Otra mirada del Once

📷 En un barrio que no se presta para la observación detallada y detenida, la cuenta @apologiadelonce ofrece otro rostro de la zona comercial por excelencia de la Ciudad. "Es el único barrio verdaderamente cosmopolita de Buenos Aires", afirma Mauro Carrano, creador de la cuenta.

Difícil no dejarse llevar por el movimiento de Once. Quedarse parado no es una opción, ir desatento tampoco. Ya sea por la aglomeración, por cautela, por el omnipresente comercio o por las múltiples conexiones de tren, subte y colectivos, Once es un lugar de tránsito. Uno no pasea por el barrio (más allá de los paseos de compras), no se detiene a ver el entorno y, en general, existe la convicción de que no hay mucho para apreciar.

Sin embargo eso es lo que hace Mauro Damián Carrano: deambula por las calles de Once, toma imágenes del barrio, de los edificios y de la gente y las sube a su cuenta de Instagram @apologiadelonce ofreciendo otra representación de una zona de la ciudad que siempre estamos transitando pero que rara vez observamos. Apología del Once muestra los detalles de un barrio que creíamos conocer.

“La cuenta surge como una especie de rebeldía ante las respuestas que recibía cuando decía que vivía en Once. El comentario más común es que te digan ‘es un quilombo’, o algo negativo. ‘Apología’ porque es literalmente un discurso encendido de defensa de algo o de alguien. En este caso del barrio. La idea siempre fue esa, yo me paro acá, arriba de la colina y empiezo a hablar bien de Once. Estoy defendiendo algo que se supone que está mal”, dice Mauro a El Grito del Sur.

Superpoblado de carteles, con comercios pegados uno al lado del otro a los que se les suma la venta ambulante y la infinidad de personas que vienen y van a diario, no es fácil vislumbrar el patrimonio arquitectónico del barrio, su variedad y contrastes. Pero no solo eso es lo que muestra Mauro sino que enfatiza en lo que sí suele estar a la vista, aunque no siempre con las mejores connotaciones: el barrio como una verdadera Babel cultural.

Un pasacalle del “Movimiento Boca Shalom”; bangladesíes festejando la Copa del Mundo, vendedores callejeros protegidos del sol con sombrillas playeras; edificios y fachadas históricas que pasan desapercibidas; vidrieras para quinceañeras y rollos de telas que invaden las veredas. This is Once, “en pleno centro, entre Barrio Norte, Obelisco, Caballito y Almagro. Es como un grano en el culo de la clase media”, describe Mauro.

En el orden de las cuentas que se enfocan en mostrar lo extraño dentro de lo cotidiano, lo errático y llamativo (siendo @thewalkingconurban una de las más reconocidas), Apología del Once hace lo suyo con una impronta más vivencial, casi sociológica, y rutilante, sin reparo de la prolijidad estética y compositiva de la fotografía pero con la riqueza del contenido y las referencias literarias y musicales que conectan con la imagen que abarcan a Arlt, Marechal y Borges pero también a Charly, María Elena Walsh y al Indio Solari, entre otrxs.

¿Qué es lo que ves en Once que te motivó a llevar adelante una “defensa” del barrio?

El único barrio verdaderamente cosmopolita de Buenos Aires es Once. Es el barrio más porteño, en el sentido de la palabra, porque tiene una inmigración en estado puro. Obviamente en las guías turísticas te venden como el barrio más cosmopolita a Palermo, con comida armenia, comida china, comida de lo que se te ocurra. Pero es como un cosmopolitismo más impostado digamos, la parte estética. En Once parece todo más honesto, en ese sentido. Los locales de comida peruana, los judíos religiosos que se cruzan con los indios, los senegaleses y los bangladesíes, que tomaron notoriedad ahora en el último tiempo pero están hace mucho. Lo que me gusta de Once también es la superación de la dicotomía entre lo porteño y lo conurbano. Todo se choca y se junta.

Foto: @apologiadelonce

¿Por qué indicas que es “la marginalidad del centro, la centralidad de los márgenes”?

Yo soy de Moreno, cuando me mudé empecé a buscar la parte positiva, lo primero que encontré es la centralidad: estar cerca del Sarmiento, a cinco minutos del Obelisco, hacer cuatro cuadras y estar en la zona de facultades, etc. La centralidad de Once es indudable, pero también es la gente entrando, de Morón, Moreno, de barriadas profundas viniendo al centro. Son los márgenes que entran. Cuando yo llego a Once me siento como en casa, es el lugar más amigable para alguien que viene del conurbano. Sobre todo si no tenés el habitus de la clase media incorporada. Estar en Once para mí es como una parte del conurbano, tomo el tren y estoy en casa. Es como un cordón umbilical que te lleva a la madre tierra.

¿Cuál es el método que usas para retratar al barrio?

Voy haciendo un muestreo. El 90% de la gente que pasa por acá lo que te va a decir es que Once es un quilombo, que no se puede caminar. Trato de no hacer hincapié en eso porque es algo que está a la vista, no tiene sentido relatar algo que ya todo el mundo sabe. Me parece copado mezclar las fotos de la ciudad y los edificios con la de un mantero y un evangelista en la plaza, por ejemplo. Con el tiempo surgió una mirada más estética, la decadencia urbana como algo estético. Por otro lado, trato de no intervenir en las escenas, que en la cuenta quede plasmada la imagen tal cual lo viví yo en ese momento. En la mirada que fui construyendo durante todo este tiempo no estuve buscando lo exótico, estoy buscando lo que pasa todos los días en el barrio. La estética de la cuenta es de observación, interactúo muy poco, es lo que miro básicamente, trato de no forzar mucho.

Es un barrio en el que muchas de las cosas pasan en la calle. ¿Qué sucedió durante el Mundial? 

Lo que más me llamó la atención de los festejos del Mundial es que fue ver a una parte del mundo festejando junto a Argentina, porque los senegaleses estaban con la remera de Argentina, los chinos festejaban, igual que los bangladesíes que sacaban banderas larguísimas atadas una al lado de la otra y hacían caravana hasta el Obelisco. Me da orgullo. Muchas veces publico fotos de algún inmigrante con el preámbulo de la Constitución porque me emociona un poco que la gente elija este país y elija esta ciudad y el barrio donde yo vivo para venir a vivir. Había una fraternidad universal abrazándose, dándole las gracias a la gente de Bangladesh.

En las últimas semanas se vieron conflictos entre un grupo de vecinos y algunos vendedores callejeros. ¿Cómo se vive eso en el barrio?

Es un eterno retorno. Desde mi punto de vista hay un arreglo de la comisaría con alguna pequeña o gran mafia que regentea. La última gran batalla que hubo en Once fue cuando se concretó el traspaso de la Policía Federal a la Policía de la Ciudad. Cada vez que cambian el comisario hay como una pequeña batalla que en definitiva es para renegociar el canon. Es cierto que si estás en Castelli y Mitre es imposible caminar. Es medio difícil tomar una postura. Es una lucha de pobre contra pobre y quien saca ganancia es el comisario o alguien del Gobierno de la Ciudad.

¿Para dónde te parece que va el barrio?

Yo creo que va a seguir igual. En Buenos Aires hay un gran avance inmobiliario y en Once ya tenemos edificios bajo esa impronta, los “Altos de Moreno” o cosas así. Pero en estas condiciones es ingentrificable el barrio. La gente está muy afincada, al que tiene negocio no la sacas de Once. Hay un sentimiento de pertenencia muy grande en el barrio de parte de la gente que comercia. Es una zona 100% comercial, para cambiar eso tiene que haber una intervención del Estado muy fuerte que no va a haber.

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