Ocho de cada diez personas gordas fueron discriminadas en el sistema de salud

😱 El colectivo La Sublevada elaboró un informe en base a un relevamiento hecho en 2021. El resultado es el sustento teórico de un proyecto de ley de capacitación obligatoria para efectores de salud con el objetivo de garantizar el acceso a la salud integral de personas gordas.

Ocho de cada diez personas gordas fueron discriminadas en el sistema de salud, según un informe elaborado por La Sublevada, el espacio de mujeres y disidencias de Nuevo Encuentro CABA. El relevamiento se inició en 2021 y es parte del sustento teórico del proyecto de ley de capacitación obligatoria para efectores de salud con el objetivo de garantizar el acceso a la salud integral de personas gordas. Además, el mismo reporte recabó que 7 de cada 10 personas refirieron haber recibido comentarios sobre su cuerpo por parte de profesionales de la salud y el 43,46 por ciento recibieron un diagnóstico errado sobre su estado de salud en el sistema actual. 

“El relevamiento surge con la convicción de que era necesario tener números que pudieran materializar ese tránsito para promover diferentes tipos de iniciativas, desde la articulación con instancias del Poder Ejecutivo hasta la iniciativa del proyecto de ley promovido por Mónica Macha”, explicó Magui Valdez, integrante de La Sublevada. “Debemos sensibilizar y transformar el sentido común hegemónico del sistema de salud, que asocia los cuerpos gordos con enfermedades generando situaciones donde el acceso sanitario de las personas gordas no dependa de los diferentes privilegios que puedan tener o no”. 

“Estos números son el fiel reflejo de la violencia sistemática que ejerce el modelo hegemónico de salud hacia los cuerpos gordos simplemente por el nivel de masa corporal. Desde la militancia gorda denunciamos esta mirada peso centrista donde les mediques creen que por el Índice de Masa Corporal (IMC) pueden afirmar si una persona está sana o enferma. Es clave pensar a la salud de una manera integral, no únicamente como un bienestar físico sino mental y social. Salud no es solamente la falta de enfermedad”, señaló Samanta Alonso, militante por la diversidad corporal y poeta.

Magui Valdez, integrante de La Sublevada.

La patologización de personas gordas se basa en presumir que padecen de una enfermedad solo por su IMC y eso da lugar a procesos médicos y sociales que generan prácticas de violencia y discriminación. De hecho, el 69,43 por ciento de las personas que participaron del relevamiento calificaron la atención en salud que reciben de «regular» a «muy mala». En esta realidad también pondera un sesgo de clase, ya que el 33,33 por ciento de las personas respondieron que eligieron atenderse en consultorios privados por recomendaciones y en la búsqueda de profesionales no pesocentristas. Así, se limitan las posibilidades de quienes solo pueden acceder al sistema público o de obras sociales exponiéndose a maltratos y vejaciones.

“La experiencia de las personas gordas en los consultorios es bastante violenta porque nos mandan a bajar de peso independientemente de lo que nos pase sin analizar nuestra historia clínica. Además, siempre hay algún comentario que nos hace sentir mal. A veces esperamos meses para tener una cita en la que somos vulnerados y nuevamente no encontramos una solución. Hablamos siempre del privilegio delgado para referirnos a la diferencia de trato, porque si aparece una persona flaca le van a preguntar por los demás factores que implica su salud y no va a quedar todo supeditado a su peso desde el momento en que ingresa al sistema médico”, continúó Samanta. 

El proyecto de ley presentado busca asegurar el respeto y la no discriminación de las personas gordas por parte de los equipos de salud, protegiendo a las mismas de toda forma de violencia institucional, desplegando políticas de capacitación y comunicación tanto hacia el interior de las instituciones de salud, como hacia el resto de la sociedad. Esto es fundamental para pensar nuevos paradigmas de la salud capaces de formar un modelo de atención despatologizante con base en la evidencia científica disponible y la experiencia de profesionales y equipos de salud formados con perspectiva de diversidad corporal y de cuidado integral de la salud de las personas gordas.

Según el INADI (2020), “el efecto del discurso gordofóbico se traduce en consecuencias que van desde alentar el desarrollo de trastornos de salud como la depresión, la anorexia o la bulimia, hasta favorecer la reproducción de estereotipos de género relacionados con la cosificación de las mujeres y la reducción de los cuerpos a objetos de valoración y consumo, cuando no acaba siendo expresado en el ejercicio de un acto discriminatorio e incluso un acto de violencia gordo-odiante”. Por estos motivos, se vuelve fundamental pensar un nuevo paradigma despatologizante e inclusivo, como vienen militando los activismos de la diversidad corporal. 

“El IMC se encuentra determinado por la Organización Mundial de la Salud, la misma que hasta los 90’ tenía a la homosexualidad en su lista de enfermedades mentales. Las cosas definidas por la ciencia nunca son inocentes y siempre tienen un objetivo que en este caso es la normalización de los cuerpos y limitar la matriz de derechos a la que puede acceder la diversidad corporal”, reafirmó Valdez.

“Hay una cuestión muy arraigada en el sistema médico respecto a los cuerpos gordos que es que el gordo es gordo porque quiere. Así justifican la vulneración del derecho a la salud integral y nos estigmatizan como que no tenemos fuerza de voluntad cuando a cualquier otra persona que padece una enfermedad no se la marginaría del sistema como castigo”, aseveró Alonso. “Creemos fuertemente que todos estos comentarios del sistema médico, de los medios de comunicación y de las revistas nos hicieron mucho más daño a nuestros cuerpos y cómo nos vinculamos con ellos, con la comida y con la imagen corporal que cualquier otro problema que nos podría traer la gordura en sí”, finalizó.

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