Babasónicos: estrategas y guerrilleros

📚 “Rubí, una novelita sobre Babasónicos”, de Walter Lezcano, es un recorrido por los comienzos de la banda que explora los vínculos, el amor con una novedosa aproximación a la música desde la ficción. ¿Por qué goza de tan buen presente la banda comandada por Dárgelos? ¿Cómo se explica su vigencia y trascendencia a treinta años de su disco debut? ¿Qué dicen sobre el amor y los años noventa?

El pasado sacude y envuelve al protagonista de Rubí (Gourmet musical) después de asistir a un show de la banda con la que creció. Ver a su novia de la adolescencia, Poni, entre el público lo arroja a una noche de rabiosos recuerdos mientras repasa las canciones y los discos de los inicios de Babasónicos a lo largo de los asfixiantes años noventa.

Lo atractivo de la última novela del periodista Walter Lezcano pasa por la mixtura de las materias que toca: dispara ideas sobre el lugar de la música en la educación emocional, retrata una época cuya idea imperante para la juventud era “no hay futuro” y explica el recorrido de una banda que, resistida y atacada en sus comienzos, treinta años después siempre está en su mejor momento.

Rubí conecta música, literatura y amor. En diálogo con El Grito del Sur, Lezcano cuenta cómo creó un protagonista desgarrado pero lúcido en la interpretación de su propia historia y la de la banda. Una noche de locura que lo desvela buscando respuestas en el naciente sonido sónico de los noventa y un ejercicio de crítica que indaga los cimientos de la banda de Dárgelos.

¿Por qué contar a Babásonicos desde la ficción?

En Argentina no hay mucha tradición de ficciones que abordan música. Cortázar lo hace en El Perseguidor, Marcelo Cohen en El país de la dama eléctrica, también Rodrigo Fresán y Mariana Enríquez, algo de Leo Oyola. El que más me interesaba era Washington Cucurto, que a fines de los noventa, principio de los dos mil hace algo muy interesante con la cumbia, lo latinoamericano y el lenguaje que despliega. Hay casos aislados y a mí me parecía que Babasónicos daba para eso, para poder abordar desde la ficción, en este caso, la historia de una banda real, existente. El modelo fue Respiración Artificial. En ese texto, Piglia utiliza el lenguaje de la crítica de libros o el ensayo literario para hablar de Roberto Arlt y posicionarlo por encima de Borges. Es una ficción, pero él utiliza esas dos estrategias, esos dos lenguajes. Y a mí eso siempre me había seducido, no sabía cómo utilizarlo con algo que  me gustara y me parecía que Babasónicos daba con eso.

De por sí en Babasónicos hay un universo muy literario. En la novela se señalan influencias de Fogwill, Cohen, de la ciencia ficción… Dárgelos (Adrián Rodríguez) crea su seudónimo a partir de un personaje de Jean Cocteau.

Así como Kiss o Los Redonditos de Ricota, Babasónicos es un proyecto en donde los integrantes crean una ficción para intervenir la realidad. En los Redonditos era esta deidad: Patricio Rey. Respondemos a lo que él nos dice; Reynols también con la figura de Tomasín y Babasónicos tiene un poco esa cuestión. Lo primero que surge es que ellos, los integrantes de la banda, se anularon como personas. No sabemos absolutamente nada, muy pocas cosas. Ese tipo de decisiones, que las sostuvieron hasta el día de hoy, los vuelve como sujetos extraños que entregan su vida a un proyecto artístico, que responde al nombre de Babasónicos. Pero también responde al nombre del rock, al nombre del arte, al nombre de la literatura. Y todos estos ríos de sentido confluyen en el formato disco y después se traslada al formato show. Eran elementos muy ricos de pensarlos y analizarlos. Muy pocas bandas tienen esa ambición de Babasónicos, una ambición puramente artística y que haya nacido en los noventa me parecía muy sintomático, muy de ese momento histórico.

Treinta años después de su disco debut, ¿cómo se explica la vigencia de la banda?

La gran pregunta que siempre se hace Babasónicos es “qué es ser rockero en este momento histórico, para qué me sirve el rock, qué utilidad tiene, cómo lo puedo usar a mi favor”. La respuesta que encontraron en los comienzos es que el rock es poder ser lo que uno quiera con su propia vida. Esa posibilidad, por lo menos cómo entendía el rock Dárgelos, era crear un propio pasado y un propio presente, por afuera de la historia familiar. Inventar una realidad paralela a través de la música y del rock.Y de la cultura rock también porque el tipo tiene mucho de eso, de cultura rock. El problema de los artistas inmensos como Babasónicos, que yo creo que están a la altura de Leonardo Favio, Godard, Bowie, gente que tiene una carrera tan grande y tan buena, el problema es que compiten consigo mismos, no compiten con otros artistas, compiten con su propio pasado. Cuántos artistas tienen tres obras maestras, cuatro obras maestras en su recorrido. Entonces, Trinchera, el último disco, en cualquier otro artista es una obra maestra absoluta, en Babasónicos uno empieza a decir “che ¿es mejor que Jessico?, ¿es mejor que Miami?, ¿es mejor que Infame?”. Babasónicos tuvo la suerte, la maestría, la inteligencia, de crear un universo y es todo hermoso y complejo, entonces empiezan a competir contra ellos mismos.

Presentación de Trinchera en el Movistar Arena. Foto: Télam.

El libro explora los primeros discos hasta Jessico, ¿pero no es justamente ahí donde comienza la historia más interesante de Babasónicos?

Para mí funcionaban en espejo, la banda y el protagonista. El momento de exploración de los noventa son esos primeros discos de Babasónicos, de Pasto hasta Jessico, en donde ellos abarcan todas las experiencias posibles, suman todos los ritmos que quieren, hacen todo el quilombo que pueden, incluso casi hasta como boicoteando su carrera. Es muy extraño que después de Dopádromo, el tercer disco que supuestamente los iba a poner en un lugar de masividad, lo que sigue sea Babasónica, o sea el heavy metal, el stoner, el hard rock, que era lo menos comercial que había, cuando ellos estaban aspirando a una mayor masividad. Ese tipo de decisiones funcionan en espejo con lo que también experimenta el protagonista de la novela. A él todo le ocurre por primera vez, Babasónicos también está haciendo muchas cosas por primera vez. El protagonista está ampliando su mundo, buscando, se pregunta “cuál es el límite de esto que me está pasando a mi”.

Walter Lezcano.

La influencia de Babasónicos en las bandas que surgieron en los últimos años es notable (Indios, El Zar, también Conociendo a Rusia) y durante mucho tiempo fueron resistidos. ¿Hay un triunfo finalmente en esa trascendencia?

Trasciende esa estética de ellos conquistando también una nueva forma de ver la vida, que es un poquito más disidente en cuanto al amor, volviendo a poner el cuerpo en primer lugar, buscando también estrategias de subsistencia. Me interesaba ver ese proceso de crecimiento de la banda, de Pasto hasta Jessico. Los noventa en ese aspecto fueron como una tensión entre dos movimientos grandes, el rock barrial y lo que se conoció como rock sónico o Nuevo Rock Argentino. No es posible ver Jessico más que como el resultado de una banda que experimentó en todos los discos anteriores. Eso demostró una inteligencia como artistas. Una inteligencia de estrategas, guerrilleros, para poder intervenir ese tiempo que les tocó vivir, esa época. Cada artista para imponerse tiene que pilotear el pasado, tienen que tener algo medio parricida. A ellos los bardeó Charly, los bardeó Spinetta, no fueron aceptados por la comunidad rockera. El primer single fue D-generación y ahí decían “mi generación se caga en tu opinión” y hoy nadie le dice eso a Babasónicos, ellos son ahora la referencia y nadie les va a decir nada. Duki no le va a decir “viejos de mierda ustedes váyanse”, que fue lo que sí le dijo a Adrián a todos, menos a Soda, a todos los otros. Vos fíjate el tipo de autoridad que tiene Babasónicos, están como intocables, es muy extraño, muy hermoso a la vez pero muy raro. La enseñanza correcta sería que ellos sean bardeados en este momento.

Adrián Dárgelos. Foto: Télam.

En la novela se repite varias veces la idea de que no era fácil ser joven en los ‘90. ¿Qué narra Babasónicos sobre esos años?

Había una cuestión en los ‘90 con el fin de siglo. También con el neoliberalismo a full desde fines de los ’80. Hasta el ’93,‘94 la cosa empezó a ir muy mal, ya después fue terrible. Se empezó a gestar una cuestión de orfandad, todos los ideales que habían manejado la vida de los adultos hasta ese momento, todas las instituciones se fueron a la mierda. Ser joven en los noventa era vivir en la calle, ver que tu familia se destruía, ver que no había ninguna posibilidad de futuro y que no había ninguna zona de protección, de cuidado, de placer, que no sea con tus amigos, amigas y las canciones de las bandas que te gustaban. No había otra posibilidad de estar bien, de pasarla bien. Ese tipo de clima social, cultural y económico de esos años hicieron que fuera muy difícil salir al mundo. Muchos cumplieron dieciocho años con el estallido del 2001. Vos salís al mundo y el país te muestra esa cara y unos años después tenés Cromañón, esas dos tragedias sociales son muy claras de lo que era salir a la vida en un país como Argentina. En ese sentido veo la dificultad de ser joven en esos años. Babasónicos responde muy bien a ese caos, a ese momento histórico, trató de interpretar la época de un modo más metafísico. Hasta Miami, que bajan un poquito más a tierra lo que pasa. Pero al caos reinante de ese momento Babasónicos lo combate con más caos y eso demostraba lo difícil que era ser pendejo en esa época. No había ninguna referencia, nadie escuchaba a sus padres, ni a sus maestros, ni a los políticos, ni a la tele, ni a nada. Estabas en un far west constante por eso era difícil ser joven en esos años.

Adrián Dárgelos. Foto: Télam.

¿Qué descubriste acerca de Babasónicos y qué nuevo acerca del amor, escribiendo este libro? 

Redescubrí que Babasónicos nunca le tuvo miedo al fracaso, a dar el siguiente paso y que ese paso no fuera lo que ellos esperaban. Entender que el rock según Babasónicos es enfrentar cualquier tipo de temor a no poder llegar a donde querés. Tener ese tipo de valentía que en ellos es arrogancia, esa apuesta de cada disco. Ellos no sabían tocar muy bien, no sabían grabar, no sabían filmar e igual lo hacían. Ese tipo de arrojo siempre fue valentía. Redescubrir esa parte de ellos fue fundamental, porque es casi siempre lo que me interesa de cualquier artista. Y porque eso es el rock para mi: no lo sé hacer, lo hago igual. Creo que lo que nos enseña el amor es que finalmente termina siendo la mayor aventura que tenemos y que puede expresarse de mil maneras. Yo me preguntaba mientras escribía ¿es el amor a Babasónicos el libro? ¿Es el amor a Poni? ¿Lo que está aprendiendo él es a vivir roto? Es ese el aprendizaje. Vuelvo sobre el amor o el desamor porque me parece la mayor aventura de todas, sin lugar a dudas.

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