«Las colecciones de los museos legitiman los modos de vida»

🏳️‍⚧️ Luego de haber instituido por primera vez el cupo travesti, trans y no binario en el Salón Nacional de Bellas Artes, Federica Baeza, directora del Palais de Glace, reflexiona sobre cómo hacer más inclusivo el dispositivo museístico.

“¿Cómo vas a querer participar del museo si sus relatos sistemáticamente te niegan?”, se pregunta Federica Baeza, dando cuenta de esa hegemonía heteronormada en torno a la cual se fraguó la historia del arte y que después de siglos comienza a ponerse en tensión.

Federica “Feda” Baeza es doctora en Historia y Teoría de las Artes en la Universidad de Buenos Aires y se dedica a la investigación, a la crítica y a la curaduría. Si bien asumió al frente del Palais de Glace en abril de 2020, el quiebre se dio en noviembre de 2021 cuando fue designada por su nombre autopercibido según lo indica la ley de Identidad de Género, convirtiéndose en la primera persona trans en ocupar ese lugar. Desde ese momento, como lo expresaron institucionalmente, su programa de gestión se propuso “no sólo poner en diálogo diversos lenguajes artísticos, sino dar cuenta de las transformaciones sociales que operan más ampliamente en el campo de la cultura”. 

Luego de haber instituido por primera vez el cupo travesti, trans y no binario en el Salón Nacional de Bellas Artes, El Grito del Sur se comunicó con la curadora para hablar sobre qué políticas pueden hacer más inclusivo el dispositivo museístico y cómo éstas se transversalizan. 

¿Qué políticas de género viene desarrollando el Palais de Glace?

Las políticas de género son muchas porque uno de los pilares fundamentales de la nueva gestión del Palais es pensar las problemáticas de diversidad. Esto se desarrolló muy estructuralmente desde el comienzo con la designación de la activista travesti Marlene Wayar como coordinadora de educación. Fue un proceso a partir del cual por diferentes acciones nos relacionamos con otras comunidades que no son las habitués del museo. Fundamentalmente fueron tres pilares: conformamos un equipo interno donde hay figuras que tienen experiencia en el campo de género, transformamos el reglamento del salón a través de la instauración de cupos y pensamos actividades públicas destinadas especialmente para la comunidad.

¿Cómo fue la instauración del cupo travesti trans en el Salón Nacional de Bellas Artes?

Con esa perspectiva comenzamos a trabajar en el Salón Nacional de Artes Visuales, que es la médula del Palais de Glace. En ese punto sostuvimos la paridad de género que se había conseguido en 2018 gracias al trabajo de grupos feministas como Nosotras Proponemos y sumamos el cupo travesti trans y no binario de un 5 por ciento en todas las instancias de premiación, selección y jurado. Es la primera vez que se establece el cupo en un certamen de estas características. La medida viene a intentar cambiar la conformación de nuestra colección, que al día de hoy es de un 80 por ciento de varones cis.

¿Cómo creés que esto repercute en el campo artístico?

Desde el Salón Nacional lo que intentamos fue generar nuevos estándares, es decir que poco a poco los otros salones nacionales, provinciales y municipales empiecen a recoger el guante, que empiecen a ver que es necesario trabajar con poblaciones que no tienen el mismo acceso al ámbito del trabajo, a la institución estatal, a la educación formal. Que entiendan que hay una desigualdad en el campo que necesita ser saldada a través de políticas más activas. El Palais de Glace también forma parte del premio 8M, que implica la adquisición de 8 obras anuales de feminidades o personas LGBTIQ+ que van a nuestro acervo. Eso impacta en la sociedad porque las colecciones de los museos de algún modo legitiman los modos de vida, representan trayectorias. 

¿Creés que tu transición de identidad de género cambió tu mirada curatorial?

Si, como todos los eventos de la vida personal de una persona repercuten en su trabajo especialmente cuando hay una vocación. En mi caso me ha hecho más sensible a la desigualdad, vi a mis privilegios ser puestos en cuestión. 

Las artes visuales suelen ser espacios elitistas no sólo en términos de género sino de clase. ¿Eso también lo están trabajando?

Nosotres el año pasado hicimos el programa Poemaria, que era un programa virtual para poetas travestis y trans de barrios populares. Fueron 12 participantes que durante tres meses tuvieron formaciones con artistas, poetas, escritores y desarrollaron escrituras. También articulamos mucho con el grupo Identidad Marrón, que piensa la racialización especialmente en las instituciones culturales. Elles curaron una muestra a comienzos de mi gestión junto con el grupo Escritores Villeres. Después de eso incorporamos a nuestra planta a alguien del grupo, porque no se trata solo de programas, sino de repensar nuestra estructura. Las personas que tienen la experiencia directa son más sensibles para entenderla, por eso trabajamos con y para que estos grupos no sean desplazados del campo del arte.

¿Cómo crees que se puede hacer un museo más inclusivo?

Fundamentalmente dándoles participación a los colectivos relegados. Entendiendo que ya de por sí producen cultura y no se trata de iluminarlos. Identidad Marrón dice que, por más de que los museos sean gratuitos, existe una puerta de cristal que no nos permite acceder, que en parte es por la violencia institucional pero por otro lado porque lo que se ve dentro de los museos son relatos de gente oligarca y blanca. ¿Cómo vas a querer participar del museo si sus relatos sistemáticamente te niegan? Hay que abrir el espacio y cobijar la producción cultural de los grupos históricamente estigmatizados.

¿El mercado sigue siendo un nicho más conservador o entendés que estos cambios tienen su correlato también en lo económico?

En el mercado todavía hay que trabajar bastante. El mercado sigue siendo sexista, la mayoría de los hombres tienen cotizaciones más altas que las mujeres, salvo casos excepcionales. También tiene una cuestión de clase muy fuerte. Esto se debe a que tanto el coleccionismo institucional como el privado siguen siendo masculinos y tienen una conexión con temáticas no lo suficientemente sensibles.

¿Cuáles son las políticas a futuro que quedan pendientes?

Nos queda pendiente reencontrarnos con nuestra sede, volver a nuestro edificio, que todos estos contenidos y esta nueva imagen institucional empiecen a ocupar el lugar que les corresponde. Queremos hacer foco en un barrio como Recoleta. En un barrio tan blanco y acomodado queremos ser un enclave donde mostrar un núcleo de diversidad. 

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios