“Los que no quieren ver”: otro ensayo sobre la ceguera

👩‍🦯 El primer documental de Graciela De Luca busca retratar el vínculo amoroso entre dos personas no videntes corriéndose de la mirada infantilista de la discapacidad.

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Natalia y Daniel son una pareja que comparte su cotidianeidad como cualquier otra, o al menos así sería si no fuera porque ambos son ciegos en un mundo pensado para y por videntes. “Los que no quieren ver” es el primer largometraje de Graciela De Luca que busca retratar el vínculo amoroso entre dos personas no videntes corriéndose de la mirada infantilista de la discapacidad. Con una espontaneidad desprejuiciada, la película muestra las herramientas que elaboran para manejarse en la diaria, la pasión por el deporte, el afecto de la familia y los obstáculos en la sociedad.

El documental, que acaba de tener una función adaptada en el Gaumont, obtuvo el Premio Mejor Guion Nacional en el Festival Cine del Fin del Mundo (2022), fue seleccionado en el Festival de Cine de los Glaciares en El Calafate y fue declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación. 

Si bien Graciela conoció a les protagonistas con anterioridad, la idea del film surgió mientras la realizadora leía “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago y fue esta novela la que marcó su manera de reflejar la historia, entre planos desenfocados y nítidos. De Luca es maestra y realizadora audiovisual y antes participó en los cortometrajes «Año nuevo para Laura» (2007), «Próximo Tren» (2009) y «Sin querer» (2013). 

El Grito del Sur habló con la directora sobre su experiencia personal trabajando con personas ciegas, la discriminación estructural y quienes son realmente los que evaden la vista.

¿Cómo surge la idea de hacer el documental?

El germen de la película es multicausal. Por un lado, yo venía haciendo cortos y ya tenía ganas de embarcarme en un largometraje. Por otro lado, jugando al fútbol conocí a Daniel y me fascinó cómo se manejaba. Cuando empecé a compartir su cotidiano logré romper el estereotipo de ciego que llevaba en la cabeza como personas grises que piden limosna, que están fuera del sistema, que no se adaptan a la sociedad. Sumado a esto estaba leyendo “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago. Todo llevó a plantearme la necesidad de contar una historia de amor cotidiano de personas que no ven, porque es algo que no se conoce.

¿Cómo fue la experiencia de filmar con personas ciegas?

Fue difícil porque el sentido de la vista es primordial para un rodaje. Tuvo que ser un rodaje muy cuidado por el tema de los desplazamientos, incluso cuando ellos no estaban en escena, para que no se lleven por delante algo. Son otros tiempos que cuando se hace una película con personas videntes.  

¿Crees que las relaciones amorosas cambian entre videntes y no videntes?

Yo no vi diferencia en cuanto a la atracción. Sí siento que las personas no videntes tienen mucho más presente el tacto, la caricia, algo más protector. Cuando los ciegos son pareja se llevan de la mano o va uno adelante del otro agarrado del hombro como guía. Hay permanente contacto físico.

¿Cómo te interpeló hacer esta película?

A mí conocerlos me deslumbró desde el primer momento. Creo que como sociedad conocemos muy poco del mundo de las personas ciegas. Uno de los objetivos de la película es sensibilizar e interpelar al espectador para lograr una sociedad más justa y equitativa. Se trata de llamar la atención sobre este colectivo minoritario al que muchas veces no podemos ver.

¿Creés que la sociedad podría hacer más para adaptarse a las personas no videntes?

Yo creo que se están haciendo cosas, pero faltan. Nos cuesta mucho empatizar con colectivos minoritarios. En la función adaptada hubo muchas personas normo visuales que aprendieron lo que es el proceso de audio descripción y no les molestó. Esto es un indicio de que se puede hacer un cine inclusivo. Quizás llegue un día en que podemos escuchar una película juntos todos y todas sin tener que mencionar la palabra inclusión.

¿Cómo fue la experiencia de la función accesible? ¿Cómo se conectan las personas ciegas con el cine y en qué punto creés que colabora esta película?

La función fue maravillosa porque vinieron personas ciegas, con discapacidad auditiva y motriz -a las cuales no les es fácil el desplazamiento- desde diferentes partes del AMBA. Estaban todos muy conmovidos; de hecho, hicimos un debate posterior que duró hasta las diez de la noche y nadie se fue. Estaban muy emocionados con la habilitación de la palabra. Creo que esto demuestra una necesidad urgente de encontrar espacios donde puedan expresarse.

El nombre de la película es “Los que no quieren ver” y ambos protagonistas dicen que no es su prioridad volver a ver si pudieran. ¿Cuándo elegís este título te referís a la indiferencia de la sociedad o a la decisión de las personas no videntes?

El título es un juego entre las dos cosas. Un poco refiriéndome a aquellos “ciegos que viendo no ven”, como dice Saramago, que seríamos nosotros que no podemos ver a las personas que tienen una diferencia y otro poco a ellos que dicen que no necesitan volver a ver porque lograron ver de otra manera, lograron adaptar su mundo a su discapacidad. Un poco la moraleja es que se puede ser discapacitado y hacer las mismas cosas que la gente que ve. Lo que pasa es que tiene que estar esa posibilidad, en la vida como en el cine. En Argentina tenemos una ley de medios que en su artículo N°66 habla de accesibilidad y no se cumple. Ni siquiera todas las películas están subtituladas para las personas con hipoacusia. Es una deuda que tenemos.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
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