“Queremos que las plazas sean de los vecinos, sin manteros”, dice Jorge Macri mirando a cámara. De fondo, la Policía de la Ciudad impide que se instale en Parque Patricios la feria de los fines de semana. Hace más de seis años que existe esta feria, pero a partir de enero algo pasó: empezó a extenderse, a agrandarse, cada sábado con más vendedores. Tantos que últimamente ya había gente en el parque durmiendo desde la noche anterior para guardar un lugar. “Se desmadró”, dicen algunos.
Y ese es el proceso a mirar en estos días. Porque uno de los efectos del plan motosierra de La Libertad Avanza es éste: las ferias populares se expanden, aparece más gente que tira una manta en el piso para vender desde cables para celulares a chipá o tortas fritas, pero sobre todo ropa usada.
Los que se suman como nuevos manteros son en su mayoría mujeres de la economía popular; muchas tienen otros trabajos además de la feria y vienen acá para conseguir comida, que compran a otros manteros. Pero también llegan asalariados que necesitan hacerse de unos pesos, con el recurso de poner a la venta lo que tengan en desuso en la casa. El sueldo hoy no alcanza.
Este proceso viene sostenido en el tiempo. Frente a él, la respuesta del Gobierno de la Ciudad es “recuperar” el espacio público. “Limpiarlo”.
La gestión de Jorge Macri ya desalojó las veredas de Retiro y siguió con las de Constitución antes de llegar a Parque Patricios. Sus próximas escalas son el Parque Centenario y Once. La decisión del PRO es desalojar de la Ciudad de Buenos Aires a este tipo de ferias que se arman en las calles. ¿Se puede barrer a miles de personas como a las hojas secas de la plaza? Todo indica que no; que estamos a las puertas de un conflicto que no va a resolverse rápido ni fácilmente.
Perfiles
Analía Rodríguez es la definición misma de la clase media. Porteña, fue dueña de una heladería en la que trabajaban sus hijas y dos empleadas. En las vacaciones viajaba a alguna playa de Brasil. Por doce años tuvo la heladería hasta que su manera de ganarse la vida dio un vuelco: “en el gobierno de Mauricio Macri, con el tema de las tarifas se fueron todos los costos al corno. Llegó la pandemia, estuve sin trabajar varios meses, volví a arrancar con el take away, me agarró el invierno… esa temporada trabajé, pero no estaba bien. Mis hijas me decían ‘mamá, ya nos criaste, te vas a volver una vieja chota en la heladería, pasando la plata pero sin ganar un peso… ¿por qué no empezás a vivir tu vida?’ Y bueno: vendí el fondo de comercio. Empecé a pensar qué hacer”.
Se fue a la feria con una caja de libros de su biblioteca y alguna ropa que ya no usaba. “Seguí con ropa que me pasaron mis amigas, pedí a los conocidos donaciones. Después vi que acá todos tenían trapos y pensé, ¿y si vendo algo que no tengan los demás? Se me ocurrió lo de la blanquería. Entonces a la platita que ganaba la fui invirtiendo en blanco, así me fui haciendo. Tengo todo lo que es blanquería acá en el parque: sábanas, toallas, edredones, cortinas, repasadores”.
-¿Y si hoy quisieras poner esta misma blanquería en un local?
Analía menea la cabeza.
-Imposible… no es rentable. En la Argentina de hoy, no.
Terminó hace dos meses de hacer un curso de marketing digital en la UTN, y ahora está haciendo otra capacitación auspiciada por un banco y el gobierno porteño. Al mismo tiempo, conoce a todos los cartoneros de Parque Patricios por su nombre. Son los que la ayudan, cuando tiene que mover bultos pesados. Cuenta que también ellos están teniendo problemas para trabajar. “Les decomisan los carros, se los llevan presos”.
Alba es otra de las vendedoras desalojadas. Su perfil es el mayoritario entre los manteros: es mujer, inmigrante, tiene hijos a cargo. Trabaja tres días por semana, limpiando casas.
“Vendo ropa usada que compro en Cáritas, me voy al Cáritas de San Miguel y al de San Martín. Mucha gente empezó a vender ropa en estos meses, cuando el Gobierno dejó de mandar alimentos. Las iglesias que daban comida no están recibiendo subsidios del Gobierno, entonces en Cáritas no encontrás comida pero sí ropa usada, y ahí va la gente a comprar y la vende en la feria. El Parque venía explotado, gente con hambre que quiere vender algo y en la misma feria compra alimentos, gente con necesidad de trabajar. Acá comía bastante gente; la vida ya era muy difícil antes de que nos vinieran a sacar”.
La feria creció con los desalojos de Retiro y de Constitución, los manteros van mudándose. Un movimiento natural, ahora, sería que fueran a la Provincia, donde la gobernación de Axel Kicillof no los corre. Sin embargo, detrás de la General Paz está ocurriendo el mismo fenómeno de crecimiento de las ferias. Y la capacidad de compra, en el conurbano, es menor.

Feos, sucios y malos
Los argumentos del jefe del Gobierno porteño Jorge Macri siguen un libreto conocido: los manteros obstruyen el espacio público, hay quejas de los vecinos sobre que les usurpan las veredas, venden mercadería de dudosa procedencia, son manejados por mafias.
Los libreros del Parque apoyan el desalojo aunque, en inferioridad numérica, piden hablar con reserva de su nombre. Son apenas seis, en puestos de la municipalidad.
