La Rebelión: a 55 años del Cordobazo, la lucha llega a la historieta

✏️ Este 29 de mayo se conmemora uno de los mayores levantamientos populares de la historia latinoamericana: el Cordobazo. A 55 años, Ian Debiase reconstruye el ingenio y los sentimientos de sus protagonistas en "La Rebelión", la nueva historieta nacional que trae a nuestro presente una memoria de resistencia.
29/05/2024

El 29 de mayo de 1969 significó el principio del fin para la dictadura de Juan Carlos Onganía. El gobierno de facto, junto con sus medidas económicas, encontró en la unión entre obreros y trabajadores una de sus mayores barreras. El detonante fue la llegada del plan Vasena y el impacto que éste tuvo sobre la ya golpeada clase trabajadora industrial cordobesa. La respuesta popular se expresó en una de las puebladas más importantes de la historia argentina: el Cordobazo. Detrás del levantamiento multitudinario que cambió para siempre la historia de lucha nacional, entre las icónicas fotos de llamaradas altísimas y autos volcados cortando las calles, se esconde el ingenio de los estudiantes y obreros que pensaron y protagonizaron esas jornadas revolucionarias.

Cincuenta y dos años después, en 2021, y en medio de la cuarentena por COVID-19, Ian Debiase empieza a bocetar y a construir la próxima historieta por contar. Después de llevar al cómic los discursos, cartas y comunicados públicos del Subcomandante Marcos, portavoz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), decide poner la mirada en otras latitudes y en otros tiempos. A partir de una larga investigación, de numerosas entrevistas y de caminar por el territorio, Ian se vuelca a una nueva obra gráfica con el Cordobazo como protagonista.

La Rebelión es una historieta de largo aliento, editada por Hotel de las Ideas y que reconstruye, a lo largo de doce capítulos, las respuestas creativas que se esconden detrás del planeamiento del Cordobazo, sus historias mínimas y las sensaciones de sus protagonistas que recuerdan hoy los sucesos que marcaron una época. Una obra que, a partir de relatos breves, forma el esqueleto de una lucha colectiva sin antecedentes.

En su libro anterior, Subcomandante Marcos, reeditado por Editorial Sudestada, Debiase dio a conocer la voz del líder revolucionario a partir de sus discursos y escritos, textos que fueron marcando un camino narrativo que él rodeó virtuosamente de lenguaje historietístico. Pero en La Rebelión, los intereses y el rumbo eran distintos. «Para que me convoque un hecho histórico, tiene que haber algo más que el hecho histórico en sí», explica Ian.

Si en Subcomandante Marcos, la poesía de la escritura, la forma que tiene el líder para decir las cosas y la manera en que están articulados los textos marcaron el sendero narrativo, en el caso del Cordobazo, el disparador fue otro. «La inteligencia con la que se planificó, con la que se llevó adelante la lucha es lo que me decide a meterme de lleno», cuenta. En ese componente ingenioso, inesperado, recursivo que tuvieron las horas de levantamiento en la capital cordobesa, es que Ian encontró la clave, el lugar desde el que contar. «Se nota una gracia, un ingenio a la hora de plantear la protesta, de planificarla y de organizarla», comenta.

Al no ser historiador ni periodista de formación, el primer pilar del libro era definir desde dónde mirar al Cordobazo. Ian miró el «cómo», ya no solamente el «qué» del hecho histórico. Esa sería la primera mitad de las ideas con las que armó cada uno de los doce capítulos que componen La Rebelión. «La decisión fue poner el foco en los preparativos y en la estrategias de lucha del Cordobazo», explica el autor. Para eso, fue imprescindible la documentación.

Esta primera etapa lo encontró con la decisión consciente de que el libro «se vaya dando», sin dejar todo tan planificado. «Yo estaba sentado en la compu o consiguiendo libros, estudiando artículos de revistas, películas y documentales, sin poder todavía viajar», describe y agrega que «a medida que iba estudiando, leyendo y viendo reportajes, me iba enterando e iba identificando las historias que quería contar del levantamiento. Porque para el autor, «cuando abordás el Cordobazo, tenés que preguntarte dónde va a estar tu cámara».

En doce capítulos, Ian intercala en sus viñetas a los grandes protagonistas de la lucha: los obreros y los estudiantes. Trabajando mano a mano, los grandes referentes y los jóvenes militantes organizan la movilización al ritmo de Palito Ortega, entre el humo y los vasos de fernet a medio tomar. Hay lugar también para los traidores, esos soldados del ejército y esos policías que en La Rebelión no son monstruos, sino personas correctísimas, padres de familia o hijos ejemplares que no dudaron a la hora de salir a asesinar a al pueblo.

A fines de 2022, Ian logra viajar a Córdoba. Recorre lugares, visita archivos y pone un poco de carnadura a todo eso que venía leyendo. En ese momento, una amiga de la Asociación Gremial de Empleados del Poder Judicial (AGEPJ) de la provincia le acerca a sus contactos de la CGT el trabajo que venía haciendo el artista. «A la CGT el lenguaje de historieta le pareció muy novedoso y enseguida se ofrecieron a ayudarme a contactar a algunas de las personas que yo quería entrevistar», cuenta Debiase. También le ofrecieron presentar el libro, una vez que estuviera listo, en la Casa Histórica de la CGT, edificio que aparece en uno de los capítulos y que es el lugar en donde se planificó gran parte del Cordobazo. Allí, finalmente, se va a presentar La Rebelión este miércoles 29 de mayo, a las 18 hs, para todo el público de la capital cordobesa y como una de las actividades más importantes en el marco de las conmemoraciones por el 55° aniversario.

