Historia y actualidad del fútbol femenino en Argentina

⚽️ En el Día de la Futbolista, El Grito del Sur presenta un recorrido por la historia, el presente y el futuro del fútbol femenino en nuestro país. “Hablamos de pararnos en la cancha como en la vida, del juego como una revolución, y del fútbol como un derecho”, explica Mónica Santino.

“Si vos no sabés de dónde venís no sabés quién sos ni para donde vas. Es necesario recuperar la historia de nuestro fútbol, hilvanando puentes entre generaciones. Esa es una herramienta muy poderosa en nuestra lucha”, inicia en diálogo con El Grito del Sur Mónica Santino, ex jugadora de fútbol y directora técnica de La Nuestra Fútbol Feminista en la Villa 31.

Es un gran logro haber rescatado del olvido la historia del fútbol femenino, hablar de quienes jugaron hace 100 años, de las que participaron de un mundial en el año ‘71 y poder celebrar el Día de la Futbolista. Estamos construyendo la representación de mujeres y diversidades en el fútbol, aunque todavía sigamos escuchando que no jugamos ni dirigimos tan bien como los varones o que no sabemos de fútbol”, agrega Mónica.

El 21 de agosto se celebra en nuestro país el Día de la Futbolista, en conmemoración a la fecha en que la selección nacional de fútbol femenino le ganó a Inglaterra en el Mundial de México en 1971, segundo torneo protagonizado por mujeres. Fueron las Mundialistas quienes dieron inicio a esta fecha histórica que hoy es Ley Nacional.

Los inicios del fútbol femenino fueron dispersos. Los primeros recortes de diarios que mencionan partidos entre mujeres datan de 1923. El diario La Vanguardia, el 13 de octubre de ese año, tituló “El match femenino de football”, donde veintidós mujeres divididas en dos equipos (Argentinas y Cosmopolitas) jugaron el primer partido de la historia del país, en la antigua cancha de Boca. El periódico informa que las mujeres fueron organizadas por un empresario con una única finalidad, una parodia para hacer negocio. El diario Crítica, por su parte, le da más lugar al encuentro en su edición: “atrajo gran concurrencia el primer partido de ‘football’ disputado por mujeres”, anuncia en su segunda página. 

Fotos: Florencia Ferioli

¿Qué pasó desde ese primer partido de mujeres hasta hoy? 

Desde 1991, el fútbol femenino es reconocido por la AFA. Sin embargo, su semi- profesionalización llegó en 2019, luego de un reclamo histórico de las jugadoras y un rol fundamental del feminismo. Desde ese entonces, parte de las jugadoras de los planteles de primera división comenzaron a ser tenidas en cuenta como trabajadoras, lo que implica tener contratos, que perciban salario (equiparado a un jugador de primera C masculino) y obra social. 

La profesionalización del fútbol no es completa, porque los contratos no son para la totalidad del plantel. Es un camino que está en construcción”, sostiene Mónica. “Se ganó muchísimo en términos de visibilidad política y social, incluso todos los partidos de fútbol femenino de primera división se televisan en señales del Estado. Hoy no es lo mismo ser futbolista que cuando jugábamos nosotras”. 

Sin embargo, según ella, “persisten gran cantidad de agujeros relacionados con la falta de profesionalismo y con las condiciones de entrenamiento en los clubes: los partidos se suspenden porque no hay ambulancia ni cuerpo médico, hay canchas que no tienen luz ni agua.” Y concluye: “hoy ninguna jugadora puede vivir de su salario como profesional. Tampoco hay lugar para las divisiones inferiores, los clubes no tienen la infraestructura para recibir jugadoras de fútbol jóvenes. Además, falta perspectiva de género en las ligas y en lo dirigencial. Hay que pensar para un futuro una liga nacional, que incluya clubes de todo el país y que genere nuevas fuentes de ingresos”.

Los logros obtenidos por la militancia y la lucha feminista fueron el puntapie inicial para poner en primera plana la identidad colectiva, el derecho al juego y la recuperación historica de las Mundialistas y las Pioneras del fútbol femenino, dignificando a aquellas jugadoras que pasaron años en el olvido. “El fútbol de mujeres ingresó al movimiento feminista como una demanda. Nuestra militancia ayudará a deconstruir este deporte, en el mismo espacio donde se instalaron enormes prejuicios con respecto a nuestros cuerpos y formas de comportarnos en la sociedad. Nuestra cultura ha construido una masculinidad que tiene arraigo en mitos, literatura y folklore. Nosotras ahí estamos ganando espacios. Las diferencias entre el fútbol femenino y el masculino son culturales. Llevan años de ventaja en institucionalización, industria, desarrollo, apoyo social y económico. Deconstruir eso va a ser una gran batalla ganada en el patriarcado”, afirma la DT.

Fotos: Florencia Ferioli

En 2018 Lucila Sandoval creó la organización Pioneras del Fútbol Femenino, que homenajea y reúne a las exjugadoras, entre ellas, a las Mundialistas que el 15 de agosto de 1971 salieron a la cancha por primera vez representando la camiseta argentina en México, compitiendo contra Inglaterra, Dinamarca, Francia, Italia y México.

El estadio Azteca recibió 110 mil personas gritando al unísono. Nunca antes la selección nacional había jugado frente a tanto público. Llegaron sin tener botines ni director técnico, pero con la frente en alto y el pecho erguido. “Argentina juega, Argentina gana, Argentina hace lo que le da la gana”, coreaban en los micros.

