Del Martín Fierro al Duki: todos éramos gauchiperonistas

👯 La gauchesca, lejos de haber quedado embalsamada en el siglo XIX, se resignificó durante el peronismo e incluso sigue dialogando con artistas nacidos en los dos mil. Con esa idea trabajan los textos seleccionados por Emiliano Ruiz Díaz para la flamante Antología gauchiperonista (1945-1975), publicada recientemente por la Biblioteca Nacional.

La Biblioteca Nacional acaba de publicar el libro Antología gauchiperonista (1945-1975), con selección de textos y prólogo de Emiliano Ruiz Díaz. El libro desarma la teoría según la cual la gauchesca termina con el siglo XIX. Y si bien enmarca la producción del género que denomina gauchiperonismo entre el primer y el último gobierno de Juan Domingo Perón, en esta entrevista demuestra que sus ramificaciones llegan hasta hoy, con el Duki y el freestyle versión argenta. La relación del propio Perón con el Martín Fierro de José Hernández, que está cumpliendo 150 años, los poemas que exaltan su figura o la de Evita o los escritos por autores impensados, son parte del atractivo de la obra.

¿Podés definir gauchiperonismo?

Lo que llamamos en el libro gauchiperonismo es principalmente poesía. Al hacer la búsqueda de materiales también encontramos cuentos, ensayos y artículos en los que se establecía esta relación entre el peronismo y la gauchesca, la idea de que el gaucho del pasado era el cabecita negra de hoy, es decir, tanto en las ciudades y en los cordones industriales como en el campo, donde se habían promulgado las leyes favorables al trabajador de campo, al peón rural, el estatuto del peón rural, los tribunales de trabajo. También se puede extender la idea del gauchiperonismo a los discursos de Perón, a la filosofía peronista, a la apelación de las máximas hernandianas como una forma de llegar al pueblo común porque el Martín Fierro y la gauchesca era y es parte del acervo del sentido común, del pueblo. Todos sabemos alguna frase del Martín Fierro. También un conjunto de dispositivos audiovisuales, como en la película Payadas del Tiempo Nuevo de Ralph Papier. O, por ejemplo, toda la propaganda de afiches y de campañas del gobierno donde todo el tiempo se proponía esta relación entre el gaucho y el peronismo. Es decir que el gauchiperonismo, si bien fue principalmente una literatura que retomó la versificación del género gauchesco, también se desplegó hacia otros géneros como una argamasa común, un conjunto de expresiones de una misma idea: la relación entre el gaucho y el peronismo. Creo que la máxima renovación no pasa tanto por estos diversos dispositivos, sino con la idea de que lo más nuevo era retomar aquello que parecía viejo. Aquello que había sido despreciado, ponerlo de nuevo en valor, actualizarlo, de cara al presente peronista. Entonces la vieja gauchesca era lo que acompañaba la nueva Argentina. Lo más original y novedoso era revalorizar lo nacional que había quedado olvidado o había sido en todo caso un fetiche de las élites oligárquicas.

Tomás a autores como Jauretche, Homero Manzi y otros de los cuales esa producción era menos conocida. ¿Fue Fermín Chávez el que te permitió ese conocimiento?

Sí, Chávez es una figura muy importante que me sirvió mucho para poder armar el libro. Él siempre le dio mucha importancia desde su mirada nacional, revisionista y peronista, al género gauchesco. Durante su vida fue publicando diferentes compilaciones de poesía gauchesca donde le dedicó lugar a poetas peronistas que habían utilizado la gauchesca para poder hablar en torno del gobierno de Perón o a la cosmovisión peronista. Algunos de los poemas incluidos en el libro fueron extraídos de libros de Fermín Chávez como Aquí me pongo a cantar, o su antología gauchesca, muy voluminosa y muy importante, que incluye payadores gauchescos del siglo XIX y XX. En la antología también hay un poema gauchesco de Fermín Chávez. Mucho de este material lo tenemos gracias a una compra que hizo la Biblioteca Nacional. 

En el libro hay un solo y brevísimo poema de una mujer que, además, era parte de un texto escolar. ¿No existe gauchiperonismo escrito por mujeres? ¿Por qué?

Por motivos que exceden al peronismo y a este acervo. Existe un libro señero, Nuestro Hombre, de la década del 20 o 30, escrito por una militante e intelectual cercana a las ideas de socialismo, Herminia Brumana. Ella dice que hay una cierta distancia de la mujer en general con la poesía gauchesca y propone que la mujer tiene que acercarse a los valores de la gauchesca porque pone en escena los mejores valores de lo que sería la nacionalidad, como una estrategia de acercamiento. Después hay un gran ensayo de teoría literaria más reciente de Josefina Ludmer, El Género Gauchesco. O las reflexiones recientes que vierte en la literatura Gabriela Cabezón Cámara en Las Aventuras de la China Iron, ya desde una mirada de género y feminista. La reciente publicación de los poemas y en música de Nayla Beltrán con Décimas Féminas. Y hay un conjunto de nuevas escritoras que están acercándose al género. Efectivamente creo que esto tiene que ver con cierta impronta marcadamente masculina, patriarcal, en la historia del gaucho, que al fin y al cabo es una persona de carne y hueso y un símbolo más bien referido a las costumbres camperas, pero siempre más referidas a las labores del hombre. El gaucho es el que va a la frontera a pelear contra el indio, es el que va a la guerra. Y la mujer aparece más en una situación más de entre casa, del cuidado de los hijos, haciendo la comida. Entonces creo que está muy vinculado a eso. Evidentemente a la hora de abordar la poesía gauchesca, por lo menos hasta hace un tiempo, la mujer creo que no se sintió del todo representada. Ha habido en los últimos cincuenta años mujeres muy importantes que se acercan al género como Suma Paz o Marta Suint. Ellas han abordado el género, pero no tanto de la escritura sino de la payada, el arte repentista en vivo. 

