Kurt Gustav Wilckens: el justiciero anarquista de la Patagonia Rebelde

✊ Vengó las muertes de los obreros de la Patagonia Rebelde e hizo volar por los aires al represor Varela. Fue asesinado por la Liga Patriótica y dejó escrito en su legado: "No fue venganza; yo no vi en Varela al insignificante oficial. Era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal".

La historia de nuestro suelo ha sido muy excluyente en materia de justicieros populares. Simon Radovitsky, el militante anarquista encargado de ajusticiar al represor Ramón Falcón, tiene una vitrina en los anaqueles de la historia de la lucha popular argentina. Su figura, su legado, sus fugas del penal del Fin del Mundo y su perseverante lucha por el anarquismo impregnaron una herencia generacional militante.

Pero la historia no ha sido tan benévola con otro anarquista y justiciero popular: Kurt Gustav Wilckens, el alemán vengador de la Patagonia Rebelde. Wilckens nació en Bad Bramstedt, en la actual Alemania, en 1886. Estudió jardinería y a los 24 años se mudó a Estados Unidos donde comenzó a trabajar en una fábrica de escabeches. Fue allí donde se contagió de las ideas del anarquismo y tuvo su primer enfrentamiento con las fuerzas del orden luego de que invirtiera los pedidos: mandó el escabeche de mejor calidad a los distritos populares y el de peor escala a los barrios ricos. Luego de ser descubierto y despedido se incorporó a trabajar en una compañía minera, pero por su actividad sindical en diferentes huelgas fue extraditado a su país de origen en 1920.

El 29 de septiembre de 1920 llegó a Buenos Aires, donde se incorporó al movimiento libertario y comenzó a trabajar como corresponsal para dos periódicos alemanes de izquierda. A su actividad militante la complementó con su trabajo en la producción frutíhorticola en el ámbito rural, más específicamente en Cipolletti (Río Negro) donde apostó por la organización de los trabajadores de la tierra.

Wilkens era de formación pacifista, pero con su llegada al país vivió un hecho aberrante que cambiaría su manera de comprender el mundo. En 1920 se desató una brutal represión en la Patagonia, en la provincia de Santa Cruz. Los fusilamientos vinieron a disciplinar el levantamiento de cientos de obreros de la FORA que exigían mejorar salarios y condiciones laborales. En 1921, las tropas al mando del teniente coronel Héctor Benigno Varela repelieron brutalmente la protesta. El saldo de la acción del Ejército fue de mil muertos y otro millar de heridos. Se concretaba uno de los hechos más sangrientos de la historia del Ejército argentino hasta esa fecha.

Comenzó allí el plan de la venganza. Wilkens no tenía experiencia en fabricación de explosivos ni en manipulación de armas, pero gracias a la asesoría de un camarada anarquista de origen español logró fabricar un artefacto de proporciones considerables. El 27 de enero de 1923, cuando Varela salía de su casa, una boba de fabricación casera explotó generándole trece heridas fatales que se sumaron a cuatro balazos, los mismos que Varela aplicaba a sus víctimas obreras en los fusilamientos. El ajusticiamiento estaba listo, pero la historia del alemán anarquista recién comenzaba.

Kurt Gustav Wilckens

En el mismo ataque Wilkens también resultó herido al cubrir con su cuerpo a una niña de 10 años que se cruzó en la escena de manera imprevista. Lastimado y exhausto, la policía lo aprehendió a los pocos minutos del atentado. «No fue venganza; yo no vi en Varela al insignificante oficial. No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal. ¡Pero la venganza es indigna de un anarquista! El mañana, nuestro mañana, no afirma rencillas, ni crímenes, ni mentiras; afirma vida, amor, ciencias; trabajemos para apresurar ese día», escribió Kurt.

Su detención en la Prisión Nacional no fue extensa: cinco meses después de su aprehensión, el 15 de junio de 1923, Ernesto Pérez Millán Temperley, integrante del grupo de extrema derecha Liga Patriótica Argentina, pariente de Varela y miembro de los cuerpos que reprimieron en Santa Cruz en febrero de 1921, ingresó a la penitenciaría y lo asesinó a tiros. Millán moriría tiempo después también en prisión y a manos del anarquista croata Esteban Lucich.

Compartí

Comentarios

Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.