Gana Lula y pierde Bolsonaro (pero gana el bolsonarismo y pierde el PT)

🇧🇷 El saldo de la elección más masiva del continente puede sintetizarse en una contradicción: el triunfo de Lula y la derrota de Bolsonaro convive con una victoria del bolsonarismo y un traspié del PT. La derechización de la derecha, un centro que no representa a nadie pero que define elecciones y la tendencia a "votar en contra".

Como si se repitiera el libreto, las encuestas volvieron a fallar y los líderes populares volvieron a demostrar la persistencia de la huella de los procesos transformadores en Latinoamérica. Brasil tendrá segunda vuelta para definir a su próximo presidente.

El saldo de la elección más masiva del continente puede sintetizarse en tres conclusiones: ganó Lula y perdió el PT; perdió Bolsonaro y ganó el bolsonarismo; y la ancha avenida del medio volvió a demostrar que no representa a (casi) nadie pero resulta determinante a la hora de poner presidentes. Vamos por partes.

Ganó Lula. Después de la cárcel, de la muerte de su compañera, de la persecución judicial y el hostigamiento político, el máximo líder de la historia contemporánea de Brasil se impuso por 5 puntos y 6 millones de votos. Ganó en el norte y en el nordeste y quedó a poco menos de tres puntos de coronarse en primera vuelta. Un ave fénix metalúrgico que revivió a los 77 años para volver a conducir los destinos del gigante sudamericano.

Pero también perdió el PT. El Partido de los Trabajadores, la formación obrera que acompañó a Lula durante sus años de gobierno y proscripción, demostró sus falencias a nivel nacional. Fue derrotado en Río y en Brasilia, mientras que en San Pablo forzó un ballotage donde deberá revertir una diferencia de más de 7 puntos. Además obtuvo una cómoda minoría en ambas cámaras. Como saldo, Bolsonaro ganó en nueve gobernaciones mientras que Lula se llevó solo cinco.

Un dato que grafica de manera clara el contradictorio triunfo de Lula y su convivencia con la derrota del PT es que hubo mucho más voto en blanco en las elecciones estaduales que en las presidenciales. Mucha gente que optó por Lula a nivel nacional, eligió impugnar su voto a nivel local. Lo que representa el caudillo obrero no logran sintetizarlo sus cuadros medios partidarios.

Perdió Bolsonaro pero ganó el bolsonarismo. Mientras que el primer mandatario recibió un revés a nivel nacional, el Partido Liberal del exmilitar controlará la Cámara de Diputados y la de Senadores pero también se hizo fuerte en gobernaciones estratégicas como San Pablo, Río de Janeiro e incluso en Minas Gerais y refrendó la existencia de un «bolsonarismo social» que representa a más del 40% de la población. De hecho, los bolsonaristas más relevantes obtuvieron una banca: fue electo el exjuez Sergio Moro y el vicepresidente Hamilton Mourao, los criticados exministros de Medioambiente y Salud, el fiscal del Lava Jato e incluso el futbolista Romario, reelecto como Senador Federal por Rio de Janeiro.

Por último, la angosta avenida del medio refrendó su intrascendencia electoral en Latinoamérica pero su furioso poder de fuego. Entre los dos primeros candidatos sumaron casi el 92% de los votos. Tercera quedó la senadora de centro derecha Simone Tebet (del partido de Michel Temer) y relegado al cuarto lugar Ciro Gomes, quien hizo su peor elección histórica y cosechó un cuarto de los votos que había obtenido en 2018. Con una retórica muy antilulista, Gomes sumó apenas 3% de los votos que serán vitales para la segunda vuelta del 30 de octubre.

Algunas ideas que persisten luego de la elección: en toda la región se sostiene una profunda derechización de la derecha. Mientras las coaliciones populares o progresistas se corren al centro, las opciones conservadoras consolidan su representación sin hacer concesiones en sus marcos ideológicos. Bolsonaro no moderó su discurso ni se corrió al centro y, así y todo, logró expresar un 43% de las adhesiones después de una pésima gestión sanitaria y económica.

Por otro lado, la definitiva muerte del centro político como expresión representativa de las voluntades de las mayorías en América Latina. En un continente polarizado, el coreacentrismo solo se vuelve rentable para periodistas y opinólogos. La gente busca soluciones y la lógica del diálogo y la concordia no pareciera expresar las salidas que una población descontenta precisa. En ningún país de Latinoamerica ganó un gobierno que hiciera campaña hablando del centro, pese a que muchos y muchas rompieran su contrato electoral para girar a posiciones más moderadas.

Votar en contra: con techos electorales cada vez rígidos, una de las tendencias que se refrendó en la elección fue la idea de «votar en contra». Más por rechazo que por adhesión, estas nuevas tendencias también dan cuenta de la volatilidad de los apoyos basados más en el rechazo al otro que en la identificación con un proyecto político.

El 30 de octubre, 156 millones de brasileros y brasileras volverán a las urnas. ¿De dónde saldrán los votos que deben buscar ambos candidatos? Del magro 7% de la avenida del centro y de los 32 millones de personas que no fueron a las urnas y a las cuales el rechazo puede movilizar. Los resultados de este domingo, igualmente, auguran que en una muy probable y futura presidencia de Lula las cosas serán más complejas de lo que se preveían, con un legislativo fuertemente bolsonarista y un bolsonarismo social cada vez más instalado.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.