¿Quiénes pueden irse de vacaciones?

🏖️ El turismo en nuestro país atraviesa un gran momento. Incluso muchos compatriotas viajaron a Brasil en este verano 2023. Sin embargo, dicha posibilidad está lejos de alcanzar a las grandes mayorías de la población argentina. Una explicación de este fenómeno en base a la desigualdad.

Playas llenas, hoteles al 100% y rutas colapsadas. El verano de 2023 exhibe aspectos propios de un boom turístico que, sin embargo, está lejos de alcanzar a las grandes mayorías de la población argentina. De acuerdo con CAME, entre la segunda quincena de diciembre y la primera de enero 12,8 millones de turistas eligieron vacacionar en destinos locales y realizaron un gasto directo de $491.435 millones. Si se compara con la temporada anterior, viajaron 2,3% más de turistas y el gasto total tuvo un crecimiento real del 19% frente al año pasado.

Este año, además, se dio una particularidad: después de tres años de pandemia: Brasil volvió a ser un destino turístico elegido por miles de argentinos y argentinas. Allí se destacó el caso de Florianópolis, el cual tiene el atractivo de poder llegar en auto (desde la Ciudad de Buenos Aires son 1700 kilómetros, es decir unas 20 horas de viaje). No obstante, en Brasil la nafta es más cara y existe también la opción de tomarse un vuelo a través de una aerolínea «lowcost».

En un contexto en el que la pobreza alcanza al 36,5% de las personas (INDEC – 1er semestre de 2022) y que la inflación del año pasado rozó los tres dígitos, ¿podemos hablar de éxodo o espejismo turístico? Un reciente informe del Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM) asegura que el 79,8% de las familias llevan más de 36 meses sin contar con la posibilidad de tomarse al menos un fin de semana de descanso en alguno de los puntos turísticos del país. Es decir, 8 de cada 10 personas consultadas reconocieron que les resulta imposible vacacionar durante esta temporada veraniega.

«El turismo impacta sobre menos de un 20% de la población. Que las plazas turísticas del país colapsen significa que la Argentina tiene muchísimo por desarrollar en cuanto a la industria del turismo. Más allá de eso, hay un cambio en los hábitos de consumo producto de la caída en la capacidad de compra y de ahorro. Las personas ya no se van 10 o 15 días como hace cinco, siete o diez años atrás», señaló a El Grito del Sur Miguel Calvete, presidente de INDECOM y vicepresidente de la Confederación de Comercio y Servicios de la República Argentina.

El análisis de INDECOM fue pormenorizado en base a una muestra probabilística de un cuestionario estructurado que se efectuó con una encuesta telefónica (IVR) sobre un total de 2409 casos tomados en hombres y mujeres de entre 18 y 65 años. A nivel general, el estudio se focalizó sobre el segmento del nivel socioeconómico comprendido por los grupos sociales C2 y C3 (que incluye al 54% de los hogares, equivalentes a clases media y media alta) y D1 + D2E (conformado por el 46% de los hogares, equivalentes a clases bajas y marginales).

«El turismo impacta sobre menos del 20% de la población», señaló a El Grito del Sur Miguel Calvete, presidente de INDECOM y vicepresidente de la Confederación de Comercio y Servicios de la República Argentina.

Del misterio de los restaurantes llenos a una explicación de la desigualdad

En una nota de Página/12 de julio del año pasado, se hablaba del «misterio de los restaurantes llenos». Allí se planteaba que, a pesar de la alta inflación y de la regresiva distribución del ingreso, la venta en restaurantes tradicionales de la Ciudad de Buenos Aires -según la consultora Ecolatina- llegó a su nivel más alto de los últimos siete años.

Teniendo en cuenta la pérdida del poder adquisitivo de los sectores medios y bajos a partir de la marcha incesante de los precios, ¿qué nos dice esto sobre la desigualdad en nuestro país? «Para hablar de estas dificultades en Argentina, hay que pensar desde dos lugares: la distribución del ingreso entre trabajadores y capital -cuánto de esa gran torta que es el PBI va para cada uno- y, por otro lado, la fuerte heterogeneidad entre los distintos tipos de trabajadores (privados, no registrados y sector público)», explicó a este medio Florencia Di Prinzio, integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

«Existe una gran paradoja que atraviesa al ciclo económico en Argentina: conviven datos positivos de crecimiento -en cuanto a nivel de actividad y capacidad instalada de la industria- con una regresividad distributiva. Los salarios tienen un desempeño muy magro y no logran sostener el poder adquisitivo de los trabajadores. En enero, según el INDEC, éstos sólo se llevaron el 43,6 por ciento de esta torta», agregó la economista.

Desde CEPA plantearon además en un tuit que los salarios crecieron 6,7% nominal en noviembre de 2022, superando la inflación de dicho mes (+4,9%). Sin embargo, la comparación del total salarial vs. noviembre de 2021 registró una caída del 3,7% en términos reales e implica una pérdida de poder de compra del 3,4% vs. fines de 2019. Un panorama que muestra que vacacionar es una posibilidad que excluye a cada vez más personas.

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