¿Cómo se inserta Evita como “personaje”, destinataria de versos y productora dentro del género?

Evita en la poesía gauchiperonista aparece siempre como una figura absolutamente admirada. Claudio Martínez Paiva, uno de los grandes poetas gauchiperonistas incluidos en la antología, narra la historia de una pareja, una china y un gaucho, que van con su «gurí el 1° de Mayo a la Plaza. Y ven de repente que sale al balcón Evita y habla, apelando a la consciencia del trabajador, a la lucha contra la oligarquía, a la protección de Perón, pero desde una versificación gauchesca. Miguel Tejada, un poeta sanjuanino, traza una historia del peronismo desde sus inicios hasta los 70, El Martin Fierro de los trabajadores, publicado por el gremio de la sanidad, el FATSA. Y dedica un capítulo al secuestro del cadáver de Evita, como una afrenta a la dignidad peronista, todo narrado en versificación gauchesca. En la revista Mundo Peronista, sobre todo cuando Evita ya estaba muy mal y se intuía que podía fallecer por su enfermedad, empezaron a aparecer poemas gauchescos de lectores rezando por su salud. Enrique Olmedo, bajo el seudónimo de Zoilo Laguna, escribió el poema “El Ritratto”, donde alguien que reza frente a un retrato de Evita se pone contento porque pareciera que hubo mejora de su salud. Entonces aparece una mejoría en la sonrisa del retrato como algo milagroso que está por suceder. También hay cierta producción gauchiperonista en torno a la muerte de Evita. Esta serie de producciones van conformando la idea de Santa Evita.

¿Podés contar brevemente el vínculo entre Perón y el Martín Fierro?

La relación entre Perón y el Martín Fierro es bastante conocida. En el libro lo que hacemos es tratar de dar varios testimonios de ello. En particular, él fue un hombre que conoció de chico las tareas de campo. Cuando vivió en el sur frecuentó a personas pertenecientes al pueblo mapuche. Escribió un diccionario de lengua araucana pampa. Su padre le regaló algunos libros muy importantes en su adolescencia, entre ellos el Martín Fierro. En el libro hicimos un rastreo de todas las veces que Perón cita al Martin Fierro en sus discursos, en sus libros, en sus textos o en los actos públicos y lo publicamos, para dar una idea de cómo Perón apelaba muchas veces al acervo hernandiano para hablar de un modo que fuese comprensible para las mayorías. Era una estrategia discursiva de Perón para nada impostada. Él conocía muy bien el Martín Fierro y se lo sabía bastante de memoria y le brotaba con mucha naturalidad. Se nota mucho en los discursos y en las cartas. Tenemos en la Biblioteca Nacional un poema manuscrito de 1911, cuando tenía 16 años y estaba en el Colegio Militar, de tipo campero. Incluimos un listado de los libros vinculados a la temática criollista o gauchesca de la primera biblioteca de Perón, secuestrada por el golpe del 55. Ahí pudimos ver que tenía muchas ediciones del Martín Fierro, del Fausto de Estanislao del Campo, y muchos de estos libritos gauchiperonistas que aparecen en la antología. 

¿Cómo pensarías el freestyle y las batallas de gallos locales en el marco gauchiperonista?

Creo que los chicos que se dedican a hacer este tipo de improvisaciones en la calle, batallas y torneos son conscientes de que la payada es un antecedente local o latinoamericano de esa práctica. Hay intérpretes del género clásico payadoril actuales como Emanuel Gabotto y David Tokar, que están trabajando y peleando para que se mantenga el arte de la payada en nuestro país como una tradición viva. Ellos vienen armando eventos donde conviven las payadas clásicas, los contrapuntos clásicos, con el freestyle. Es interesante tejer ese puente. Sin embargo, no dejan de ser dos géneros distintos: uno es urbano y el otro es rural. Uno se precia más de ser nacional y el otro inevitablemente tiene cierto nivel de globalidad. El freestyle se practica tanto en Argentina como en Perú, en Estados Unidos o en Europa. Es un movimiento global. Hace un tiempo el Duki estuvo en un programa español de entrevistas muy conocido, La Resistencia, y le regaló al entrevistador español el Martín Fierro. Ahí el propio Duki está haciendo un gesto donde se presenta al extranjero como un representante moderno de un texto clásico nuestro gauchesco del siglo XIX como es el Martín Fierro de José Hernández.

¿Donde nace tu interés en el género?

Soy profesor de literatura e investigador de la Biblioteca Nacional y tengo un especial interés y gusto por la cultura nacional, latinoamericana, en lo que me especializo. Creo El gauchesco es un género que nace con la patria, con la propia independencia, y que perdura hasta el día de hoy en múltiples modos y siempre tiene algo para decir. Está bueno poder reflexionar sobre ese aporte a la conciencia nacional, a la cultura nacional que propone la gauchesca. Encontré que había una vacancia en la relación entre la gauchesca y el peronismo, que no era del todo conocida ni siquiera por los propios militantes peronistas. La idea del libro es poder mostrar ese vínculo, sobre todo después del conflicto de la 125 en 2008 donde pareciera que, según un constructo ideológico que se armó, una cosa es el campo y otra cosa es el peronismo. El libro trata de desarmar un poco eso, volver a juntar lo que nunca se debería de haber separado en términos de cultura, de cultura nacional, de reivindicación de los derechos de los trabajadores, de un acervo común cultural despreciado por las ciudades. 

Compartí

Comentarios