Un viaje en el tiempo: el Tramway Histórico de la Ciudad

🚋 Desde 1980 funciona en el barrio de Caballito el Tramway Histórico gracias a la labor de la Asociación de Amigos del Tranvía. Crónica de un viaje por el pasado, el presente y el futuro del transporte porteño.

Son las diez de la mañana de un domingo, el sol ya pega fuerte en un día en el que se pronostican máximas por arriba de los 30 grados. En la esquina de Emilio Mitre y José Bonifacio, en pleno barrio de Caballito, un grupo de personas se refugia bajo la sombra de un árbol a la espera de subirse a pasear en tranvía, mientras Gustavo y Raúl, integrantes de la Asociación de Amigos del Tranvía (AAT), cuentan la historia del medio de transporte que comenzó a funcionar en la Ciudad de Buenos Aires en 1863. “Y si tienen alguna duda, le preguntan a este pechito tranviario argentino”, dice Raúl.

“Soy Raúl Bernater y soy el socio número 536 de la Asociación de Amigos del Tranvía -cuenta a El Grito del Sur-. Llegué acá hace siete años porque cuando yo era chiquito, mi abuelo me llevaba a pasear en tranvía. Íbamos hasta Villa Devoto, a la estación del tren San Martín, para ver pasar los trenes. Esa era nuestra diversión. Pero ya el paseo en tranvía era una aventura también porque, al vivir en Paternal, el tranvía tenía que subir el puente de la avenida San Martín y eso era como ir a la montaña rusa”.

Ordenados por Raúl y Gustavo, los pasajeros hacen fila para subir al tranvía y, mientras esperan o apenas ponen un pie arriba, se sacan una foto. El coche es color crema por fuera y el interior de madera, con detalles en las ventanas y asientos mullidos color marrón y pertenecía a la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, que fue la de mayor presencia en la Ciudad. El guarda pica los boletos con rayas diagonales celestes y blancas que dicen “Recuerdo del Tramway Histórico de Bs.As.” y tienen el logo de la Asociación. No queda un solo lugar libre y segundos después de que los últimos en subir se acomodan en la parte delantera, suenan las campanas y empieza el viaje.

Noviembre de 1983: la AAT inaugura su segundo tranvía histórico, el Anglo.

“Los primeros tranvías empezaron a funcionar en 1863, esos eran a tracción animal, y el último que circuló en la Ciudad fue en febrero de 1963. Es decir que Buenos Aires tuvo una historia con el tranvía que duró cien años -dice a este medio Ernesto Falzone, integrante de la comisión directiva de la AAT y encargado del área de comunicación-. En diciembre de 1897 se inauguró la primera línea de tranvía eléctrico de la Ciudad que unía Plaza de Mayo con Flores. El recorrido iba por el sur y no por Rivadavia, como muchos pueden pensar, por el miedo y el escepticismo de los porteños que pensaban que se iban a electrocutar o a ser arrollados por una máquina que andaba a la ‘endiablada’ velocidad de 30 kilómetros por hora”. 

Según Ernesto, el tranvía fue “el gran poblador que hizo de Buenos Aires una ciudad” porque conectó el centro económico con lo que en ese momento eran pueblos, como Flores, y alentó a las personas que llegaban a la capital a comprar las tierras loteadas que había al paso del tranvía. “La red fue creciendo de tal modo que llegó a tener 850 kilómetros de vía, aproximadamente cien líneas y más de 4 mil vehículos funcionando, algunos con recorridos muy largos. Por ejemplo, en 1905, la cervecería Quilmes instaló su línea de tranvía que iba de Quilmes a Buenos Aires”, explica.

El apogeo del tranvía duró hasta la década del ‘20. Uno de los primeros azotes que sufrió fue la firma del infame pacto Roca-Runciman en 1933. “Eso permitió que se hiciera la ley de coordinación del transporte, que creó una empresa mixta que era la Corporación de Transporte, en la que tenían que integrarse obligatoriamente todas las compañías de transporte. Eso fue un fiasco por la ingobernabilidad de una empresa tan grande y tan variada”, agrega Ernesto. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la red de tranvía ya no creció más y se desarrolló el lobby automotor hasta que en 1961 se decidió sacar progresivamente los tranvías. El último funcionó hasta febrero de 1963.

Viaje inaugural en la calle Hortiguera en 1980.

