“Queríamos la estructura de una épica, el enfrentamiento entre dos fuerzas antagónicas”

🗣️ La escritora y coguionista de "El Reino" brinda detalles de la segunda temporada de la serie y reflexiona acerca de cómo la ficción a veces logra adelantarse a la realidad.

(Manuel Cortina)

“Amor rapaz”. Un eufemismo de pedofilia. Para construir el personaje de Emilio Vázquez Pena, encarnado por Diego Peretti en El Reino (Netflix), pastor evangélico devenido presidente de la Nación argentina, Claudia Piñeiro (escritora y guionista) y Marcelo Piñeyro (director y guionista) salieron a buscar testimonios de personas acusadas de abuso de menores y escuchar sus argumentos. Necesitaban generar un discurso verosímil: el que Emilio pronuncia al asumir la presidencia. Entonces no habían salido a la luz las acusaciones contra Marcelo Corazza y Jey Mammon (aunque sí existían las de Natacha Jaitt en 2018 contra una red de pedofilia, que quedaron sepultadas luego de la muerte de la modelo). El estreno de El Reino II, sin embargo, coincidió con los casos que se destaparon a partir de la denuncia de Lucas Benvenuto. Entrevistada por El Grito del Sur, la autora de Las viudas de los jueves y Betibú prefirió hablar de “antenas que permiten detectar lo que sucede” y contó el detrás de escena de la escritura de la serie.

En El Reino II se reitera un fenómeno que se había dado en la primera parte: la de anticiparse y por lo tanto coincidir en el estreno con algo que está ocurriendo en lo «real», en este caso la denuncia por casos de pedofilia. ¿Cómo evaluás ese poder de anticipación, que por otro lado es una constante en tu obra de ficción?

Yo creo muy fervientemente en una teoría de Antonio Tabucchi, que desarrolla en Autobiografías ajenas, y es que detectamos lo que ya está sucediendo. Hay personas que no están tan atentas a estas situaciones y quizás les pasan desapercibidas y parecen anticipatorias. Cuando Kafka escribió La Metamorfosis él ya veía venir lo que iba a ser el nazismo. Hay antenas que permiten detectar lo que ya se está gestando al mirar la sociedad y tratar de contarla. Por otra parte, tenemos la posibilidad de bajarlo inmediatamente en palabras para que el otro lo reciba, lo escuche, lo entienda. En ese proceso, lo que ya está ahí a punto de ebullir aparece en un texto y da la sensación de que es anticipatorio.

Cuando se estrenó El Reino recibiste en Twitter muchos mensajes misóginos y de antiderechos. ¿Cómo vivís esos ataques cuando se producen? 

Esos ataques de odio se reciben con dolor, con bronca, y producen efectos. Yo de hecho estoy participando muchísimo menos en la conversación de Twitter, y eso es a partir de ciertas agresiones. Por otra parte, no dejo de estar. Trato de cuidarme, y es lo que tratamos al ser agredidas porque da la sensación de que hay personas, sobre todo de ultraderecha, agazapados esperando que uno diga cualquier cosa y van a encontrar la forma de atacar. Es algo que está pasando con mujeres que se exponen a dar sus opiniones en público rotativamente. Hace poco fue una campaña contra Marina Abiuso (editora de género de TN), antes con otras. La sociedad no hace nada con eso, las redes no hacen nada, y eso quita interés en la conversación, sesgada por el miedo y el terror de las mujeres. Que esa violencia no encuentre un castigo social o de funcionamiento de las redes es bastante desagradable.

Diego Peretti como el pastor y presidente Emilio Vázquez Pena

En El Reino 2 hay dos fuerzas antagónicas, el mal y el bien, representadas en las figuras del líder evangelista devenido presidente, Emilio Vázquez Pena, y de Tadeo Vásquez, con quienes los acompañan. Crece el perfil diabólico del primero y Tadeo deviene un líder popular. ¿Esa profundización de los opuestos fue pensada o surgió a medida que avanzaba la trama?

Nosotros queríamos que la estructura de esta temporada fuera la de una épica, de un enfrentamiento entre dos fuerzas: el pastor Emilio por un lado y Tadeo (Peter Lanzani) por el otro, y los dos representan cosas distintas. Decir “las fuerzas del bien y del mal” es darle una connotación de valor. Yo vi el video de las cárceles de Bukele (presidente de El Salvador), que me parecen de terror, y otras personas decían mirá Bukele qué bien cómo maneja a los presos. A lo mejor a alguien le parecen bien los métodos del pastor Emilio. Yo puedo preferir el estilo de Tadeo, pero no necesariamente es lo que van a preferir todos. De hecho hay quienes nos han criticado por las cosas que dice o hace Tadeo en la serie. Reducirlos al bien y el mal es un poco maniqueo. Sí es cierto que el pastor Emilio representa una forma de hacer política y además es un hombre pedófilo. Y Tadeo una persona que trata de ayudar a los que quieren denunciar esa pedofilia y en ese camino va a encontrando personas que se apoyan en él porque no tienen a otros en quienes apoyarse, y termina siendo un referente popular. El bien y el mal dependen de la lectura. Por eso cuando votamos nos sorprendemos por quién gana y quién no. Nadie va a votar a una persona pensando que es el mal. Entonces me pregunto si para todos Emilio representa el mal y Tadeo el bien. Seguramente no. También se han quejado de que estamos atacando determinadas políticas de Emilio. Bueno, a quien le guste esa política que la vote. La serie no dice: este es el bien y este es el mal. Lo que dice es: Emilio hace estas cosas y Tadeo hace estas otras. Prefiero hablar de dos fuerzas antagónicas: Emilio Vázquez Pena, presidente de la República, con políticas antiderechos y de ajuste que alguna gente resiste, y por otra, Tadeo Vázquez, que termina convirtiéndose, sin proponérselo, en un referente popular. 

