«No creo en la unidad nacional, pero hay que avanzar en programas de acuerdo democrático»

🤓 En una entrevista con El Grito del Sur, el sociólogo Pablo Alabarces analizó el apoyo de intelectuales de diverso signo ideológico a la candidatura de Sergio Massa, los peligros de una deriva autoritaria y el vínculo de las masas con Javier Milei.

Pablo Alabarces, sociólogo especializado en estudios sobre culturas populares, es un intelectual que históricamente ha mostrado simpatía con los partidos políticos de izquierda. Sin embargo, en medio del ballotage que definirá el destino del país no se mostró dubitativo y eligió apoyar fervientemente la candidatura de Sergio Massa.

«Si caracterizamos a Milei como un peligro para la democracia, hay que votar a lo que esté enfrente», asegura en diálogo con El Grito del Sur. Cabe destacar que Alabarces viene de firmar un documento junto a intelectuales de la talla de Beatriz Sarlo, Graciela Fernández Meijide, Maristella Svampa y Roberto Gargarella, entre otros. Allí coincidieron en afirmar la importancia de un «triunfo de Massa».

En esta entrevista, el sociólogo analiza también el concepto de «unidad nacional» que propone el candidato de Unión por la Patria, los peligros de una deriva autoritaria y el vínculo de las masas con Javier Milei.

¿Por qué decidieron unirse intelectuales de diverso signo ideológico en apoyo a la candidatura de Sergio Massa? 

Después de las PASO sacamos un documento en el que nos comprometimos a votar al que entrara en el ballotage contra Milei, fuera quien fuera. Ya dos meses atrás, nuestra caracterización era que Milei representaba un peligro para la democracia y, en consecuencia, todos los otros -aunque no nos gustara ninguno- eran mejores. Con ese antecedente, lo que hicimos fue sencillamente ratificar que seguimos pensando lo mismo que antes de la primera vuelta. Si caracterizamos a Milei como un peligro para la democracia, hay que votar a lo que esté enfrente.

En su declaración hablan de los peligros de una «deriva autoritaria». ¿Qué significa hoy en día establecer un cordón democrático?

Eso no exime de críticas a todas las fuerzas democráticas argentinas, pero lo que nos parece minuciosamente claro es que La Libertad Avanza no es una fuerza democrática por muchas razones. Que ellos sean un partido político y se presenten a elecciones no es una excusa, porque después de todo el nacional socialismo también era un partido político que se presentó a elecciones en 1933. Y el partido de Biondini se presenta cada tanto a elecciones y no por eso deja de ser nazi. Entonces participar en elecciones no es una mera garantía democrática. El programa de Milei se basa en el propio cuestionamiento de la democracia como posibilidad igualitaria y de asegurar una comunidad integrada con justicia social -concepto que él discute- y define a la democracia como 40 años de decadencia, por lo que se está olvidando los 7 años anteriores de dictadura; por otro lado, en el debate dijo que hubo una «guerra» y «excesos». Eso lo pone en el segundo plano que hay que considerar, puesto que su candidata a vicepresidenta defiende esta misma idea negando así los dos fallos judiciales -uno de la Cámara Federal y otro de la Corte Suprema de Justicia- que indican que hubo un plan sistemático de exterminio, desaparición y torturas durante la última dictadura. Es una afirmación jurídica.

¿Cómo interpretas el concepto de «unidad nacional» que enarbola Massa y qué relación creés que tiene con la consagración de un nuevo pacto democrático?