“Esto estalló entre enero y febrero. Vuelvo de las vacaciones y estaba lleno. Antes estaban adentro del parque, pero como la Ciudad lo cerró para talar unos árboles, pasaron del lado de afuera de las rejas, a las veredas y ahí se hacinaron”. En el malestar del que habla se filtran los argumentos del discurso oficial: “Nos han usurpado”, dice por ejemplo. “Había gente que meaba, dejaban todo sucio. Muchos venían de la provincia. Teníamos problemas de robos”. No lo dice abiertamente, pero muchas de sus palabras equiparan a los manteros con delincuentes.
En el Parque hay además una cuadra de puestos amarillos, son también antiguos manteros que pasaron por un conflicto y negociación hasta que un gobierno anterior puso esos puestos. Más tarde, por Whatsapp, el librero agrega: “Espero que lo de ellos también se solucione”.
¿Por qué en medio de la crítica situación social el gobierno de Jorge Macri avanza con los desalojos? Un hombre que pertenece a las fuerzas de seguridad, al que le ha tocado hacer algunos de los operativos, asegura que no le gusta ir a sacarlos. Cumple órdenes, claro. Pero ¿por qué ahora? Es un consultado con experiencia, que sabe leer los tiempos. “Porque no va a haber un mejor momento que éste para sacarlos”, dice.
Es el momento Milei, y no va a durar para siempre.
Un momento en el que el PRO se siente habilitado para hacer operativos “de orden y limpieza” (así los presenta también sobre quienes duermen en la calle). En su discurso lo “sucio”, “los ocupas”, “los ilegales”; en fin, los delincuentes, son los caídos del sistema. Para todo ellos, el mensaje es: afuera.

Regular la actividad
“En la Ciudad de Buenos Aires no está prohibida la venta ambulante; lo que sí está prohibida es la ocupación del espacio público, pero si el espacio público es regulado por el Estado, se puede usar”, explica Christian Ayala. Es el responsable de la rama de Trabajadores de Espacios Públicos de la UTEP en la Ciudad de Buenos Aires y se pregunta: “por qué está bien ocupar las veredas con mesas y sillas, como hacen los bares y cervecerías, pero está mal hacer la feria en la vereda de una plaza”.
Christian viene de liderar una buena experiencia en la regulación de la venta ambulante, con la gestión anterior del Gobierno de la Ciudad.
“Nosotros teníamos las parrillitas afuera de las canchas, de una forma muy precaria, con unos tachos. En un momento de tire y afloje con el gobierno porteño nos sentamos, pudimos dialogar con gente que aceptó que había que buscar una solución. Nos costó: hicimos hasta un choripanazo en el Obelisco para abrir esa negociación, pero se llegó a un acuerdo”.
“Obviamente que el Gobierno de la Ciudad no nos dejó ir con un tacho partido. Ellos nos ayudaron a sacar un crédito, nos salió de garantes y pudimos comprar un full track. Entonces, cuando hay voluntad política de solucionar las cosas, se puede. El mismo Gobierno de la Ciudad es el que organiza la Feria de San Telmo, ellos la recorren, controlan, toman asistencia, organizan los stands. Hay un aparato del Estado para hacer ese tipo de trabajo. Lo que pasa es que lo tiene desmadrado, y al tenerlo desmadrado es cuando empiezan los problemas, porque no toda la gente es buena; hay buenos policías, hay malos policías, hay buenos médicos, hay malos médicos… O sea siempre hay gente que está atenta a cualquier porosidad del Estado para hacer algún negocio de mala espina».
“Parque Patricios, Parque Chacabuco o Parque Centenario son lugares donde perfectamente se puede hacer una feria los viernes y sábados, bien ordenada, con estructuras, bien acomodados y es el fin de los problemas. Ese aggiornamiento, esa forma de trabajo es la que aleja a todo tipo de mafias, todo tipo que viene turbio, el que quiere vender cosas de dudosa procedencia o cosas vencidas o lo que fuere, en un lugar así no tienen cabida, porque ya el ordenamiento y la organización misma de los compañeros no lo permite. En cambio, con represión y con policía lo que se genera no es orden sino corruptela, porque cuando se ponen así, que reprimen, que echan y que expulsan a la gente lo único que aumentan son las tarifas de las coimas: hay más coimas y son más caras. Es la de “acá no se puede estar”, pero si la ponés, calladito la boca, sí. Eso es normal en este país, está normalizado. Y está mal”.
Christian da el panorama general, más allá del Parque Patricios: “Vos, desde que salís de tu casa hasta que llegás a tu trabajo te cruzas con 50 o 100 vendedores: en la caminata, en el colectivo, en la parada de trenes, en el subte, en el restaurante; o sea la actividad existe, lo que no existe es la regulación. Y ahí vienen todos los problemas”.
En Parque Patricios, los manteros no estaban organizados. El lugar no estaba “ocupado”, como dijo Jorge Macri en su spot, “por una organización de manteros muy grande” sino por mucha gente suelta. Se empezaron a juntar ahora. Este viernes a las cinco de la tarde hicieron una reunión en el lugar, firmaron un modelo de reclamo para iniciar un trámite ante el Ministerio de Espacio Público, algunos ya habían pasado además por la Defensoría del Pueblo. En la semana fueron rotando por otras ferias de otros barrios de la Ciudad. Cuando la noche caía, aún estaban haciendo listados para mantenerse informados y en contacto, con la idea de iniciar protestas frente a la sede del gobierno porteño si no encuentran una solución.





