Shakira y nuestros personajes: despechadas, superadas y sinceras

🎼 En una semana, Shakira y Miley Cyrus sacaron temas con mensajes a sus ex. ¿Cuánto representan esas imágenes? Desde El Grito del Sur junto a Naty Maldini revolvimos telenovelas, películas y canciones para buscar, entre respuestas, la catarsis hacia la superación.

Ya lo dijo Shakira, cuando hay que hablar siempre es mejor empezar por una misma. Pero lo que también es cierto es que su música -la de pies descalzos y de sueños blancos- está contenida en una cultura (pop) que históricamente nos puso personajes.

«Crecí con una abuela que nos decía a mis primas y a mí que ‘cuidemos al novio’, ‘que aguantemos por la familia’. Viví la adolescencia con la certeza que algún día me iban a dejar por una más joven que yo (aunque ni siquiera tenía, ni quería novio); que ‘de los cuernos y de la muerte nadie se salva’, con una Clara (Dolores Fonzi) de ‘Verano del 98’ desquiciada fingiendo un embarazo para retener al amor de su vida y con Violeta (Agustina Cherri) aguantando la violencia de Mauro (Alejo Ortiz) en Costa Esperanza, con Mili (Natalia Oreiro) e Ivo (Facundo Arana) escondiéndose de la ‘novia loca’ en ‘Muñeca Brava’ que no los dejaba en paz. Y por supuesto, con cientos de peleas entre ‘chufas’ por ‘el chico popular’ en ‘Chiquititas’ o ‘Rebelde Way’. Encontrar al amor de tu vida y tener hijos no solo era lo mejor que te podía pasar sino que además tenías que abrazar ese deseo o resignarte y convertirte en La Bruja del 71, una solterona resentida», cuenta a este medio la actriz y productora Natalia Maldini. 

La despechada, la superada, o la heroína frágil de las novelas que resistía para esperar únicamente que el varón correspondiera su amor para garantizar el final feliz, regaron siglos de representaciones pero también de expresiones que delimitaron una cancha fundamentalmente para las mujeres. Fuera el huevo o la gallina, lo cierto es que sigue pasando, aunque con una excepción: hoy, con el avance de los feminismos, frente a cada manifestación artística, abrimos conversaciones. 

Esta semana, la artista barranquillera estrenó la Session #53 del compositor y productor argentino Bizarrap con directas para su ex y padre de sus dos hijos, el futbolista español Gerard Piqué, y sin querer queriendo retomó una serie de cuestiones-contradicciones que ya nos venían latiendo, y claro trascienden de ella misma: ¿era necesario que con su trayectoria y la posibilidad de hacer un tema homenaje a su mejor discografía le dedicase el tema completamente a él? ¿Cuánta mala fama tiene convertirnos en “despechadas”? ¿No era ese un lugar relegado de “locas resentidas” al que estamos intentando no volver? ¿O ya es vintage «sufrir por amor» porque «no nos empodera»?  

Naty Maldini dirá que cuando tu felicidad y estructura mental dependen de ese sueño; aún así siendo feminista, aún así entendiendo que la vida no es una comedia romántica de Meg Ryan o que somos más que “solo una chica, parada frente a un chico pidiéndole que la ame” como en “Notting Hill”; habiendo sido abrazada por esa ola verde y con lo que proponen cientos de pensadoras agitándonos el cerebro y hasta las nuevas ficciones, es difícil desarmar esos mandatos.

“Para algunas mujeres, que se les venga abajo la estructura de la familia perfecta y encima se les cumplió la profecía de ser dejadas por otra más joven cuando todas sus vidas trabajaron duro para eso (porque ellas sí aguantaron por la familia como decía mi abuela); para ellas sólo queda dejar salir al monstruo que todas llevamos dentro”, señala a El Grito del Sur.

La artista barranquillera estrenó la Session #53 del compositor y productor argentino Bizarrap con directas para su ex y padre de sus dos hijos.

Esa criatura para Naty tiene nombre. Como el Dr Jekyll y Mr Hyde de Stevenson, el alter ego que vive dentro de la mujer moderna es la “desquiciada”. Idea que en nuestros días (y país) se refuerza con la que la periodista Luciana Peker escribió -con buen olfato- esta semana a su vez nutrida de la escritora francesa Mona Cholett: “la mala ya no es la amante, sino la madre de los hijos”. Mientras ejemplifica con la cobertura mediática hacia Camila Homs (podríamos hasta incluir a Pampita), el concepto quedó calzadísimo para la colombiana a la que intentan descalificar (por su ex) como “payasa”.

Shakira lo cantó hace años. Si te vas, “no vuelvas nunca más que no estaré aquí”. Ahora como refiere Naty, la profecía es justamente cíclica: “contigo ya no regreso ni que me llores, ni me supliques”, remata. Ella sabe; “no puedo pedirle lo eterno a un simple mortal y andar arrojando a los cerdos miles de perlas”. Lo demás es tortura. Por todo esto su advertencia no sólo es personal sino extensiva: va dedicada a tantos más, “Pa’ tipos como tú”, dice al principio.