Peter Lanzani interpreta a Tadeo.

¿Cómo se reparten la escritura del guión entre vos y Marcelo Piñeyro, también director?  

Escribimos de todo un poco cada uno. Lo místico lo hace mejor Marcelo que yo. Yo soy muy racional y me cuesta imaginarme ciertas cosas, pero por ejemplo las visiones de los muertos (que tiene el personaje de Osorio, interpretado por Joaquín Furriel) sí. El resto es indistinto: escribía uno, escribía el otro, nos corregíamos, volvíamos a escribir. No teníamos para nada separadas las líneas.

Hay un gran despliegue de los personajes de mujeres en esta segunda temporada, empezando por el personaje de Mercedes Morán como facilitadora y cómplice y el de Sofía Gala como estratega, la hija de Emilio, la chica chilena que se vincula con Tadeo, la fiscal o la diputada joven, entre otras. ¿Puede leerse un aporte tuyo a la trama? 

Tal vez yo puedo aportar algo en cuanto a la intimidad de las mujeres, pero las grandes líneas de los personajes Marcelo también las maneja. Lo que hace Sofía Gala también es un aporte de ella. Tal vez algunas frases que dice Mercedes con respecto a la Ley del Aborto o la Ley de Educación Sexual Integral las tengo claras a partir de algunos ataques que recibimos. Pero al momento de perfilar esos personajes, fue todo muy parejo. 

La presencia de lo sobrenatural y ese borde angosto con la presunta locura en los fantasmas que se le aparecen al personaje de Osorio, ¿sirven para reforzar la distopía?

Creo que sí, que sirve para que todo el tiempo nos demos cuenta de que esto no es real, es una distopía, es un “qué pasaría si…”, es algo que podría pasar si…, pero no sabemos. Es como un llamado de atención: estamos en una ficción y la ficción me propone esto. Ahí Marcelo hizo una apuesta muy interesante porque también saca a la serie de un costumbrismo que no tiene. Estamos contando un cuento, esto es una ficción y acompañame en este delirio. Son muy importantes esos pasajes para recordar: estás viendo una ficción.

Joaquín Furriel como Osorio

Las escenas en la facultad, en el psiquiátrico, en la Iglesia evangélica, pero también las fuerzas parapoliciales al servicio del presidente, hacen dudar de que todo parecido con la realidad, actual o distópica, sean mera coincidencia, ¿no?

A medida que íbamos escribiendo nos encontramos con hechos en la región que parecía que los tomábamos como modelo, pero los habíamos escrito antes. Bolsonaro no había llegado al poder en Brasil cuando empezamos a escribir la serie. Cuando en la primera temporada hicimos la escena en que un cuchillo se clavaba en el Presidente no había pasado el atentado real contra Bolsonaro en la campaña; no había aparecido Jeanine Áñez con la Biblia en Bolivia, no había entrado Bukele al Congreso de El Salvador con la Biblia y con los militares. Eso que “parecería la realidad” está en la región y en el mundo, y al presentarlo un tiempo después dentro de la ficción lo que hacíamos era detectar procesos que iban hacia ahí. Cuando estrenamos, ese fin de semana recibimos montones de mensajes españoles que nos copiaban el video de una pastora que hizo una alianza con el PP (Partido Popular), donde daba un discurso idéntico al de Mercedes Morán, la pastora Elena en El Reino. La realidad está ahí y es el material del cual uno saca la ficción. No es que lo viste ni es una premonición, sino que lo estás pudiendo pescar en un ovillo medio enredado que de a poco se va a aclarar. 

Hay otras producciones audiovisuales en marcha, adaptaciones de tus novelas: el rodaje de Elena sabe y una futura miniserie basada en Tuya y en su continuación, El tiempo de las moscas. ¿Qué podés adelantarnos?

Anahí Berneri, la directora de Elena sabe, ya terminó de grabar y está en posproducción. La productora es Vanesa Ragone, va a salir por Netflix y seguramente se va a estrenar en cine. Eso va a suceder este año. Las protagonistas son Mercedes Morán y Erica Rivas. La composición de Mercedes en el cuerpo de Elena atacada por el Parkinson es impresionante. Debe haber sido uno de los papeles más complicados desde lo físico que le tocó atravesar y lo hizo de una manera soberbia. También, en un evento en el CCK, ‘Hecho en Argentina’, el sello de Netflix que anunció la expansión de la producción nacional, adelantó que con Tuya y El tiempo de las moscas, dos novelas de las que me compraron los derechos, van a hacer una serie en la cual la protagonista en la primera parte es Inés, presa por matar a alguien; hay una elipsis de quince años y, en la segunda parte, sale de prisión con su amiga La Manca, buscándose un destino posible.

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