“Si daña a tus hijxs, si rompe o arruina tus cosas, si maltrata a tus seres queridxs, si te dice que va a darte donde más duele, es violencia vicaria”, anuncia un flyer con una bandera roja en la cuenta de Instagram de Mónica Macha. Es que semanas atrás la diputada y presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara Baja presentó un proyecto para que se incluya la violencia vicaria en la Ley 26.485 (de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales) a fines de terminar con el halo de indiferencia y el vacío legal que la rodea.
La violencia vicaria se entiende como aquella «que se ejerce sobre hijas/os, objetos, animales o personas afectivamente significativas para la mujer con el objetivo de hacerle daño”. La misma puede manifestarse como una agresión psicológica, física, sexual, económica, vincular y/o judicial sobre les hijes de la mujer o como un obrar negligente de manera sistemática; es decir, puede cometerse por acción u omisión. Al día de hoy dicha violencia no está tipificada dentro de nuestro ordenamiento jurídico, dejando a la deriva a mujeres y personas feminizadas que la padecen. La misma tiene su costado más cruel cada vez que se ejerce sobre la red afectiva de la mujer para producir daño psicológico.
“Lo que me motivó a pensar en este proyecto es la relación que he tenido en estos años con madres protectoras, esas mujeres que defienden a sus hijes de situaciones de abuso sexual, en la gran mayoría situaciones que fueron llevados a cabo por familiares u otro varón de la familia. Surgió en el proceso de acompañar esos procesos judiciales que se vuelven de una violencia judicial sin precedentes donde no hay salida y se estancan en una encerrona trágica. No solo porque no son escuchadas y se les abren causas a ellas, sino porque hay todo un proceso que va desde las pericias hasta la Cámara Gesell que es una y otra vez la vulneración de los derechos de les hijes”, aclara la diputada que trabajó con organizaciones como Alerta por Martin, Justicia por la niña arco iris, Yo si te creo, Mundanas, Shalom Bait y Red Viva, entre otras.
En Argentina -por la falta de marco legal- aún no se cuenta con datos certeros sobre violencia vicaria; sin embargo, diferentes entidades utilizan la figura del femicidio vinculado para referir a parientes que fallecieron a causa de un intento de femicidio o una situación de violencia asociada a la mujer, muchas veces con el fin de hacerle daño. El 25 de mayo, el Observatorio Ahora que sí nos Ven ya había contabilizado 22 femicidios vinculados este año. Por su parte, la Casa del Encuentro contabilizó 191 femicidios vinculados de niños y adultos varones entre el primer y el último Ni Una Menos.
“Muchas veces, los varones violentos cuando ya no pueden acceder a quien fuera su pareja, empiezan a tener comportamientos agresivos contra los hijos e hijas como una forma de dañar a la mujer. Miles de veces escuchamos frases del estilo `te voy a pegar donde más te duele´ por parte de varones violentos: o descuidan la alimentación, higiene o medicación de los hijos e hijas, o los exponen a peligros con el único fin de enviar un mensaje a la mujer, de seguir haciéndole daño, ahora de forma indirecta, a través de otros cuerpos”, aseguró Macha en sus redes sociales sobre este tipo de comportamiento.
El eje central de la iniciativa es reconocer que la violencia vicaria es parte de los motivos de la violencia de género, poder caracterizarla y situarla a fin de elaborar políticas públicas. Además la norma apunta a prevenir, ya que como se lee en sus fundamentos “es necesario erradicar la pauta cultural que lleva a descalificar las amenazas y a descreer de ellas sin tener en cuenta que quien amenaza con atentar contra la integridad de su propio grupo familiar, es porque en algún momento si se dan las condiciones puede ser llevado a la práctica”.
“La violencia vicaria aparece cuando se puede ubicar que hay un desplazamiento de la violencia que en un momento es hacia las mujeres por parte de una pareja o ex pareja y luego se ejerce sobre sus hijes. Los procesos pueden ser muy variados, nosotres trabajamos con la definición de Sonia Vaccaro, una argentina radicada en España, y con la clasificación de Bárbara Porter que es una psicóloga chilena que establece siete formas de la violencia vicaria y una de ellas es el abuso sexual en infancias y adolescencias”, plantea Macha.
Para Vaccaro, psicóloga clínica y perita judicial que desde hace más de dos décadas trabaja con mujeres que han sido violentadas por razones de género, este fenómeno “es un tipo de violencia por desplazamiento o sustitución hacia la red afectiva de la mujer para producir en ésta daños irreparables” y en ese sentido logró teorizarlo en 2012. Para ella, bajo esta modalidad les niñes se convierten en meros objetos sobre los cuales cae una dimensión comunicativa y sobre los que ejercer una violencia que afecte a la mujer o persona feminizada que se busca herir “(…) para estos individuos no son sus hijxs, son objetos que utilizan para seguir maltratando. De hecho, la misma amenaza que ellos dicen, es que te quitaré a los hijos, te daré donde más te duele, entonces está implícita la condición de objeto. No amenazás con eso si no es un objeto porque si es un sujeto y alguien a quien quieres no se te puede ocurrir con amenazarlo con hacerle algo malo a ellos”, enfatiza la profesional citada en el proyecto. En ese sentido, la existencia de una ley se vuelve indispensable para pensar las maneras de mitigar daños, abordar los procesos judiciales y contener a les sobrevivientes.
En caso de avanzar la iniciativa en ciernes, se podría consagrar como otra batalla ganada para el movimiento feminista argentino que desde hace décadas se plantea cómo dar un marco jurídico adecuado a las violencias que afectan a mujeres y feminidades aprendiendo a nombrarlas y enunciando de manera ferviente sus consecuencias al grito de Ni Una Menos.
