De ahijada de Roca a machi pampeana: la historia de María Hortensia

✊🏼 María Hortensia Roca, nieta del cacique Calfucurá, fue tomada cautiva a los seis años y apadrinada por Julio Argentino Roca. Pero en lugar de quedarse bajo su protección, decidió volver a sus raíces mapuches y liderar una revuelta.

Algunos años después de la Conquista del Desierto, una mujer mestiza que se convirtió en machi luchó por reivindicar la espiritualidad indígena y por mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las tribus del oeste bonaerense. Esta es la historia de María Hortensia Roca, nieta del cacique Calfucurá, tomada cautiva a los seis años y apadrinada por el general Julio Argentino Roca. 

María Hortensia nació en 1865 en tolderías cercanas a Bahía Blanca, seis años después fue tomada cautiva por tropas del Ejército y trasladada a la Capital por Roca, quien la hizo entrar a trabajar en el servicio de la casa de su primo, Máximo Paz. Años después, el expresidente argentino le dió su apellido, fue bautizada y enviada a un colegio para recibir educación formal. A los 22 años, María Hortensia contrajo matrimonio con un sargento, Juan Martínez, y juntos fueron enviados a trabajar a la estancia La Larga (actual partido de Daireaux), propiedad de Roca y que él mismo llamaba su “refugio respecto a los asuntos públicos”.

En un contexto marcado por el modelo agroexportador y la discriminación étnica, al  enviudar María Hortensia decidió abrir las tranqueras y abandonar La Larga con su hijo. Juntos emprendieron un viaje por la llanura pampeana y recorrieron las tolderías que aún quedaban en pie luego de las atrocidades de la Conquista del Desierto. Durante su viaje, que significó una vuelta a sus raíces indígenas, María se encontró con parcialidades de la tribu de Catriel, liderada por su viuda, Bibiana García. Bibiana, machi y cacica de su tribu, además de ser una fuerte influencia y compañera para María Hortensia, fue quien la inició en su camino para convertirse en machi.

Era el año 1900 cuando María Hortensia visitó las tolderías de Simón Coliqueo (en el actual partido de General Viamonte) y vio con sus propios ojos la difícil situación económica que estaban atravesando. Influenciada por su experiencia con Bibiana, María Hortensia sintió que era su deber ayudar a la comunidad a habitar esta nueva realidad en la que había mayores vínculos con los hombres blancos, sin que eso significara abandonar por completo la cosmovisión y costumbres mapuches. Así,  realizó celebraciones tradicionales, transmitió conocimientos -hablaba mapudungun y lo hizo hasta el fin de sus días- y advertencias a través de sus relatos y otorgó consejos a los habitantes de la tribu. Estas acciones chocaban con el modo de pensar y de actuar del cacique Coliqueo, quien no permitía que en su tribu se realizaran ceremonias de raíz originaria debido a que priorizaba la asimilación cultural. 

Los actos de María Hortensia fueron considerados por el cacique Coliqueo como una sublevación en su contra, por lo tanto, pidió ayuda a las autoridades para controlar la situación. Es entonces que el Juez de Paz ordenó la detención de la machi y cinco personas más. Los dejaron en libertad bajo condición de que no volvieran a la tribu. Sin embargo, María Hortensia y sus compañeres regresaron a las tolderías donde fueron recibidos con grandes muestras de cariño y alegría. 

María Hortensia y sus partidaries planificaron un Nguillatún (ceremonia mapuche de petición y/o agradecimiento), que fue llevado adelante por la machi. Pero la celebración fue reprimida por Coliqueo, que se presentó en el lugar junto a un oficial y seis sargentos. Los participantes de la ceremonia desobedecieron la orden de finalizar la reunión y se generó un enfrentamiento en el cual mujeres y hombres pelearon, incluida María Hortensia, contra las autoridades. El combate finalizó con tres muertos, algunos heridos y 16 hombres y 38 mujeres presos. 

María Hortensia Roca y las mujeres que fueron presas junto a ella, muchas de ellas con sus hijes. Foto: Archivo del Museo Historico Regional Padre Meinrado Hux.

Fue tal la repercusión que el diario La Prensa envió un cronista desde la Capital para cubrir los hechos y se publicaron notas cuatro días consecutivos sobre la machi rebelde y las mujeres que fueron encarceladas junto a ella. 

Recorte del diario «La Prensa» sobre el conflicto que refiere a María Hortensia como «una mujer misteriosa». Foto: Archivo del Museo Historico Regional Padre Meinrado Hux.

Un año después, ya en libertad, María Hortensia, fue entrevistada por el diario El Independiente cuando se encontraba en Trenque Lauquen para el velatorio de su primo, el cacique Tacunao. En el momento en el que le preguntaron qué retribución esperaba por darle buenos consejos a los suyos, contestó: “Retribucion no espero ni quiero de ninguna clase, solo un amor a los de mi raza me obliga a este sacrificio, quiero que sean buenos, quiero que se ilustren, quiero que trabajen para ganarse la vida, pues en el siglo XX me parece que hora sería que los de mi raza pudiesen entrar en la sociedad: soy nieta del general Juan Calfucurá, heredé del mismo una fuerza de voluntad superior a la de mi sexo y he de morir en la demanda de que Coliqueo tiene que venir abajo por mi causa pues no merece ser cacique quien da malos consejos a los de su tribu». 

Después de la revuelta en la tribu de Coliqueo, María Hortensia -quien nunca dejó de mantener una relación epistolar con Roca- le dió una pausa a su deambular y se radicó de manera permanente en 30 de Agosto, un pueblo cercano a Trenque Lauquen. Manteniendo vivo el amor por los suyos, allí pasó una vida tranquila junto a su familia hasta su fallecimiento en el año 1943. María es recordada hasta el día de hoy por su bondad, sus capacidades curativas, su sabiduría y su predisposición de ayudar a quienes lo necesitaran. 

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