El sinuoso camino hacia las SAD: del fracaso de Macri a la obsesión de Milei

⚽ Luego de que la IGJ reglamentara parte del DNU 70/23 para autorizar la transformación de los clubes en sociedades anónimas, el principal obstáculo para el Gobierno sigue siendo la AFA. Mientras tanto, avanza la injerencia privada y los esquemas de tercerización en algunos clubes argentinos.
18/07/2024

El 20 de julio de 1999, hace veinticinco años, ocurrió en el predio de la AFA el primer gran debate por las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Sin embargo, la propuesta impulsada por el entonces presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, perdió por goleada (34-1). Eran otros tiempos y con el correr de los años el fútbol acentuó su faceta lucrativa y su conversión en mercancía global. 

Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación, el viento se inclinó en favor de las SAD. Rápidamente, en 2016, el secretario general de la Presidencia Fernando de Andreis redactó un proyecto de ley para contemplar las sociedades anónimas en el fútbol argentino. «No hay que cerrarse en una idea. Se tienen que buscar términos medios. En un fútbol transparente los clubes sin fines de lucro podrían estar, pero son muy mal administrados», decía por entonces Fernando Marín, director del Fútbol para Todos y ex gerenciador de Racing Club de Avellaneda. La figura de la SAD ya era presentada como una opción de solución administrativa para los clubes endeudados.

Macri logró acabar con la televisación gratuita en manos del Estado, pero no pudo imponer su anhelo de las SAD. Una gran cantidad de clubes -entre ellos River, San Lorenzo, Racing, Independiente, Velez y Lanús- se pronunciaron en contra de las SAD y las cuentas nunca dieron: la AFA hubiera necesitado el visto bueno de 33 de los 43 asambleístas para reformar el estatuto. En los clubes del Ascenso, la oposición al proyecto macrista también era casi unánime. Jamás se logró el cometido.  

El contundente triunfo electoral de Javier Milei en noviembre de 2023 encendió nuevamente las alarmas. En la semana previa al ballotage, varios clubes del fútbol argentino se pronunciaron en contra de las SAD. No obstante, el flamante Presidente hizo caso omiso a estas declaraciones y llegó a plantear -como el mejor lobbysta- que «el Manchester City quiere comprar un club de la Argentina, uno muy grande». Esto fue rápidamente desmentido, pero habla a las claras de las intenciones privatizadoras del mandatario.

El DNU presentado por Milei en diciembre del año pasado permite que las entidades deportivas asuman la figura legal de SAD. A diferencia de las asociaciones civiles sin fines de lucro, las SAD buscan beneficios individuales y ganancias. Dos días después de la consagración argentina en la Copa América 2024, la Inspección General de Justicia (IGJ) dictó una resolución que reglamenta, en parte, los artículos del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 que refieren a las SAD. El principal obstáculo sigue siendo el estatuto de la Asociación del Fútbol Argentino, que en su artículo 9 dispone que los clubes a incorporarse en carácter de invitados por la AFA deberán revestir «el carácter de asociaciones civiles sin fines de lucro».

El camino hacia las SAD

En los últimos 20 años, lo cierto es que diferentes instituciones deportivas han virado a un modelo de administración empresarial que significa mayor injerencia privada y la puesta en marcha de esquemas de tercerización. 

En 2003, Sportivo Barracas pasó a ser gerenciado por un grupo económico liderado por el periodista Enrique Sacco, que destruyó la historia de una de las instituciones más importantes del país en la era amateur. Apenas cuatro años más tarde, Sacco decidió fundar un club paralelo, con el mismo nombre, para que compitiera en el Argentino C. Éste fue el principio del fin: en 2009, la Comisión Directiva de Barracas decidió rescindir el contrato de gerenciamiento y el club no sólo descendió, sino que terminó siendo desafiliado.

Entre los años 2001 y 2006, Fernando Marín fue la cara visible de Blanquiceleste S.A., la gerenciadora del fútbol de un Racing que había quebrado y estaba a la deriva. A pesar de que en el Apertura 2001 el club pudo cortar la racha de 35 años sin títulos, fueron los años más grises para la Academia. Jugadores mal vendidos, instalaciones abandonadas, nuevas deudas y empleados impagos dejó la empresa cuando quebró a mediados de 2008.

El modelo gerenciador de Talleres de Córdoba, por su parte, es posiblemente el más exitoso en términos deportivos hasta el momento. Bajo la presidencia de Andrés Fassi -quien fuera también vicepresidente del Grupo Pachuca-, el club cordobés pasó en sólo siete años de disputar el Torneo Federal A a quedar entre los tres mejores equipos en el año 2021. Fassi es uno de los principales defensores de las sociedades anónimas deportivas y encarna un modelo de negocios más cercano al de una empresa que a una sociedad civil sin fines de lucro. Según datos oficiales del año 2022, el club manejaba un presupuesto de $2.000 millones anuales, tenía 400 empleados y una cartera de 40 mil socios. 

Por último, no se puede dejar de mencionar en este avance privatizador la incorporación del «naming right» en estadios como el de River Plate. Desde el año 2022, el nombre del Estadio es Mas Monumental. A cambio de 20 millones de dólares por el plazo de siete años, el Antonio Vespucio Liberti pasó a llevar un sponsor como prefijo: la cadena de supermercados Changomas, licenciataria en Argentina de Walmart que desde 2020 pasó a manos del Grupo De Narváez.

Otro tema preocupante es la incursión de las casas de apuestas online como sponsors de las camisetas: Bettson selló un contrato de un año y medio con Boca Juniors a cambio de 7,5 millones de dólares, mientras que Codere cerró con River Plate tres millones y medio de dólares anuales durante los próximos cuatro años.

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