Despatriarcalizar la fe: ¿cómo vive la Semana Santa una católica feminista?

💜 “Nosotras somos católicas disidentes sobre la moral sexual de la institución; somos las herederas de una larga tradición de mujeres que han tenido otra postura con su lugar dentro de la iglesia patriarcal”, dice María Teresa Bosio, presidenta de Católicas por el Derecho a Decidir. Su estandarte: creer que feminismo y fe comparten las mismas ideas.

Los días que repasan los últimos días y la resurrección de Jesús de Nazaret son esenciales en la concepción católica que, a través de sus evangelios, conservan la construcción de un relato legitimado por la Iglesia hasta el día de hoy. La narración bíblica muestra a un Jesús que ingresa a la ciudad donde sabe que van a condenarlo a muerte: sus discursos, alegorías y compañías principalmente encabezadas de mujeres, trabajadoras sexuales, personas con discapacidad y marginados sociales, incomodaban y exponían el poder de sumos sacerdotes y del imperio romano. Sin embargo, la misma institución portadora de este relato, históricamente persiguió mujeres condenándolas a la hoguera por brujas, colocó a María en el rol de Virgen Inmaculada y se esgrimen sus virtudes argumentos para inmiscuirse en las decisiones sobre los cuerpos ajenos.En este mismo sentido, ¿pueden convivir las ideas feministas con las de la Iglesia? ¿Cómo se vive la Pascua con perspectiva de género?

“Nosotras somos católicas disidentes en temas de moral sexual de la institución. Somos también herederas de una larga tradición de mujeres que han tenido otra postura en relación con su lugar dentro de la iglesia patriarcal-hegemónica, como María de Jesús de Ágreda y Sor Juana Inés de la Cruz”, responde María Teresa Bosio, presidenta de la asociación Católicas por el Derecho a Decidir y docente recibida en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Córdoba.

Desde hace varias semanas activistas y participantes preparan actividades y encuentros junto a compañeras de diversas organizaciones cristianas disidentes de las iglesias jerárquicas para “vivir la experiencia pascual en clave feminista”. “Realizamos celebraciones de la Palabra que consisten en releer los textos bíblicos con perspectiva de género. Discutimos el mensaje evangélico con el aporte de teólogas feministas para poner en foco la historia de las mujeres en la vida de Jesús y en los inicios del cristianismo“, cuenta en diálogo con El Grito del Sur.

María Teresa Bossio

Así como a cada misa se asigna un evangelio del día, feministas católicas toman de base el mismo texto para reinterpretarlo en redes ecuménicas que comparten con otras compañeras. Esto les permitió recuperar la herencia de la representación de las mujeres, desde María de Nazaret, como María Magdalena, Verónica y más. 

“Estas mujeres en la interpretación patriarcal de los evangelios eran estigmatizadas, como ‘la prostituta’, ‘la llorona’ pero fueron las que no tuvieron miedo de ser perseguidas. La figura de María Magdalena, apóstola de apóstoles, junto con María de Nazaret, y otras mujeres fueron las que acompañaron, posibilitaron espacios de encuentro y de reflexión en sus casas, y sostuvieron la agonía de Jesús”, manifiesta Bosio. María Teresa propone repensar la invisibilización de estas mujeres, un postulado de la Licenciada en Filosofía Lucía del Carmen Riba, junto a los dogmas marianos, los textos de Teresa Forcades y las películas (como “María Magdalena”, que protagoniza la actriz Rooney Mara).

“Fueron testigos de su vida, de la persecución del imperio, del camino de la cruz, de su resurrección y de su mensaje liberador. Ellas representan el coraje de mujeres comprometidas con el proyecto que propone Cristo de una vida plena y abundante, son nuestra inspiración como católicas feministas”, expresa la referente católica feminista, quien a su vez encuentra el legado en la historia reciente y de nuestro país heridas donde también intervino y fue responsable la Iglesia.

“Cuando hacemos memoria de ellas, pensamos también en nuestra historia reciente, en el coraje de las Madres de Plaza de Mayo que se plantaron frente al poder y al terror de la dictadura para denunciar el secuestro de sus hijas e hijos”, sostiene. Explica, además, que en los años ’70 surgió con mucha potencia el movimiento para la ordenación de las mujeres, uno de los pilares de la agenda de las católicas feministas de la época que hoy se retoma en el Consejo de Mujeres Católicas, que hizo llegar al Vaticano para el Sínodo de los Obispos que termina en 2024.

María Teresa Bosio nació en un pueblo del interior de Córdoba, en lo que describe como una comunidad muy religiosa, y asistió al colegio salesiano de María Auxiliadora. “Lo que más me molestaba de esa formación era la moral sexual. Ni se hablaba de que las mujeres pudieran masturbarse, sólo de que los hombres lo hacían y era pecado, pero no las mujeres porque ni siquiera se decía; no era una posibilidad, ni hablar de derechos”, señala. 

Desde ese momento, fue surgiendo en ella lo que años después, y al trasladarse a la capital de la provincia para ingresar a la universidad, tomaría como el centro de su lucha como militante feminista religiosa. “Me fui conectando con otro modo de pensar la Iglesia: desde una práctica comprometida, desde la opción por los pobres, por la comunidad, donde la sexualidad no tenga esa impronta sancionatoria, desde el reclamar por los compañeros desaparecidos y por el obispo Angelelli; desde el mensaje del amor y la empatía que ‘te hace estar al lado de’. Eso me lleva a ser una católica feminista, porque creo que el feminismo comparte estas mismas ideas: acompañar, creer, y respetar las decisiones como una mujer puede elegir ser o no madre”, asegura. 

Halló en su fe la manera de vivir con perspectiva de género. Entendiendo incluso que el anuncio a María de Nazaret sucedió con consentimiento. “El feminismo se mete en todos lados y si bien ahora no tenemos esa marea verde que nos unía por el aborto legal, hay muchas consignas que se van construyendo en base a las necesidades de las mujeres. No se ve en la calle pero en cada uno de los territorios y de las instituciones ha permeado y transformado prácticas en situación de disputa: lo veo en las organizaciones populares, en las escuelas, donde las jóvenes piden ESI; en la justicia sobre cómo las compañeras reclaman una reforma con perspectiva de género”, afirma Bosio, activista de la Campaña Nacional por el derecho al aborto.

“Trabajamos con agentes de salud para que sea efectiva la IVE en varias provincias de Argentina. También con mujeres indígenas, en articulación con organizaciones de la sociedad civil haciendo las traducciones socio-lingüísticas (en quichua, aymara, guaraní, mapudungun) de los derechos sexuales”, amplía. Acciones mediante las que el feminismo católico busca reparar frente al genocio y a la evangelización de América que la Iglesia ejecutó.

“El ejercicio del poder en la Iglesia católica pretende mostrar a esta institución como monolítica, sin las diversidades que albergan las comunidades cristianas”, asegura María Teresa, al tiempo que reafirma su compromiso: “Como católicas feministas reivindicamos el activismo de laicas, teólogas y biblistas que hicieron y hacen valiosos aportes para despatriarcalizar la fe, para que podamos agudizar la mirada y comprometernos con un camino de liberación”.

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