«La Argentina puede ser potencia mundial en el desarrollo de videojuegos»

🕹️ Investigador de videojuegos, Federico Onaha habla sobre el desarrollo de una industria en pleno crecimiento, con superávit de empleo y que genera un ingreso cada vez mayor de divisas.

Federico es un pionero. De los que inaugura un área y estudia temas que pocos estudian en el país. Entre E-Sports y plataformas, Federico Onaha investiga el pujante y joven mercado de los videojuegos en Argentina. Un sector dinámico y en franco ascenso que creció en los últimos años, que genera ingreso de divisas y cuenta con un superávit de empleo. Investigador del Observatorio de Políticas Culturales y Culturas Políticas del Centro Cultural de la Cooperación, Onaha señala: «tenemos que desarrollar videojuegos desde Argentina y para Argentina». En diálogo con El Grito del Sur habla sobre desarrollo local, políticas públicas y el potencial de un mercado en crecimiento.

¿Cómo se encuentra el mercado de los videojuegos en Argentina?

Cuando uno habla de videojuegos debería hablar de tres cuestiones distintas: primero los servicios, porque necesitás gente que se dedique al arte, al guión, actores y diseño, algo más amplio de lo que se podría pensar a priori. Éste es el sector más desarrollado dentro de la industria y, de hecho, en términos generales se habla de superávit de empleabilidad: se necesita más gente de la que hay. En segundo lugar, el desarrollo entero, crear el videojuego y tener la propiedad intelectual. Es una industria más incipiente porque es más cara, se necesita toda la plata para la inversión y al mismo tiempo garantizar la distribución. Está en franco crecimiento, pero no alcanza el nivel de desarrollo de los servicios. Y por último, el tema de los E-Sports, del gaming, yo les llamo atletas. En Argentina está creciendo bastante con grandes marcas y atletas profesionales que vienen a poner plata para armar sus propias escuderías.

¿La dificultad para el desarrollo integral tiene que ver con la falta de recursos económicos?

El problema principal radica en el mercado. La industria del videojuego es un mercado muy globalizado donde casi no hay mercados regionales. El jugador de acá compra videojuegos de cualquier parte del mundo. Es difícil que un videojuego sin tanta trayectoria se instale en un mercado mundial. Sin embargo, hay señales que están buenas: en Brasil está creciendo el sector y el eje está en cómo se construye un mercado local. Nadie va a dejar de jugar al FIFA, pero por qué no probar un videojuego con una identidad argentina o hecho acá. Hoy cuando entrás a las grandes tiendas no te enterás de su origen. Y el tema del financiamiento es que hoy la industria del videojuego no tiene un nomenclador específico y el Estado no tiene la data específica de facturación del sector y se encuadra dentro de la industria de software genérica.

Fotos: Cecilia García

¿Cuál es la potencialidad de generar un vínculo entre Estado y mercado de videojuegos?

Esta industria ya hace que entren dólares a Argentina y podría hacer que entren mucho más. Pero el mismo tema afecta al sector: en un esqema de bimonetización, muchos de estos ingresos no pasan por el mercado controlado o cambiario, como pasa con el agro o cualquier matriz exportadora donde se disputa la brecha cambiaria. Hay salidas virtuosas, ahora hay reglamentaciones que te permiten exportar hasta mil dólares. Pero, al mismo tiempo, las comisiones bancarias afectan estos ingresos. Uno de los desafíos es ver de qué manera se formaliza este sector en determinados temas para que entren en un esquema formal de exportación.

¿Qué otras experiencias exitosas se pueden replicar?

Son interesantes los ejemplos de algunos países nórdicos como Finlandia o Canadá, que son grandes productores y fueron acompañados desde el rol del Estado: con financiamiento, subsidios o tasas subsidiadas. Hoy la tecnología ha hecho que el desarrollo del videojuego no sea tan caro: a veces necesitás una mejor computadora para jugarlo que para desarrollarlo. Pero hay que ver los ciclos productivos de cada estudio y los recursos humanos, que son afectados también por la bimonetización porque mucha de esta gente ve que le conviene trabajar para afuera, aún si trabaja sin seguridad social o prestaciones. Uno de los grandes desafíos estatales es ver cómo los pibes que quieran desarrollar videojuegos lo hagan desde Argentina y para Argentina. Y también hay una construcción afectiva: no es lo mismo desarrollar todo el videojuego que aportar una partecita.

Fotos: Cecilia García

¿Creés que hay una subestimación del potencial de los E-Sports? ¿Se puede pensar una liga argentina oficial de E-Sports?

Sin duda. Lo primero que se piensa cuando habla de videojuegos, uno tiende a pensar en el pibe sentado en la computadora con el cabezal y la silla gamer, pensado para juegos competitivos y contra otras personas. Acá están habiendo mucho eventos, patrocinados por marcas que ven un gran mercado, pero también por municipios, intendencias y gobernaciones que están empezando a ver esto. Hay una escudería nueva que se llama 9Z que está tomando mucho volumen y que tiene un claro tinte argentino y todos sus jugadores son de acá. Hay una identidad muy clara y cualquier gamer se ve más representado por eso. Respecto a las ligas, hay que poner el ojo en cómo se desarrollan más allá de los grandes espectáculos o los ultra profesionales con salarios fijos. Hay que poner el ojo en las comunidades para que esas experiencias puedan ser replicadas en distintas latitudes del país. Ahí es crucial el apoyo estatal.

¿Cómo te imaginás un mercado argentino de videojuegos de acá a 10 años?

Tal vez «potencia mundial» suena muy optimista, pero sí una potencia. En desarrollo de videojuegos tenés que crear una experiencia que la gente quiera pasar. Y acá hay material humano de sobra. Ya hay varias universidades que tienen licenciaturas, estudios y de acá a 10 años creo que hay muchas posibilidades. El sector privado y el público tienen que compatibilizarse para que podamos competir con cualquier otro país del mundo en dinámicas de videojuegos. Hace poco estuve en Río Grande y un chico contó su historia, que me pareció muy conmovedora: un pibe con problemas de vinculación que contó que realizó una diplomatura a distancia en la Universidad de Avellaneda y está trabajando remoto como testing, probando fallas o errores en los juegos. Comentó que estaba por entrar a trabajar a una panadería pero que ahora, laburando de esto, era la primera vez en su vida que se despertaba contento. Hay muchos pibes que se pueden sentir contenidos económica y afectivamente.

Fotos: Cecilia García

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
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