El 5 de marzo de 2013, Hugo Rafael Chávez Frías falleció luego de dar una intensa lucha contra el cáncer que se le había diagnosticado casi dos años antes. Su partida se sintió con mucha fuerza en nuestro país, dado que una gran cantidad de jóvenes argentinos reivindicaban por entonces sus políticas revolucionarias como presidente de Venezuela.
«Alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina». Estos cánticos, así como otras referencias alabadoras del Comandante, se escuchaban con recurrencia en universidades públicas, espacios barriales de militancia y marchas. Venezuela era visto como faro político en el continente y ejemplo a seguir. Tras su muerte, eso empezaría a cambiar a partir del triunfo electoral de alianzas de derecha en la región y del asfixiante bloqueo económico que deterioró en demasía el bienestar social alcanzado por el país caribeño.
«Para un sector de la militancia que empezó a activar después de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 -o que fue protagonista de éstas-, Hugo Chávez tiene un lugar central porque hasta ese entonces creíamos en la imposibilidad de realizar cambios desde el Estado y que la política solo estaba en la organización desde abajo. Hasta allí veíamos con mucha desconfianza a los gobiernos del continente. De allí en más empezamos a pensar el espacio institucional como un lugar de transformación», explicó a El Grito del Sur Carina López Monja, militante del Frente Popular Darío Santillán.
«Él marcó a toda una generación militante, no sólo en los marcos nacionales de Venezuela sino también a nivel continental. En Argentina, hubo una militancia que se fue construyendo al calor de la resistencia al modelo neoliberal y que vio en el proceso venezolano como en el Comandante Hugo Chávez una expresión que marcaba puntos fundamentales para un proyecto político de protagonismo popular y de ruptura con el sistema hegemónico capitalista», coincidió Manuel Bertoldi, docente de la Universidad Nacional de La Plata y uno de los principales impulsores de ALBA Movimientos.
«La pérdida de Chávez fue importantísima para la Patria Grande y los pueblos de todo el mundo. Era un amigo de Argentina, nosotros lo sentíamos muy cercano. Aparte fue un visionario comprometido con la independencia y la verdadera liberación de los pueblos», complementó Alejandro Rusconi, secretario de Relaciones Internacionales del Movimiento Evita.
Chávez fue sinónimo de rebeldía, pero también de protección de los más humildes y defensa de la soberanía. También se ocupó de modificar la Constitución para dar paso a un nuevo marco institucional. Por un lado, es imposible pensar en él sin recordar la escena en la que dijo «ALCA, al carajo» junto a líderes latinoamericanos y la estelar presencia de Diego Armando Maradona. Por el otro, su política social no solo se tradujo en viviendas y mejor alimentación para el pueblo sino además en la apuesta por una democracia directa y protagónica donde la sociedad fuera agente de su propia transformación.
En ese marco, miles de jóvenes vieron su figura como el símbolo de la izquierda latinoamericana. Incluso algunos teóricos, como Atilio Boron, hablaron de la experiencia política chavista como parte del «socialismo del siglo XXI» junto a Cuba, Bolivia y Ecuador. Con excepción de este último, la particularidad es que los otros tres países continúan siendo gobernados por la izquierda.
¿Chávez sigue presente en la militancia popular de nuestro país?
Los tres entrevistados coinciden en que el pensamiento del Comandante continúa vigente en las filas de la militancia popular de Argentina, que supo identificarse fuertemente con la Revolución Bolivariana principalmente en sus comienzos.
«Hay en la militancia que está luchando por construir un país justo, solidario y equitativo una identificación con las enseñanzas de Chávez y lo que ha sido el proceso revolucionario de Venezuela. Chávez nos marcó la necesidad de tomar el poder desde el protagonismo popular, pero sabiendo que es necesario generar un proceso de radicalización desde los movimientos populares para transformar las estructuras del Estado que muchas veces están cooptadas y son funcionales a los intereses del capital», opinó Bertoldi.
En tanto, Rusconi aseguró que «en la militancia y los cuadros dirigentes sigue vigente el pensamiento de Chávez, eso lo pudimos ver con la CELAC social y el documento que se redactó con todas las organizaciones. Él nos decía por ejemplo que hay que crear un Banco del Sur para cuidar las reservas».
“El legado de Chávez sigue presente en la defensa de la soberanía -con el No al ALCA- y la integración latinoamericana, que fue una de las tareas que llevó adelante el Comandante y que permitió además una serie de herramientas y plataformas institucionales que sin él hubieran sido imposibles. Creo que lo más importante que nos dejó es el convencimiento de que con voluntad política las transformaciones profundas son posibles y que se le puede dar el poder a los más humildes”, concluyó López Monja.