En los informes periodísticos o reportajes a personas que participaron y que Ian estudió para sumar a su libro, es donde podemos encontrar, muchas veces escondido o en un segundo plano, el ingenio. Los estudiantes y los obreros tiraron bolitas a los caballos de la policía para hacerlos resbalar, crearon super miguelitos para despistar con el estruendo, entre otras tantas estrategias. Y aunque todo eso se menciona, se sigue hablando desde lo periodístico o lo histórico, construyendo una mirada unidireccional sobre el Cordobazo. Y Ian tenía otros planes. «Lo que yo quería saber era “¿Quiénes fueron? ¿Quiénes tiraron bolitas? ¿Cómo lo organizaron? ¿Quién llevó las bolitas? ¿De dónde las sacaron? ¿Practicaron antes?”», explica. Esas preguntas ordenaron su investigación, las entrevistas y lo llevaron a encontrar justamente eso que tanto buscaba: volver central en La Rebelión lo que en otros lados aparecía como una nota de color.

El otro pilar que debía sostener el libro, una vez puesta la cámara en su lugar, era el tono desde el cual contar. «Quise transmitir las emociones que hubo en el Cordobazo y para eso me apoyé, más que en la bibliografía, en los testimonios de los entrevistados», explica Ian. «Es ahí en donde entra el trabajo de ficción, porque en la ficción tenés que crear una realidad sensible, no podés solamente enumerar hechos», agrega. Todo el trabajo de ficcionalización que puede encontrarse en el libro está ahí para transmitir esas sensaciones, para representarlas y para reforzarlas. La alegría, la adrenalina, el compañerismo, la solidaridad y la rebeldía se ubican en los rostros de sus protagonistas, en cada uno de los pasos dados en aquella larga jornada de lucha. «Ese trabajo ficcional estuvo puesto en los personajes, en diálogos y en situaciones que tienen una base real y que, según el caso, tienen mayores o menores licencias», describe.

Esta sensibilidad artística para narrar el conflicto, aún desde lo imaginado, en nuestro país hace escuela. Ya lo habían hecho Héctor Germán Oesterheld y Hugo Pratt a la hora de contar las atrocidades de la guerra a través del cronista Ernie Pike. Así también lo hizo la dupla Muñoz-Sampayo al hablar del exilio en su obra Sudor Sudaca y los siguió Lauri Fernández al recuperar las memorias a ambos bandos de la Guerra de Malvinas en Turba. La historia, dentro de la tradición historietística nacional, encuentra en lo emocional su puerta de entrada.

Para poder dar esta forma ficcional a lo emocional, Ian trabajó con materia prima real, con la memoria de quienes protagonizaron el Cordobazo. Los entrevistados y las entrevistadas le dieron material de sus archivos personales, le recomendaron libros, le sugirieron «vos tenés que entrevistar a tal persona«, «¿por qué no hablás con tal?». Malvina Tosco le fotocopió libros que no estaba pudiendo conseguir; Cristina Salvarezza lo invitó a buscar el negocio donde funcionaba la casa de sepelios en la que ella se había escondido y que aparece también en la historieta; Juan Villa, quien fuera secretario general del Sindicato de Motores Diesel Livianos (Perkins), lo llevó en su auto y juntos hicieron todo el recorrido que los sindicalistas hicieron a pie aquel 29 de mayo, desde Petrac hasta el centro de Córdoba. «Ellos me contaron sus vivencias, sus testimonios, sorprendidos e intrigados por ese lenguaje lejano de la historieta que yo proponía para contar su historia», recuerda Ian.

En la historia de la lucha popular argentina, los levantamientos populares en las provincias son uno de sus máximos capítulos. Desde aquella lucha estudiantil de principios de siglo, hasta las movilizaciones en Misiones que llenan los noticieros y las páginas de los diarios de los últimos días. Sin embargo, existe un sesgo porteño muy marcado en esa otra historia, la oficial, la de los grandes tomos escolares. ¿Qué valor tiene entonces volver a contar estas historias desde un lenguaje como la historieta? La Rebelión con el Cordobazo, Trelew. La patria fusilada, de Lautaro Fiszman y Mariana Arruti, con el Trelewazo, Pow!, de Chelo Candia, con la lucha patagónica, son todas ellas obras gráficas que recorren geografías contrahegemónicas para la historiografía nacional. Territorios alejados de la 9 de Julio, separados por extensiones mucho más imponentes que la General Paz y que protagonizaron algunos de los más importantes capítulos de nuestro devenir.

Ian Debiase subraya y reitera que la Historia, como disciplina, no es su materia. Por eso, no busca con La Rebelión llegar a formar parte de la discusión sobre el centralismo porteño y la historia oficial. Sin embargo, asegura que pensar la historia significó para él pensarse a sí mismo: «Hay algo de la identidad propia que uno descubre y que también construye al mirar la historia, la propia, la del país», explica. Esta identidad descubierta, para Ian, ayuda a pensarse en el hoy. Y permite hacerlo por fuera de la nostalgia, hacia una mirada «presente, activa y creadora», defiende. Ian Debiase entrevistó a las tres familias de los tres grandes apellidos de la revuelta: Tosco, Torres y López. A ellas se sumaron la historiadora Mónica Gordillo, referente académica al respecto de temas referidos al Cordobazo y diversos entrevistados, algunos de militancia, otros estudiantiles y otros del sector gremial. Esa amplitud es, quizás, un tercer pilar sobre el que se sostiene La Rebelión. «Busqué en las entrevistas y en la investigación que las referencias fueran lo más amplias posibles, lo más plural posibles», explica Ian y suma que «el Cordobazo fue un evento plural y ese espíritu tenía que quedar plasmado en el libro».

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Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.