La discusión por la cultura no es un tema menor cuando se trata del gigante sudamericano: en la actualidad, Brasil es una de las potencias latinoamericanas no solo a nivel económico sino en el aporte de sus industrias culturales en áreas tan diversas que van desde la música, el cine y el arte urbano hasta los videojuegos y las artesanías. En el marco del 20º aniversario del Centro Cultural de la Cooperación, una serie de ministros, secretarios y personalidades de la cultura latinoamericana visitaron el país. A los máximos responsables de Bolivia, Cuba y Venezuela se les sumaron representantes de Uruguay y Centroamérica. El evento contó con la presencia del ministro Tristán Bauer y de Juca Ferreira, dos veces ministro de Cultura de Brasil durante las presidencias de Lula y Dilma y uno de los nombres que suena con más fuerza para asumir este cargo en la gestión entrante. En un contexto de transición y tras la victoria fundamental de Lula da Silva en el país hermano, El Grito del Sur habló en exclusiva con Ferreira para conocer la actualidad del sector de la cultura en Brasil, el legado de Bolsonaro y los planes a futuro del gobierno del PT.
¿Cuál es el impacto para Brasil y para la región del triunfo de Lula?
El triunfo electoral de Lula representa una derrota importante para el fascismo y para toda la derecha en Brasil y América Latina. Representa el final del proceso golpista que destituyó al presidente electo legalmente y es un síntoma del fracaso del proyecto neoliberal. Brasil está experimentando una crisis económica, social, ambiental y política tanto aguda como multifacética. Nos acercamos mucho al abismo con la posibilidad de un golpe dentro de golpe. La elección de Lula es un alivio para todo el continente, que verá a Brasil como un importante aliado para fortalecer las democracias de la región.
¿Qué legado deja Bolsonaro en materia de cultura?
Hostilidad, destrucción de la estructura pública de la cultura y de las políticas, programas y todos los servicios. El gobierno de Bolsonaro venía acosando a los artistas y a todo el ámbito cultural, tratando de restablecer la censura y el crimen de opinión.
¿Qué desafíos se abren para la cultura al momento de pensar un Brasil tan polarizado?
El mayor desafío es político. Es necesario fortalecer la democracia brasileña, es necesario hacer inviable el golpe de Estado para que podamos enfrentar con éxito los graves problemas sociales. Más de treinta millones de brasileños y brasileñas mueren de hambre, familias enteras viven en la calle y en el paro. La cultura juega un papel muy importante en esta reconstrucción del país, en la construcción de valores y en la maduración de la sociedad para vivir en democracia.
¿Es posible pensar una integración cultural latinoamericana? ¿Qué tareas deberían tomarse en este sentido?
Por supuesto, es posible avanzar en la colaboración y la integración en América Latina. En la reciente reunión de ministros de cultura de la región, en Buenos Aires, defendí un programa que se puede enriquecer y ampliar. Defendí la idea de implementar mercados comunes, sistemas de coproducción, libre circulación de bienes y servicios culturales en la región, mayor colaboración entre nuestras universidades y la necesidad de establecer las condiciones para que la idea de integración vaya más allá de lo nacional. Estados y gobiernos posibilitando experiencias concretas de intercambio artístico y cultural para crear en las sociedades de nuestros países un sentimiento de hermandad y pertenencia a América Latina.