Años después, en 1976, un grupo de aficionados por el tranvía creó la ATT. “Uno de los aspectos que se buscaba trabajar era la historia del tranvía y el otro tenía que ver con la posibilidad de que se volvieran a usar los tranvías con un enfoque moderno -señala Ernesto-. Con la crisis del petróleo en 1972, en Europa se volvió al tranvía porque era un medio de transporte que no necesitaba del petróleo. Los aficionados de acá sabían eso. Otro de los objetivos era tener un museo. Las instalaciones de Caballito eran las únicas que habían quedado y se buscó poner un tranvía para que funcionara los fines de semana”. Después de una búsqueda intensa, dieron con un coche en Oporto, Portugal, que pudieron traer e inaugurar en 1980 y hoy es Monumento Histórico Nacional. La flota actual tiene nueve unidades en funcionamiento y la décima se incorporará en abril de este año.

Ernesto asegura que el Tranvía Histórico fue un éxito desde el principio, pero que gracias a la irrupción de las redes sociales se popularizó aún más y todos los fines de semana hay extensas filas de porteños y turistas nacionales e internacionales que esperan para hacer el paseo gratuito y que recorre la traza que va por Emilio Mitre, Rivadavia, Hortiguera y Directorio.

Gabriel e Indianara son de Brasil y viven en Argentina hace siete meses. Los dos están sentados en uno de los primeros asientos del coche y van acompañados de la madre de Gabriel, que está de visita, y Lili, la perra de la pareja. “El tranvía lo conocimos por Instagram, pero hoy es la tercera vez que venimos”, cuenta Indianara. 

“Yo casi me hice socio -confiesa Gabriel-. Pero no tengo el tiempo para dedicarle. Yo hago mi parte y divulgo los paseos. Siempre que conozco a alguien que viene a Buenos Aires le recomiendo que venga a conocer el tranvía”. La pareja tiene una cuenta de Instagram, @kombi_margarida, a través de la que buscan mostrar el lado B de Buenos Aires para que los turistas brasileños conozcan lugares por fuera del circuito tradicional.

Noviembre de 1980, inauguración del Tramway Histórico.

Al mando del coche va Pedro Taisa. Vestido con zapatos y pantalón negros, camisa blanca y anteojos estilo aviador, se da vuelta y comenta: “Capaz que no le contamos a nadie que es el primer día que manejo”. Y aunque la AAT entrena a los socios que quieran aprender a conducir, lo de Pedro es una broma. Tiene 72 años y lleva 40 manejando. “Pero aprendí a los nueve años -aclara-. A los nueve años, en Rosario, me robé un tranvía”.

Pedro cuenta que su abuela lo llevaba a pasear en tranvía y que a él le gustaba mirar cómo trabajaba el conductor, que así se dio cuenta de cómo se tenía que manejar el vehículo. “Y un día se ve que el hombre estaba apurado por ir al baño y se bajó un momento. Lo manejé por una cuadra, con el tipo corriendo atrás, porque ahí estaba la parada en la que terminaba la línea 2. En la puerta de la casa de mi abuela estaba mi mamá. ¿Te podés imaginar? De los 35 escalones que había hasta el primer piso no toqué ninguno, subí volando. Así fue que arranqué”, se ríe.

Los pasajeros saludan a Pedro y bajan del tranvía. En la esquina ya hay otro grupo listo para subir que está comprando recuerdos -tazas, pins, llaveros, rompecabezas, libros, entre otros objetos- que la Asociación vende para solventarse ya que, aclaran, no reciben ningún subsidio. En el lugar también funciona la biblioteca popular Federico Lacroze, que reabre en febrero. 

“La Asociación es una institución sin fines de lucro abierta a todos los que quieran sumarse, sin distinción de género, edad ni condición social. Así que todos los que quieran participar pueden acercarse”, afirma Ernesto. Ya hay un nutrido grupo de jóvenes que esa misma mañana hacen prácticas para aprender a conducir el tranvía.

Y aunque el paseo puede vivirse como un viaje en el tiempo, Ernesto asegura que el tranvía también forma parte del sistema de transporte presente y futuro. “No hay que pensar solo en Buenos Aires. Acá las autoridades no tienen interés en fomentar. La red de subte no se amplió, la del premetro no se terminó. Mendoza dio el puntapié y desde hace diez años que funciona el Metrotranvía en la ciudad. Llega hasta al aeropuerto, incorporó 40 coches y sigue creciendo -dice-. Pensamos que ese va a ser el gran ejemplo que lleve a que el sistema sea adoptado en otras ciudades del país”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.