“La tasa de mortalidad infantil es la más baja de la historia de la Ciudad de Buenos Aires”, anunció la semana pasada el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. En la presentación fue acompañado por dos de sus más fieles laderos: la ex gobernadora María Eugenia Vidal y el Ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, quien suena con fuerza como uno de los alfiles del PRO para suceder a Larreta en CABA.
«Es casi la mitad de lo que es el promedio de toda la Argentina», explicó el alcalde en un acto que tuvo tono de campaña. La realidad es que el número de 4,4 defunciones por mil nacidos vivos, es efectivamente la tasa más baja de la historia de la CABA pero la cifra no está exenta de un contexto general: la Argentina entera registró los números más bajos en la materia desde que se mide el indicador. Y lo más preocupante es la capacidad que tiene el promedio de borrar desigualdades.
Mientras en el barrio de Belgrano se registraron apenas 3 fallecimientos por cada mil nacidos vivos, en la Comuna 4 (Barracas, Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios) fue de 7,8, más cerca de las cifras de Chaco (9,5) que de las de Caballito (3,4). Mientras que en la Comuna 7 (Flores y Parque Chacabuco) alcanzó el 7,3. También en el sur de la Ciudad, tanto en la Comuna 1 como en la 9, la tasa fue de 7,1 en ambos casos.
«El dato que brinda Fernán Quirós es real pero encubre enormes niveles de desigualdad», explicó en diálogo con El Grito del Sur Santiago Quintana, Magister en Sistemas de Salud y autor del libro Código Postal: Dime dónde naciste y te diré qué salud tienes (editado por MT Salud). «La CABA tiene el mayor PBI de la Argentina, aunque posee una gigante inequidad entre sus barrios y comunas. Depende de dónde uno nazca, la calidad de salud que va a tener. Las comunas del sur tienen un nivel de vida, de acceso al agua potable y a las condiciones de salud que se ha ido precarizando. Al mismo tiempo, la CABA tiene las mayores cifras de afiliados a prepagas y obras sociales», agregó el analista.
Sumado a este diagnóstico, otro estudio publicado esta semana devela cifras que preocupan. Une de cada dos niñes de barrios populares se encuentra afectado por malnutrición. El trabajo fue hecho por la Universidad Popular Barrios de Pie sobre 179 familias y 1752 chicos y chicas de la Ciudad de Buenos Aires que concurrieron a distintos espacios comunitarios en diez barrios porteños. Allí se evidencia que 9 de cada 10 familias temen no poder seguir alimentándose por falta de recursos.
El estudio se realizó en Barracas, Bajo Flores, Cildañez, Fraga, Villa Soldati, Villa Lugano, Ciudad Oculta, Pirelli, Retiro y Piedra Buena y evidenció que la malnutrición afecta al 54,6% de les niñes, mientras que el 45% de las familias admitió haber reducido las porciones de comida.
«Rodríguez Larreta aprobó un presupuesto para el 2023 de 2 billones de pesos pero con fuertes recortes en materia de asistencia alimentaria, ajustando por quienes más necesitan del acompañamiento del Estado. Nos preocupa muchísimo las consecuencias en materia de seguridad alimentaria en nuestros barrios populares, sobre todo en niños, niñas y adolescentes, porque afecta de manera directa su crecimiento, desarrollo y su salud integral”, explicó Laura Velasco, legisladora porteña del Frente de Todos.
«El debate por el sistema único de salud está muy instalado y saldaría muchos de estos problemas. La problemática del sistema de salud es prioritario: cuando uno analiza las encuestas sobre preocupaciones ciudadanas la salud está entre el octavo y noveno puesto y pareciera que no está en agenda», aseguró Quintana. «A 15 años de la llegada del PRO, los indicadores muestran que la salud no ha sido prioridad en CABA. Sus diputados y senadores en el Congreso son quienes bloquean la posibilidad de debatir una reforma del sistema», añadió.
Para el sanitarista, es necesario reforzar el rol del Ministerio de Salud y sobre todo la capacidad de control de los entes estatales, con fuerte énfasis en la tarea de la Superintendencia de Servicios de Salud, organismo que regula las obras sociales y las prepagas. «Hoy la Superintendencia no tiene el poder de policía suficiente como para contrarrestar los excesos en materia de aumentos de cuotas o las negativas de afiliación», concluyó el entrevistado.