Angélica Cardozo fue quién inauguró el contador de tantos, anotando el primer gol del Mundial a la selección de México. El segundo partido fue contra Inglaterra el 21 de agosto. La selección nacional le ganó 4 a 3, con cuatro goles de Elba Selva. Fue la primera selección argentina de fútbol en ganarle a Inglaterra en un Mundial. Sin embargo, en la historia del fútbol la selección que llevó en alto la camiseta no existió.

El plantel argentino estaba compuesto por: Ofelia Feito, María Ponce, Susana Lopreito, Maria Fiorelli, Marta Soler, Angélica Cardozo, Zunilda Troncoso, María Cáceres, Virginia Andrade, Betty García, Blanca Brúcoli, Elba Selva, Eva Lembessi, Marta Andrada, Virginia Catáneo, Zulma Gómez y Teresa Suárez.

Durante muchos años, el fútbol femenino ocupó un lugar de marginalidad y hace poco tiempo comenzó a abrirse un camino lento de equidad y de visibilidad. “Hace 20 años eran espacios de resistencia máximos, te ibas con mucha bronca de la cancha. Lo que nos decían lo dábamos vuelta en forma de humor. Algo que en la época de militancia de la CHA aprendí de las compañeras travestis/trans, es que los insultos que te dicen, hay que apropiarlos y devolverlos en forma de chiste”, recuerda Mónica Santino.

Fotos: Florencia Ferioli

Para ella, el fútbol es su vida. “Es el aire que respiro, es quién soy, es cómo me explico, es mi familia, mi viejo, mi abuelo. Es donde soy sin dobleces y es el camino de libertad, la posibilidad de ser yo misma”. Y añora para un futuro que sea organizado de una forma equitativa, entendiendo que vivimos en un sistema capitalista y anhelando que ese reparto sea más justo. “Algo parecido a lo que pedimos socialmente fuera del ámbito del deporte, que no se enriquezcan siempre los mismos y se adueñen del juego de los pueblos. El fútbol es eso: el juego de los pueblos”.

La ex jugadora afirma que siente un profundo orgullo por sus compañeras, junto a quienes fueron ganando visibilidad “abriendo la cancha para que entren todos los cuerpos posibles. Hoy hay tres chicas trans jugando en clubes de primera división”. Y explica que en la actualidad “asistimos a una explosión de áreas de género en los clubes más tradicionales, muchos espacios feministas de militancia, de hinchas y compañeras que aman a sus clubes están en una pulseada, tratando de torcer el brazo del patriarcado”.

Al mencionar a La Nuestra Fútbol Feminista, equipo de fútbol integrado por mujeres y diversidades de la Villa 31, Mónica proclama que “hablamos de pararnos en la cancha como en la vida, del juego como una revolución, y del fútbol como un derecho”. 

Las mujeres jugando al fútbol aprendieron que “no hay nada más importante que tu compañera, que las transformaciones son colectivas, que podés usar tu cuerpo de una manera agresiva, plantándote en la cancha (a nosotras que siempre nos enseñaron a ser sumisas, pacientes y buenas). El derecho al juego es recuperar la dignidad, encontrar un lenguaje y nuevos vínculos. Lo primero que hay que hacer para poder jugar es levantar la cabeza y pasar la pelota”, expresa la directora técnica.  

Fotos: Florencia Ferioli

Para jugar al fútbol necesariamente tenés que mirar a la que está a tu lado, “a la par de estar pendiente de una pelota”. Para ella, la cuestión vincular y el accionar colectivo en el fútbol es “maravilloso”, porque enseña que podés ser talentosa, pero si no te pasan la pelota no podes avanzar en la cancha. Y eso lo considera como un aprendizaje de vida enorme. 

“Empezas a entender que la tarea doméstica puede ser compartida, que tenés el derecho a jugar, aprendés un lenguaje nuevo, dejando de lado el histórico homofóbico y racista. Aprendés a empoderarte, porque la violencia de género siempre funciona de una manera salvaje en la vida”. Y expresa que “pararte en una cancha de un barrio y habitarla, territorio del cual siempre nos expulsaron, es importantísimo. Es un espacio donde nunca se va a construir una casa, es un terreno casi sagrado a la vista del barrio y que un grupo de mujeres con pecheras y conos esté haciendo un entrenamiento, es vital”.

El fútbol es transformador para quienes lo practican. Es un trabajo arduo internalizar el placer como históricamente las mujeres han internalizado el deber. El partido, entonces, es contra el patriarcado.

La directora técnica es optimista respecto del fútbol femenino y piensa que hoy “somos un gran aire fresco”, pero que todavía falta profundizar la desbinarización del deporte. “Es una estructura construida en una estantería absolutamente binaria, entonces hay que poner en marcha diferentes herramientas para que haya justicia para todos los cuerpos posibles”.

“Cuando hablamos de fútbol feminista en La Nuestra, hablamos de un fútbol con conciencia política, de clase y de género. No somos únicamente un grupo que entrena, aunque nos gusta entrenar mucho y bien. También pensamos y problematizamos acerca de cómo ser futbolista en un barrio, aportando al movimiento y militancia”. “Nosotras éramos fantasmas y en este tiempo ser jugadora de fútbol tiene contundencia e importancia. Hay un camino muy largo por recorrer, pero siempre hay que recordar la semi profesionalización y el Día del Futbolista. Eso significa recordar una lucha encadenada de muchas generaciones que permitió que estemos donde estamos hoy, recordando a las que lloraron, a las que echaron de las canchas, que las insultaron y que fueron heridas y negadas. Se celebra, se conmemora y se pone el acento en todo lo que falta. Es muy importante tener un día propio porque lo que no se nombra no existe” concluye Mónica.

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