En el año 2021, Victoria Villarruel fue electa diputada nacional por La Libertad Avanza representando a la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que posara su mirada más allá de la General Paz: actualmente preside el Partido Demócrata de la Provincia de Buenos Aires, una formación política antigua de derecha tradicional, y Javier Milei la ungió como su compañera de fórmula para las próximas elecciones presidenciales.
El día de su asunción en el Congreso, Villarruel juró «por las víctimas del terrorismo». Es conocida su militancia en favor de los genocidas, lo cual le valió en distintas oportunidades el repudio absoluto de los organismos de Derechos Humanos. Esta abogada de 48 años fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), desde donde se convirtió en defensora de militares acusados por delitos de lesa humanidad. También, para justificar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, reivindicó la «teoría de los dos demonios» igualando así el accionar de las organizaciones guerrilleras al terrorismo estatal.
¿Qué le aporta Villarruel a Milei y por qué atrasa cien años en las discusiones?
El vínculo entre Victoria Villarruel y Javier Milei se tejió principalmente a partir de una mirada ultra-conservadora de la realidad. Mientras Milei suele hablar de temas económicos, Villarruel centra sus referencias en cuestiones sociales. Una de sus principales obsesiones es la defensa de los intereses de grandes terratenientes, en especial los ubicados en la Patagonia. Al menos desde el año 2020 se refiere despectivamente a los «mapuches usurpadores» para opinar sobre la disputa territorial en Villa Mascardi. Este repertorio discursivo incluyó también versiones falsas sobre supuestas tomas de terrenos en distintos lugares del conurbano bonaerense.
Entre las prioridades de Villarruel, también se encuentra la rejerarquización de las Fuerzas Armadas. Por eso pidió un plan para «recuperar sus innumerables capacidades perdidas» y señaló como falacia la idea de «reforzar el control civil» de las FF.AA. «¿Quién va a querer ser San Martín, el sargento Cabral o el soldado Hermindo Luna (víctima de Montoneros) si el Estado demoniza o castiga con los peores sueldos a quienes visten un uniforme?», se preguntó en una sesión de Diputados a mitad del año pasado. Cabe destacar que un aspecto que la diferencia de Milei es que Villarruel se opone a la libre portación de armas. La razón es sencillamente coherente en este caso: de acuerdo con la diputada, «un arma de fuego requiere análisis psicológico, capacidad física para poder manejarla, tenés que cumplir con una serie de requisitos estipulados por ley».
En lo que coinciden ambos -Milei apoda a Villarruel como la «dama de hierro»- es en el uso y abuso de la expresión «casta política» cuando hablan del Frente de Todos y de buena parte de Juntos por el Cambio. Del dicho al hecho, no obstante, hay un abismo: en la Cámara de Diputados, Villarruel se ausentó en 34 votaciones sobre un total de 103. Es decir, casi un 30 por ciento. No registra abstenciones pero se destacan sus 23 votos afirmativos y 46 negativos. Entre éstos últimos, se opuso al plan de pago de deuda previsional; a la ley de Alcohol Cero; al protocolo de violencia de género y/o discriminación en el deporte y a la creación del Registro Nacional de Deudores Alimentarios Morosos.
Y por si esto fuera poco, Villarruel también tiene una visión negativa sobre el movimiento feminista y sus reclamos: no duda en definir a las integrantes del colectivo como «extremistas» y plantea que su militancia va en contra de la «biología». Por ello asegura que la «ideología de género» cuesta al Estado argentino millones de dólares y defiende al movimiento antiderechos que está en contra del aborto legal, seguro y gratuito.
