“Somos profesionales de las búsquedas avanzadas, no nos quedamos con el simple googleo»

📚 La carrera de Bibliotecología de la UBA es la más antigua de América Latina. Pero hoy, aunque hay pleno empleo en el sector y es considerada esencial, la demanda supera la cantidad de egresades.

Girls working in large room with rows of filing cabinets in Greater New York office of the Associated Credit Bureaus of America.

“Yo creía que sabía buscar y no sabía”, dice Laura Flores. Ella había estudiado Comunicación Social y se dedicaba a la prensa cultural, estaba acostumbrada al mundo periodístico, a googlear, a chequear con fuentes, a ir a la hemeroteca. “Y no me alcanzaba. Buscaba recortes antiguos de revistas para hacer refritos, por ejemplo, y pensaba ‘cómo puede ser que esto, que esta revista no esté acá’. Yo quería ver cómo se organizaba esa información y cómo acceder sin intermediario a esas fuentes e investigando me enteré de que existía Bibliotecología”.

La carrera fue creada en la Universidad de Buenos Aires en 1922, al calor de la reforma universitaria, por el escritor, político e historiador tucumano Ricardo Rojas (un dato que Wikipedia omite) con el nombre de “Escuela de Archivistas, Bibliotecarios y Técnicos para el servicio de Museos”. “Siempre que escuchan el nombre te dicen ‘¿bibliotequé?’ -cuenta entre risas María Rosa Mostaccio, directora de la carrera-. Bibliotecología atravesó diversos momentos. Al principio se hacía organización, custodia del patrimonio bibliográfico, pero con el advenimiento de las TICS (tecnologías de la información y la comunicación) la biblioteca comienza a trascender las fronteras, las paredes. Por eso me gusta hablar de profesionales de la información. Lo que se hace es clasificar, sistematizar y organizar la información, sin importar si está en una biblioteca, un centro de información, archivos públicos o personales. Nosotros trabajamos con grandes bases de datos”.

Aun así, para Laura es importante señalar algo: no todo está digitalizado y, aún más, no todo está en Google. Es ahí donde le bibliotecarie funciona como intermediario: piensa otros caminos por donde buscar, dónde puede estar ese material que todavía no se digitalizó, si se puede digitalizar, quién lo tiene, si se puede prestar y cómo preservarlo para democratizar el acceso a esa información.

“Somos profesionales de las búsquedas avanzadas, no nos quedamos con el simple ‘googlealo’. Es algo muy vocacional, esas ganas de brindar al otro, que encuentre lo que busca -asegura Laura, que además de cursar forma parte del claustro de estudiantes-. Si vos tenés una búsqueda difícil, no parás hasta encontrarla, te metés como objetivo llegar a esa información y después tenés la satisfacción de cumplir, de haber llegado y de decirle al usuario ‘mirá, lo conseguí, ¿te sirve?’”.

Para adaptarse todavía más a los cambios constantes y al avance tecnológico, la carrera -que se dicta en la Facultad de Filosofía y Letras- se encuentra discutiendo una reforma de su plan de estudios que incorporaría sus seis orientaciones (procesamiento de la información; gestión de la información, tecnología de la información, preservación y conservación y archivología) al tronco común. La duración actual es de tres años para obtener la diplomatura y cinco años para la licenciatura.

“Tanto Bibliotecología como Geografía son carreras que no se las conoce tanto, pero son consideradas esenciales y la salida laboral es muy rápida, la mayoría de los estudiantes consigue trabajo (en el rubro) mientras cursa -apunta María Rosa-. Además, la salida laboral es en diferentes lugares, puede ser una biblioteca, pero también empresas, centros de documentación. Hoy nos faltan bibliotecarios porque la demanda supera la cantidad de egresados que tenemos”.

Según Laura, Bibliotecología le dio las llaves para acceder a las bases de datos que ella anhelaba. Ella, como muches, la eligió como segunda carrera, pero resalta que sus compañeres más jóvenes suelen llegar “por amor a los libros, a la lectura o al fanatismo de las colecciones”. “Decimos que los que ingresamos a Bibliotecología tenemos TOCs, que queremos tener todo ordenado, clasificado. Pero también están los fanáticos de restaurar y preservar materiales, que pueden ser más introvertidos, mientras que los extrovertidos quieren estar en el mostrador, charlando con los usuarios de la biblioteca”, asegura. Lo interesante, remarca, es que “hay tantos roles, tantas cosas para hacer, que uno descubre su perfil a medida que cursás”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.