Mientras gozaba de impunidad, Butori tenía la costumbre de publicar cartas de lectores en el diario La Nación. En una de ellas, en 2011, pedía la intervención del ejército ante una catástrofe natural en Tierra del Fuego, y en la que decía que «las fuerzas armadas de cualquier país están para atender necesidades extraordinarias. La guerra, por supuesto, es una de ellas”. También le publicaron otra, curiosamente, en la que se manifestaba en contra del uso de las pistolas táser

Butori formó parte de la dirección de la empresa cuando, antes y después del golpe del 24 de marzo de 1976, convirtió los conventillos del Ingenio en un Centro Clandestino dedicado al secuestro, la trotura y el exterminio de trabajadores, conocido como “La Escuelita”.