«Dejar Romero», un documental sobre desmanicomialización

✍🏻️ El documental "Dejar Romero" recibió una mención del jurado en el último BAFICI. Tras la premiación, El Grito del Sur habló con Alejandro Fernández Mouján, uno de sus directores, para conocer más sobre el film e indagar en las torturas y los maltratos que se ejercieron durante años en los manicomios.
03/05/2024

Recientemente finalizado, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) 2024 dejó algunas joyitas en su listado de premiaciones. Entre estas películas “faro”, que se erigen como remansos de paz en un momento de crueldad imperante y retroceso para el cine nacional, está el documental “Dejar Romero”, dirigido por Alejandro Fernández Mouján y Hernán Khourian. 

“Dejar Romero” recibió una mención especial del jurado dentro de la competencia nacional. Se trata de un film sobre el proceso de desmanicomialización del Hospital Interzonal de Agudos y Crónicos “Dr. Alejandro Korn”, ubicado en Melchor Romero, provincia de Buenos Aires. Si bien el punto de partida fue la intención de documentar el archivo del Romero, éste toma otro cariz cuando se piensa al unísono en el intento de reinserción que lleva adelante el “Movimiento por la Desmanicomialización en Romero”. Este proceso sucede de diferentes maneras: las propuestas van desde la búsqueda de una restauración económica del Estado hasta la posibilidad de habitar casas compartidas. La ley de Salud Mental, aprobada en 2010, aparece allí como un hito, como una punta de lanza que permite rever el trato que se le da a los usuarios del sistema de salud mental y la posibilidad de conseguir su propia autonomía.

En el intento de historizar lo que sucede hace 140 años en las instituciones de salud mental, Dejar Romero utiliza la “cámara testigo” como sutil manera de registrar. Sus directores mechan imágenes cotidianas con documentos y testimonios del pasado. Las cartas que hace un siglo los pacientes enviaron a sus familiares y fueron interceptadas por los médicos, se develan frente a la lente. Estas escenas nos invitan a repensar las torturas y los maltratos que se ejercieron durante años a la luz del cambio de paradigma que permite llegar hasta el día de hoy con otra noción de lo que significa la salud mental integral.

Juegos, música, comidas compartidas y charlas aparecen en un retrato minucioso de las maneras en las que se crea una comunidad. Las redes de contención y apoyo mutuo entre pacientes y profesionales. Los límites entre el hospital y el afuera se vuelven más difusos, más permeables, como nubes que se dejan ver a través de sí mismas. Estas alianzas permiten pensar una posibilidad de reinserción frente al destino de cronificación que impone el sistema hegemónico imperante. 

La cámara es franca y la intervención de los directores apenas perceptible, llegando a reflejar la intimidad cotidiana. La contención mutua que se genera entre usuarios del sistema de salud mental sienta las bases de una posible vida externada, sin quedar presos de su patología. Las tareas propias del hospital, las horas de terapia, los divertimentos cotidianos se suceden uno a uno en la pantalla. El lente construye confianza, genera una composición sincera, tan esperanzadora como dolorosa a su vez. “El minucioso trabajo de seguimiento, la confianza en la cercanía nunca llevada al exceso emocional, la capacidad de describir a los protagonistas en función de los espacios y viceversa, y los notorios hallazgos de documentos escritos del pasado”, resume la crítica.

Para conocer mejor el proceso de trabajo por detrás de este documental y charlar sobre su circulación, El Grito del Sur se contactó con Alejandro Fernández Mouján, director de Caminos del Chaco; Argentina, un país, infinitas posibilidades y Sólo se escucha el viento, entre otras películas.

¿Cómo surge la idea de hacer el documental? 

Yo conocí el Romero cuando filmamos la película sobre Damiana Kryygi, una niña aché que estuvo internada allí en 1907 y murió de tuberculosis. Fue gracias a eso que entablé una relación con los profesionales del Movimiento de Desmanicomialización del Romero. Ellos me invitaron a trabajar en la revisión del archivo que estaban comenzando a hacer en ese momento. Entonces convoqué a Hernán, que se dedica hace años al cine experimental y vive en La Plata. Al principio la idea era solo hacer una revisión histórica, pero finalmente con el tiempo nos fuimos involucrando en el proceso de desmanicomialización. 