Yo no creo en el concepto de unidad nacional: por definición, una sociedad es conflictiva y tironeada por multiplicidad de fuerzas. De esta forma, la unidad nacional termina siendo un concepto levemente autoritario. Normalmente se pretende la unidad nacional en torno a lo que alguien piensa, no la unidad nacional como elaboración colectiva. Entonces no es un concepto que a mí me resulte muy grato, pero entiendo que en última instancia lo que Massa está proponiendo es que las fuerzas democráticas tienen que juntarse, sentarse en una mesa y mirarse a los ojos para confesar las macanas que se mandaron y luego ponerse de acuerdo en lo que hay que hacer. Lo que hay que hacer no tiene muchas recetas, en la tradición nacional-popular argentina -que incluye al radicalismo y al peronismo- se incluye al 80 o 85 por ciento de la población. Allí no hay muchas diferencias, lo que aparecen son matices, sutilezas y estilos. Un consenso potente es el de los Derechos Humanos, pero también está la gratuidad de la enseñanza y la necesidad de la justicia social. Creo que hay que avanzar en programas de acuerdo democrático.

En tu libro «Pospopulares» planteás que lo popular significa ir a la búsqueda de aquello que está afuera de lo mediático. Respecto a la cultura, ¿qué factores hay que tener en cuenta para entender el vínculo de las masas con Javier Milei? 

Nos falta data, creo que Pablo Semán está haciendo un buen trabajo en esa dirección tratando de entender mejor la composición demográfica del voto a Milei. Sobre cada voto, la facilidad periodística es decir: «lo vota la gente». Ahora bien, «la gente» vota a distintos candidatos. El voto de Milei parece compuesto demográficamente por una estructura muy compleja, que incluye un voto profundamente gorila, anti-popular, anti-peronista y elitista, que no significa que el votante pertenezca a esa elite pero sin embargo aspira a eso. Por otro lado, contiene un voto de descontento producto del embrollo económico en que nos han metido 40 años de mala praxis de las fuerzas democráticas. Esto lo ha visto con mucha claridad Semán, cuando encuentra jóvenes varones precarizados que, al reclamo por sus derechos, responden: «son derechos que no hemos tenido nunca». Inclusive a la política progresista argentina le cuesta leer esto. Hay un electorado que busca un cambio y las fuerzas democráticas no propusieron un cambio, sino que han sido más de lo mismo.

Pablo Alabarces

¿Hoy Milei es visto por sus seguidores como una especie de héroe no deportivo a partir de esta idea de ir contra la «casta»?

Sí, puede ser. Yo creo que fragmentos de los pueblos se equivocan a veces y votan en contra de sus intereses. Aunque la pregunta contraria sería: y sino es Milei, ¿quién es? La izquierda nunca se supo mostrar como una alternativa posible, entonces -como decía Stefanoni- la rebeldía se vuelve de derecha porque la izquierda no se muestra como rebelde.

¿Qué consecuencias tiene al momento de la interpelación político-electoral que buena parte de la cultura de masas y de la cultura popular siga estando inexplorada?

Yo no sé si se puede decir que haya una zona inexplorada de lo cultural, no estoy de acuerdo con esa afirmación. Creo que existe una fuerte visibilidad de casi todo lo cultural, pero también estamos en un momento de transformación muy pesada. Hay zonas que quizás son todavía inaccesibles para las clases medias urbanas y blancas, dado que las clases populares siguen experimentando sus modos de vida en forma cotidiana. Además, aparece el dato de la digitalización y la virtualización, que multiplican como nunca antes las posibilidades de la producción cultural. Estamos en un momento de transformación muy grande, que no me animo a decir en qué dirección va a terminar.

¿Cómo te imaginas el día después de las elecciones? ¿Qué heridas pueden quedar abiertas tras un proceso electoral polarizado y en medio de una democracia más frágil?

En este momento tengo una imaginación muy limitada que alcanza hasta mañana a las seis de la tarde. No puedo pensar más allá de eso. No me dejo ganar por el pánico, creo que es muy mal consejero. Creo que hay que activar, militar, hablar y convencer. Me imagino un posible éxito de Massa más que nada como un alivio gigantesco, no significa que al día siguiente sea un hombre feliz. Y el día después de un eventual triunfo de Milei, supongo que habrá que empezar a preparar la molotov.

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