje la hoy conocida como Plaza de Mayo: “la plaza no es cuadrada, es rectangular, porque en realidad son dos dameros que en el medio tenían una recova (un edificio comercial, como si fuera una galería en donde había comercios)”. Saliendo de las cuatro o cinco cuadras que rodeaban la plaza central, la Ciudad tenía muchos problemas de sanidad: barro, desperdicios y perros callejeros eran la principal causa de mala higiene.

Saliendo de las cuatro o cinco cuadras que rodeaban la plaza central, la Ciudad tenía muchos problemas de sanidad: barro, desperdicios y perros callejeros eran la principal causa de mala higiene.

En ese momento Buenos Aires miraba al río. “La ciudad se abastecía de agua del río, la gente se bañaba en el río, y se comía mucho pescado (había mucho dorado, mucho surubí, y mucho pejerrey)”, explicó Cuesta. Así que no sería desacertado imaginar a las lavanderas lavando la ropa a orillas del Río de la Plata. 

El barrio porteño de Palermo, que actualmente nuclea numerosos bares y boliches, era por aquellos años una zona bastante alejada de la vida céntrica urbana. En cuanto a la geografía, el dato es que la diferenciación norte-sur era totalmente al revés, ya que -según contó el historiador- “la zona sur era de la primera elite, ahí vivía la clase alta”. 

Sin duda, cambiaron muchos elementos de nuestra ciudad. Con respecto a este tema, Martín Cuesta comentó que la estructura “más o menos se conservó y se fue expandiendo”. Un cambio fundamental radica en que el río fue perdiendo terreno a manos de los porteños y que la barranca que allí se encontraba no existe más como tal, aunque sin embargo dejó sus huellas en esas calles que bajan abruptamente en Paseo Colón. 

¿Podemos decir que ya no queda nada de aquella Buenos Aires de 1816? Eso no sería totalmente correcto, ya que, según palabras del historiador, “lo que sí se conserva es que la plaza sigue siendo el centro político, pero en mayo de 1810 la demanda era en el Cabildo y ahora es enfrente, en lo que era el viejo fuerte de Buenos Aires, sede de la gobernación militar (o del virrey en su momento) y que ahora es la Casa de Gobierno”. 

Este resumido punteo de las principales características de la Ciudad en aquella época es una excusa para recordar que 206 años atrás nuestros antecesores lograron liberarse de las ataduras que ligaban el territorio al dominio español. 

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