¿Por qué es importante registrar estos procesos?

Nosotros no nos planteamos desde el comienzo registrar la desmanicomialización, sino que fue algo que fue dando. Filmar la reinserción de los usuarios del sistema de salud mental se hizo importante en la medida en que empezamos a conocer de qué se trataba, antes no sabíamos el tenor del trabajo que venían haciendo los profesionales. Así surge la idea de trabajar en paralelo con los archivos y con lo que se estaba gestando en el presente. Fue importante porque en mi caso considero que el documental es un elemento de resistencia, de expresión política y artística.

¿Cómo fue trabajar con los archivos? ¿Por qué decidieron poner las cartas?

A partir del trabajo en el archivo fuimos encontrando cartas que los pacientes le escribían a sus familiares y eran interceptadas por los profesionales para confeccionar las historias clínicas. Muchas no fueron entregadas nunca. Hacer una lectura transversal de estos documentos nos permitió contar la situación que se vivía y los tratos que habían recibido los usuarios del sistema de salud mental en el manicomio. Las cartas construyen un relato en paralelo que permite comparar el presente con las épocas en que era otro tipo de trato el que se le daba a los pacientes.

¿Cuál es el rol del arte en relación a la salud mental?

Dentro del hospital hay diferentes talleres artísticos de dibujo, pintura, música o cerámica. La idea es establecer vínculos con los materiales y buscar formas de expresión que excedan la palabra. La práctica artística busca potenciar una forma de expresión a través del cuerpo. Se trata de reconstruir una subjetividad muy dañada por los tratamientos que recibió. Algunos han estado 30 o 40 años encerrados en una sala o en un comedor sin poder salir ni siquiera para ir al baño. Han estado en lugares donde se recurre a atarlos a la cama o empastillarlos para que no molesten. Tratar de recuperar su libertad es un cambio sustancial, es la posibilidad de lograr una vida más llevadera y no bajo un régimen de anulación total de la persona. 

En la película se nota la noción de una salud mental desde una perspectiva de clase. ¿Por qué les pareció importante abordarlo?

La cuestión de clase está desde el origen de los manicomios. En general, estos hospitales son para gente trabajadora o pobre. En las historias clínicas se puede ver que la mayoría son obreros de la construcción, carpinteros, panaderos, empleadas de casas particulares, a los que muchas veces la policía ha encontrado vagando en la calle o los detienen por otras causas y como no pueden darle un encuadre terminan en el manicomio, como si fuera un depósito de personas. No son personas de familias adineradas, que pueden costear tratamientos psiquiátricos privados. Es por eso que se vuelve tan fundamental el proceso de desmanicomialización. Hay un texto de Franco Basaglia que se llama “La condena de ser loco y pobre” y un poco es eso lo que ves estando en el manicomio. 

Yendo a lo estético, eligieron intervenir lo menos posible. ¿Por qué?

Creo que la realidad te va imponiendo sus circunstancias a la hora de contar una historia. Primero está la mirada a través de la cámara y después el trabajo de edición y montaje, que es la manera de narrar que tenemos. Allí se encuentran los dos mundos: una idea preconcebida que querés contar y la realidad de cómo la podés contar. De alguna manera se logra una síntesis que finalmente termina siendo el documental. En el caso de esta película, nosotros estuvimos abiertos a lo que íbamos encontrando cotidianamente durante los cinco años de trabajo, juntamos mucho material y a partir de eso fuimos elaborando el relato. 

¿Cómo va a ser la circulación del documental de ahora en adelante?

Es difícil saberlo porque estamos en un momento muy complicado para el cine nacional. Todavía no sabemos el destino del INCAA y nosotros hemos cobrado solamente un cuarto del subsidio que debíamos recibir. El INCAA y especialmente el área de fomento es lo que rige la actividad cinematográfica. Igualmente, los documentales suelen circular más por circuitos alternativos que en las salas oficiales. En ese sentido existen convocatorias, festivales, eventos e instancias académicas que le dan otro tipo de vida. Por lo pronto sabemos que vamos a hacer una proyección en el hospital para discutirlo.

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