«A Lucía la mataron por odio, por ser mujer, por ser pobre y negra»

🗣 En el segundo proceso por el femicidio de Lucía Pérez llegó la justicia: una perpetua y una condena a quince años. Crónica desde Mar del Plata con las voces de la madre y las amigas. "Ahora ningún narco le va a romper el culo a ninguna piba más como se lo hicieron a Lucía”, expresó Marta, la madre de la joven.

El silencio al momento de escuchar la sentencia es ensordecedor. Cientos de mujeres rodeando celulares que transmiten por streaming lo que pasa dentro de la sala de Tribunales de Mar del Plata. Aproximan sus teléfonos a sus oídos, a sus rostros, corazones, esperanzas. Las miradas se buscan entre sí, se sostienen y contienen. Se llegan a oír hasta sus palpitaciones. 

Perpetua para Matías Farias, gritos de emoción. Ocho años de condena a Juan Pablo Offidani, por ser partícipe secundario del femicidio, que sumando su condena previa por el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo” suman 15 años de prisión. Gritos de rabia, llantos, abrazos, desconsuelo. 

“Les puedo asegurar que con esta perpetua que conseguimos para Farías hoy todo cambió, marca un precedente, porque hasta ayer no sabíamos ni siquiera si se iba a hacer esta audiencia. Ahora ningún narco, ningún dealer le va a romper el culo a ninguna piba más como se lo hicieron a Lucía”, exclama Marta Montero una vez finalizada la sentencia condenatoria para los responsables de la violación y femicidio de su hija, Lucía Perez Montero, el 8 de octubre de 2016.

Fotos: Florencia Ferioli

Bronca y emoción es lo que se respira en la esquina de Falucho y Almirante Brown. No hay consuelo. “Seguiremos luchando por Lucía y por todas las Lucías que nos han llevado, esto, que hace 7 años que empezó no termina acá. Hoy tenemos una perpetua y vamos por otra”, afirma Marta totalmente conmovida. “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”, ovacionan en la entrada del lugar.

La mamá y el papá de Lucía se mantienen siempre con la cabeza en alto y agradecen, no dejan nunca de agradecer: “No les puedo decir lo que les agradezco a todos por habernos acompañado bajo el agua, con viento, con lo que fuese, estábamos juntos. Tenemos que seguir luchando y estar unidos, es importantísimo”, dice Marta mientras aprieta con fuerza el rosario que cuelga de su mano. 

“Hoy por Lucía estamos acá, luchando contra la justicia patriarcal”, se escucha cada tanto cantar. “Lucía Perez, presente, ¡ahora y siempre!”. Y los puños apuntan al cielo. Florecen los abrazos y las lágrimas brotan de los ojos, se multiplican y se encuentran. La sentencia llegó 44 días después de iniciado el segundo juicio y fueron 44 días de mujeres en la calle esperando que se haga justicia.

Fotos: Florencia Ferioli

“A Lucía la destrozaron, la destruyeron internamente, la violaron hasta 15 minutos antes de su muerte, hasta que su cuerpo terminó muriendo. ¿Por qué lo decimos? Porque lo dicen las pericias”, relata Marta con la voz quebrada. La rodea una marea humana que acompaña y apoya. Una bandera negra larguísima con rostros de cientos de mujeres víctimas de femicidio a su costado. Esta sentencia es también por ellas. 

“Lu era una criatura de 16 años, jamás hubiese dado su consentimiento. La mataron por odio, por ser mujer, por ser pobre y negra. Somos pobres, negras, ¿quién va a decir algo por vos?”, pregunta mirando al frente. Al unísono, el mar humano contesta: “¡todo el pueblo, nosotras!”.

Flores tejidas a macramé cuelgan de las remeras de todas las mujeres en la calle Falucho, fueron entregadas y colocadas una por una por Cristina, la mamá de Eliana Domínguez, víctima de femicidio en 2018. También tienen carteles con los ojos de Lucía y otros pidiendo justicia. Se van formando detrás de la bandera que encabeza la marcha, que se dirige hacia el monumento a General San Martín en Luro y Mitre.

La movilización avanza al ritmo de los tambores y con ella se van sumando transeúntes. Mujeres se paran en las esquinas y levantan los brazos, algunas festejan, otras se quedan inmóviles observando pasar la marcha. Autos pasan y tocan bocina, de los balcones se asoman personas que miran sorprendidos. Quienes hasta hace unos minutos tomaban café dentro de los bares, ahora dejan sus tazas para mirar, vidrio de por medio, la caravana humana pasar. Hay sonrisas, casi como de alivio. También hay euforia y rabia. Todo en un mismo andar.  

 “Yo sabía, que los femicidas los cuida la policía”, se escucha gritar una y otra vez. Las manos de los presentes siguen entrelazadas entre sí, mientras avanzan detrás de Marta y Guillermo, que llevan consigo una entereza admirable y la convicción de continuar su reclamo de justicia, luego de 2351 días.

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