A diez años de la represión en el Borda, trabajadores denuncian que el hospital “está militarizado”

👮‍♂️ Un agente disparó con su arma reglamentaria en el pabellón del segundo piso, y el tiro casi mata a un paciente. Trabajadores denuncian que el Borda se convirtió en una comisaría más de la Ciudad y reclaman la aplicación de un protocolo de seguridad.

Efectivos de la Policía de la Ciudad que caminan armados por los pasillos, patrulleros que ingresan a toda hora con la orden de alojar detenidos y hasta una jaula con rejas ubicada en el hall de entrada para proteger a los empleados administrativos, son algunas de las situaciones que se viven dentro del Hospital Borda a diez años de aquella emblemática y brutal represión de la Policía Metropolitana.

La situación tocó un punto límite en agosto del año pasado, cuando a un agente de seguridad se le escapó un tiro en una sala de atención mientras custodiaba a un paciente, según denunciaron desde la comisión interna en diálogo con El Grito del Sur

A los tiros en el hospital

“El efectivo de la Policía de la Ciudad se encontraba custodiando a un interno por orden judicial y luego de una denuncia por abuso. Quedaron solos en una de las salas de internación. El relato de los médicos es que el policía aparentemente se sintió amenazado porque el interno lo atacó con una bombilla de mate y un cuchillo de cocina. Sacó el arma y realizó un disparo en el piso, que rebotó, dio en un locker y se perdió. Pese a que el efectivo dijo que no disparó, hay pruebas fotográficas del disparo en el piso, del impacto en el locker y del proyectil”, relató a este medio un trabajador sobre los hechos, que tuvieron lugar el domingo 14 agosto del año pasado en una de las salas adyacentes al pabellón central del segundo piso.  

Las y los trabajadores están preocupados y denuncian que el disparo “pudo haber matado a alguien” y “tranquilamente puede volver a suceder”. Según comentó una fuente a este medio, hay en promedio de “entre 7 u 8 pacientes, de un total de 400, con custodia policial” dentro del Hospital, una situación “a todas luces irregular y peligrosa”. 

“Fue un caso de negligencia que nos puso en riesgo a todos, que ya estamos en riesgo hace rato. Nos van a terminar matando”, continuó la fuente. El problema puntual, dice, es que los agentes que circulan por el Borda «no tienen preparación para tratar con pacientes con problemas de salud mental”. El caso desnudó una situación similar a la que sucedió en 2021 con Chano Carpentier, quien recibió un disparo de parte de un agente de la Bonaerense que también dijo haberse sentido “amenazado” antes de gatillar. 

¿Alguien puede pensar en pacientes y trabajadores?

Las y los trabajadores exigen desde hace meses la aplicación de un protocolo específico en el Borda para estos casos, o que se aplique el que la Policía de la Ciudad cuenta para los hospitales públicos en general. Lejos de eso, desde el Ministerio de Seguridad porteño alegan que ni siquiera tienen registro de que el disparo haya sucedido. Apenas una denuncia del propio agente, cuya identidad permanece reservada, en la que no figura el disparo. Lo que se sabe es que pertenece a la Comisaría 4D, de Parque Patricios, la misma implicada en el asesinato a sangre fría de Lucas González. Siete de los policías de esa comisaría fueron imputados por los delitos de homicidio agravado y encubrimiento, incluido el hasta entonces comisario Juan Manuel Latella.

“El efectivo no debió haber estado solo con el paciente. Tampoco armado. Mucho menos haber disparado. Debió haber llamado al personal, en todo caso. Por eso insistimos en el protocolo”, dijeron desde la comisión interna. 

El hecho se produjo en un contexto muy particular, que comenzó durante la primera ola de pandemia: el Borda se convirtió, lentamente, “en una cárcel más de la Ciudad”.

Presos y pistolas

«Desde mediados de 2020 que tenemos una ola de internaciones forzadas dictadas por jueces penales que nos envían al Hospital a personas detenidas o delincuentes comunes para alojarlos como internos sin que tengan ningún tipo de padecimiento en salud mental que justifique la internación. Nos los traen como descartes del sistema penitenciario. Todos los días, de a dos o de a tres. Desde entonces el hospital, como nunca antes, está lleno de policías, por todos lados: una vez se dejaron olvidadas seis pistolas dentro de una sala de un pabellón y de milagro fueron encontradas por un compañero y no por un interno. Están todo el día porque saben que acá llegan presos comunes. Algunos de nosotros, que nos hemos opuesto a las internaciones, hemos recibido amenazas telefónicas de los propios jueces que firman las internaciones, puteándonos, diciendo que nos van a procesar por incumplimiento de los deberes de funcionario público. No se puede trabajar así. El disparo fue la gota que rebalsó el vaso. El próximo tiro le va a dar a alguien», contó un delegado.

Uno de los jueces que repartió amenazas a los trabajadores de acuerdo al testimonio es Julio Alberto Baños, a cargo del Juzgado Criminal y Contravencional N° 27, el mismo que jamás pudo encontrar una sola pista conducente para dar con el paradero del policía porteño Arshak Karhanyan a cuatro años de su desaparición. La familia de Arshak lo acusa de encubrir a la propia Policía.  

Las rejas para atención administrativa

Otra de las situaciones que resultan hasta tragicómicas es que la dirección del Hospital instaló una suerte de jaula para que los trabajadores administrativos atiendan, detrás de una reja, también como si fuera una cárcel. “Por supuesto que nadie la va a usar”, dijeron. 

Tanto la filial del Borda de la Asociación de Médicos Municipales como ATE Capital y los distintos dispositivos de salud mental como Pan del Borda y Taller Del Tomate convocaban a una jornada en memoria de los diez años de la represión dentro del Hospital, que marcó uno de los hitos represivos de la gestión macrista en la Ciudad de Buenos Aires. Exigen, entre otras cosas, que el Gobierno porteño tenga un planificación seria de su política de Salud Mental.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.