Se trata del tercero de una seguidilla que arrancó con la irónica “Te Felicito” y siguió con “Monotonía” –junto a los puertorriqueños Rauw Alejandro y Ozuna– ambos, con múltiples referencias a Piqué que retoma cuando baila con movimientos robóticos (en referencia a la falta de emociones), y para expresar que no fue la rutina lo que desató sus acciones.

La session #53 se convirtió en la canción latina con más streams en la historia de Spotify. Superó las 26 millones de reproducciones en las primeras horas, y (tal como ella compartió en sus historias) Argentina lideró el listado del top de países que más la escucharon.

Exactamente un día después, el viernes 13, Miley Cyrus presenta “Flowers”, el primer tema de su nuevo disco “Endless Summer Vacation”. Como Shakira, Miley es una referente de la generación de las que crecimos en el 2000 viendo “Hannah Montana”, y por romper con una bola de demolición lo que Disney esperaba para ella.

La canción se lanza el día del cumpleaños de Liam Hemsworth, su ex esposo, a quien hace alusión en varios fragmentos. Sin embargo, es principalmente la respuesta al tema de Bruno Mars, «When I Was Your Man», uno de los favoritos del actor y que le dedicó hace un tiempo. Allí un hombre se lamenta por su separación y le desea a su ex que «él» le «compre flores, la «tome de la mano», y que la lleve a todas las fiestas para bailar. Frente a ello, Miley canta: «Me puedo comprar flores. Escribo mi nombre en la arena. Hablo conmigo misma durante horas sí; algunas cosas que simplemente no entiendes. Pero puedo llevarme a bailar, sí. Puedo sostener mi propia mano. Sí, puedo amarme mejor de lo que tú podrías».

La session #53 se convirtió en la canción latina con más streams en la historia de Spotify. Superó las 26 millones de reproducciones en las primeras horas.

La filósofa y comunicadora, Tamara Tenenbaum, escribe en su libro-ensayo El Fin del Amor -que ya es como una suerte de manifiesto feminista contemporáneo- que poco a poco y cultura mediante, el amor se fue cimentando conceptualmente como la forma específicamente femenina de la rebeldía. Con esto hace referencia a la capacidad emancipadora que para millones de mujeres tuvo (fundamentalmente hace décadas) la capacidad de escoger, e incluso correrse de lo que sus familias tenían predestinado para ellas. Sin embargo, la autora -que nunca se satisface de una conclusión- encuentra que esta idea está hecha de una base de un género masivo (principalmente en Latinoamérica): el melodrama. Y si otro factor interesó del tema de Shakira, fue justamente el consumir/escuchar su vida como si fuese un culebrón. 

En las canciones de la colombiana, su rock también fue potenciador para miles desde su expresión de amor. En ese espacio destinado para las femeninas que partió de la literatura romántica -profundizado por las telenovelas, y otros formatos-, ella encontró también el lugar para decir que “anuncia que renuncia”. En este punto, Tamara analiza que en muchas de estas historias (volviendo a nuestras representaciones), como la de Julieta (de Shakespeare) y las princesas de los cuentos de hadas que desafían a sus padres, funciona la promesa al mismo tiempo como incitación y advertencia: “el mundo va a castigarte por amar demasiado pero ninguna otra forma de vida vale la pena ser vivida”. Y cita a Gilda porque tiene el “corazón valiente”, pero por sobre todo porque pudo dejar a un ex marido violento para cantar, para ser ella misma.

Al igual que ella, tanto Shakira como Miley, pasaron por su propio camino para atravesar sus separaciones. Sin embargo, del mismo modo la session podría haber sido un tema homenaje a su trayectoria como artista en la música (o no) y no únicamente una serie de dardos, y tendría con qué. Lo interesante a pensar es que elige hacerlo.

En una conexión interesante, el videoclip de Cyrus arranca con ella caminando sobre un puente (como metáfora de una transición), y la encuentra llegando a su casa, para la escritora inglesa Virginia Woolf su “habitación propia”. Pues como explicó en su ensayo así titulado para obtener una emancipación real en términos sociales y políticos, las mujeres necesitaron de un espacio físico en el que desarrollarse.

En el video, también hay un cambio de clima: “Empecé a llorar y luego me recordé”, canta Miley que pasa de tener una capucha y dar pasos discretos al descontrol que viene con el baile, así como lo que genera dar “un portazo” a un vínculo en el cual ya no se es feliz. Y lo termina: vestida de blazer (pero abierto en representación a su autonomía y sexualidad) y pantalón pues es “su propio hombre”. Claro, que vestida de dorado y con una piscina gigante donde zambullirnos, la historia es otra. Sin embargo, así y todo, nunca nada es suficiente ni las realidades están completamente representadas. Lo crucial radica en estrenar la mayor posible diversidad de canciones, obras de teatro, películas y telenovelas “necesarias para salvar a esta compañía”. 

