De platillos voladores y extraterrestres: el origen de la ufología

🛸👽 El gobierno de Estados Unidos informó sobre la presencia de objetos voladores no identificados y se dispararon nuevas teorías sobre la posible presencia alienígena. Un recorrido por la historia de los relatos sobre ovnis, extraterrestres y platillos voladores.

El 24 de junio de 1947, el piloto estadounidense Kenneth Arnold comandaba su avión cerca del monte Rainier, en el estado de Washington, cuando vio nueve objetos que volaban de forma extraña en el cielo. Al aterrizar, fue derecho a una oficina del FBI, su miedo era que se tratara de una nave soviética. Pero el organismo comandado por J. Edgar Hoover estaba cerrado y Arnold decidió acudir a la prensa. “La prensa interviene por primera vez en la formación del imaginario de lo que no se sabe lo que es y está en el cielo -explicó a El Grito del Sur Alejandro Agostinelli, periodista, editor de FactorElBlog.com y autor de Invasores: historias reales de extraterrestres en la Argentina (Ed. Sudamericana, 2009) -. El término ‘platillo volador’, flying saucer, surgió a partir de la mala interpretación del periodista. Cuando Arnold describe el movimiento de esos objetos, que tenían forma de boomerang, dice que se movían en el aire ‘como si lanzaras platillos sobre el agua’, como cuando tirás una piedra para que pique sobre la superficie del agua. Pero se impuso esta categoría y las personas empezaron a describir, a pesar de que nadie había visto un plato volador”.

Los ovnis, la sigla de “objeto volador no identificado”, volvieron a la tapa de los diarios después de una serie de episodios en Estados Unidos: el gobierno de Joe Biden informó que habían detectado un presunto “globo espía” enviado por China y que decidieron derribar una vez que no representaba un peligro para los civiles. Desde Beijing, mientras tanto, aseguraron que se trataba de un dispositivo para la investigación meteorológica. Sin embargo, con el correr de los días las milicias estadounidenses derribaron otros objetos y al no poder precisar de qué se trataba solo pudieron afirmar que eran unidentified flying objects (UFO). Ovnis.

La Fuerza Aérea de Estados Unidos acuñó esta terminología cuando comenzó a estudiar el fenómeno con seriedad en 1948. “Hasta 1968 se estudiaron distintos informes. Como la Fuerza Aérea tenía una visión muy crítica y escéptica y la población empezó a tener ideas conspirativas, de que los militares ocultaban la verdad, la investigación pasó a ser llevada adelante por la Universidad de Colorado. La conclusión a la que llegaron fue que esos objetos no representaban ningún peligro para los Estados Unidos y cierran el caso, a pesar de que no pudieron identificar muchos casos. De eso se agarra mucha gente (para decir que existen los extraterrestres). Pero los casos sin explicar solamente quiere decir que no se encontró una explicación y eso se puede atribuir a muchas razones, lo que no quiere decir que sean extraterrestres, sino que te falta información”, precisó Agostinelli.

Alejandro Agostinelli. Foto: Brando.

La repercusión de lo que pasaba en territorio estadounidense no demoró en llegar a Argentina. Agostinelli explicó que los pioneros locales de la ufología fueron los hermanos Jorge y Napoleón “Napy” Duclout. “Ellos organizaban sesiones mediúmnicas, contactaban al espíritu de un ‘ingeniero de talento’, que terminó siendo el espíritu de Jorge Duclout padre, que se comunicaba con extraterrestres. El médium cambiaba la voz, adoptando la del ingeniero que contaba cómo eran las cosas en Ganímedes, que es un satélite de Júpiter”, afirmó. Pero en 1952 los Duclout fueron más allá y desafiaron a los extraterrestres a venir y presentarse ante ellos. Los extraterrestres dijeron que sí.

La fecha señalada -y anunciada- fue el 6 de septiembre de 1954 a las 22 hs. El lugar de la vigilia: la terraza del edificio Kavanagh, que supo ser la construcción más alta de Latinoamérica, desde donde verían pasar el plato volador. Los Duclout y compañía esperaron y esperaron. Pero cuando se estaban por ir, apareció finalmente una luz. Toda la experiencia está relatada en un libro escrito por los hermanos.

Agostinelli señaló que la posibilidad de una visita extraterrestre ya formaba parte de las preocupaciones de la época, incluso previo a las que se consideran las primeras apariciones. “En 1938 se armó un gran lío con la emisión que hizo Orson Welles de ‘La guerra de los mundos’ (que es una adaptación de la novela de H.G. Wells, publicada en 1898). Mucha gente pensó que era verdad y esto te da la pauta de que cualquier cosa que venía del cielo generaba inquietud. Lo que le pasó a Kenneth Arnold fue un detonante de una cultura que se venía gestando por debajo”, aseguró.

Jorge y Napy Duclout en plena sesión espiritista. Foto: FactorElBlog.com

En Argentina tampoco faltaban los productos culturales sobre posibles habitantes de otros planetas. Pero quizás el más famoso y que perdura hasta hoy llegó en 1957 con la publicación de las tiras de “El Eternauta”, de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López.

El editor de FactorElBlog agregó que los medios de comunicación tuvieron un rol clave en la difusión de la ufología, tanto en Estados Unidos como en Argentina. “Se trataba de revistas de ciencia ficción que se convierten y le dan un cauce a esa imaginación colectiva. Había un interés en el público y esas revistas ufológicas se vendían mucho más. Por ejemplo, Ray Palmer, que es considerado el inventor de la ufología, fue editor de Fate, la primera revista de ciencia ficción que incluyó una historia de platos voladores en portada”.

Hoy, quienes quieren creer siguen adelante a pesar de la falta de informes científicos que den cuenta de alguna visita extraterrestre. Las teorías conspirativas sobre intercambios tecnológicos circulan en más de un rincón de internet, así como la idea mesiánica de la posible llegada de alienígenas que podrían seleccionar a humanos para llevarse a su planeta. Y también existen quienes, esperanzados, miran al cielo y vigilan qué pasa, a ver si finalmente son contactados por alguien de ahí afuera.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.