La comparación, abre el abanico, busca que el debate trascienda de ellas. Son millones las mujeres que cantan, cantaron y cantarán por amor. Karina, Karol G, Jimena Barón son algunos ejemplos. La Cobra pasó de ser La Tonta para cobrarse todo lo que hiciste bebé. No sólo en el sentido metafórico de la expresión sino monetario.

El verso por excelencia resaltado de la session #53 fue: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” que como dijo Shakira, va dedicado a las que le enseñaron que si la vida te da limones amargos, hagas limonada. Sacar un beneficio del daño es una gran virtud; eso se celebra. Sin embargo, también se enmarca en un contexto. 

En “Monotonía”, Shakira elige mostrarse de bata, en el supermercado, despeinada y siendo bien visceral, con el corazón en la mano, ese que entrega para guardar en la caja fuerte del banco dorado de los sentimientos, pero de la que se lleva la llave. Algo parecido, cuando Jimena presentó “La Tonta” (en una entrevista con Vero Lozano) dijo que “vomitó” lo que sentía para armar el disco.  Pero también le dirá a su amiga en su reciente “La Araña” (igualmente relacionado con Daniel Osvaldo), que “lo peor de la traición es que nunca viene de un enemigo” pero que en cambio “yo te hice esta canción”.

“Hoy en día, como feministas sabemos que ‘esa Bestia’ puede salir”, advierte Naty Maldini. “No lo negamos porque estamos intentando construir un movimiento menos hipócrita y; como no podemos evitar que salga ‘La despechada’, porque entendemos que está arraigado en nuestra cultura, es inevitable. ‘Ya sabrás la situación, aquí todo está peor pero al menos aún respiro’, dice Shakira”, añade.

Shakira y Piqué

¿Dónde están los ladrones?

Mucho se habla de la entidad que le dan estas canciones a los hombres pero poco de la enorme capacidad de poner el tema sobre la mesa. Porque antes –como le decía su abuela a Naty– mientras que la mujer soportaba, el silencio escondía el secreto en el que muchos hombres perpetraron acciones que quedaban impunes. Por eso Shakira busca (en un juego de palabras) que le sal-pique.

Tampoco ninguno de los personajes que nombramos podría estar asociado a las masculinidades. “En los melodramas ellos también enfrentan a su entorno para unirse a la chica de sus sueños, y sin embargo las imágenes de libertad corren por otros carriles (…) el amor romántico les proveyó a muchas mujeres un lenguaje para hablar de su propio deseo; los varones no necesitaban nada de eso”, escribe Tamara Tenenbaum.

Aquí entra el otro gran tema en cuestión. Shakira –la que hace años sentenció que “toda escoba nueva siempre barre bien” pero “luego vas a ver desgastadas las cerdas” o que “cuando las arrugas le corten la piel y la celulitis invada sus piernas” (en el peor de los estereotipos)–  destina varios versos para la amante de Piqué, lo que fue analizado bajo la lupa violeta pues parte de la estrategia anti feminista apunta a que los enfrentamientos sucedan entre mujeres, así el hombre queda una vez con el terreno libre para seguir actuando. Mirándolo así, resta que se normativicen estos discursos (y más aún las comparaciones entre marcas que sólo profundizan la diferencia de clase social). Así y todo, es cierto que el sólo hecho de ser mujeres no nos deja exentas de herir a otra, sino tampoco la tomaríamos como sujeto de derechos. Pero con el escrache y la cancelación el costo es muy alto.

“Lo mismo pasó con Daniela de Gran Hermano, que la gente la hizo volver a la casa para vengarse de quien no la había tratado como debía. La apodaron ‘Venganiela’, le empoderaron y le dijeron: ‘metele la espontánea que acá tenés aguante’”, conecta Naty Maldini. Habitar nuestra vulnerabilidad nunca fue un lugar seguro, sencillo, cómodo.

“Volviendo a mi crianza, si me guío por Don Ramón podría decir que ‘La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena’. Pero hay algo que Don Ramón no sabía. Ahora la venganza se puede monetizar y tiene hinchada. ¿Será que después de tanto dolor colectivo nos pasamos de rosca? No lo sé. Sí sé que esta vez no vamos a juzgar a esa ‘desquiciada’. Y si algún día me vuelvo una, que mis amigas me bancarán y no como mi abuela miraba a las divorciadas del barrio. Clara de ‘Verano del 98’ estaba muy sola pero a Shakira la bancamos todas. Cuando la ira pase, también podemos agarrar la almohada y llorar de nuevo con ‘Tú’ o volver a ver ‘Fleabag’”, cierra Naty. Porque “cuando menos piensas, sale el sol”.

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