“Ni una más”: me cuidan mis amigas

💚 La serie española más vista en Netflix durante su semana de estreno se basa en la consigna realzada en Argentina, donde ante el desmantelamiento de políticas de género y el femicidio de Catalina Gutiérrez, golpea en vísperas del Día del Amigo e impulsa a fundamentarnos en la literatura. Causa y espacio que brinda Mercurio Libros.
20/07/2024

«A mi primera y mejor amiga», encabeza la carta que le deja en el buzón, preocupada por su silencio. Es la forma amorosa que se rebusca para avisarle que si le hacen daño, lo siente ella por igual. «Aunque no te des cuenta, siempre te estoy vigilando por el rabillo del ojo, porque necesito saber que estás bien. Incluso ahora que te has convertido en una reina total y no necesitas que nadie te proteja». Por cada vez que Alma duda de sí misma, Greta le recuerda quién es; y por cada ausencia, que puede confiar en ella.

Esta es una de las escenas más simbólicas de “Ni una más”. La serie de habla no inglesa más vista en Netflix durante su semana de estreno parte desde una secuencia inicial donde Alma (Nicole Wallace) coloca un pasacalle frente al portón de la secundaria, para denunciar un abuso sexual: «¡Cuidado, ahí dentro se esconde un violador!». Desde los ventanales, la toma comprende las reacciones de varios personajes mientras funciona como presentación de ellos: el típico fanfarrón del equipo deportivo, la amiga que debate si se atreve a defenderla, los directivos escandalizados que se exponen ante la falta de ESI y herramientas que les permitan abordar la situación, por lo que mejor derivan el problema a la Guardia Civil.

Partir del destino donde los hechos inevitablemente concluirán, genera dos efectos en las audiencias y espectadores: mantiene a la expectativa de cómo se llegó hasta allí, y por otro de descubrir cuál de los varones, es el responsable. Aquí es donde la estructura se vuelve efectiva. Todas las masculinidades tienen de qué arrepentirse. Y si bien esta dinámica de “misterio por resolver”, un formato bien del mainstream de Netflix, que remite a “13 Razones” (“13 Reasons Why”), es sin dudas una estrategia de producción para que sigas mirando (y sea maratoneable); el primer capítulo está plagado de momentos donde la vida de la protagonista corre peligro: perder el colectivo y quedarse sola bajo la lluvia esperando, subirse al auto de personas en las que no confía, irse de la fiesta sin avisarle a su amiga. Es decir, atrae el ojo a la cantidad de posibles situaciones cotidianas donde las mujeres (y podríamos incluir diversidades) quedan expuestas y vulnerables; incluso antes o sin siquiera llegar a mostrarte el quid de la ficción.

Las actuaciones son uno de los mayores puntos favorables de la serie, componiendo un arco de personajes que permiten reflejar cómo lidian desde sus subjetividades con la violencia de género como problemática estructural y cómo la amistad se mantiene como baluarte. Junto a Alma, están: su mejor amiga Greta (Clara Galle) que le aporta identidad y valores; Nata (Aicha Villaverde) su otra amiga que soporta su relación con aquel típico capitán del equipo del colegio pese a todas las señales (red flags) porque fue educada para “dejar pasar situaciones si es necesario con tal de no perder el partido”; su madre que mientras evalúa su rol familiar comienza a interiorizarse en la ola feminista (Ruth Díaz) ; su padre que la presiona con expectativas del “deber ser” (Eloy Azorín); y una amiga de su infancia (Teresa de Mera) a quien se cruza inesperadamente y le susurra: “Tenemos que hablar”. 

Ni Una Más

Compuesta de ocho episodios, la serie fue escrita por Miguel Sáez Carral adaptando su novela homónima, que escribió durante la adolescencia de su hija, buscando entenderla, junto a una perspectiva que lo llevó a revisar sus conductas como padre, y como hombre en una sociedad patriarcal. Significativamente, basó su título (asesorado por la editorial Penguin Random House) en el movimiento de género de nuestro país. “En ese momento se estaban produciendo unas manifestaciones muy importantes en Argentina que tenían este lema y pensamos que era un buen título para cogerlo, que ese mensaje final estuviera desde el principio en la retina del lector y ese fuese el mensaje claro de la historia», destacó en una entrevista para el medio ibérico Fotogramas

De base, el concepto “Ni una menos” o “Ni Una Más” (como fue acuñado en España) también proviene de la literatura: lo introdujo la poetiza mexicana Susana Chávez al manifestar “Ni una mujer menos, ni una muerta más”, como repudio y visibilización contra los feminicidios cometidos en Ciudad Juárez en 1995. De allí, como sabemos, la primera manifestación con la consigna se realizó en nuestro país el 3 de junio de 2015, exponiendo la aterradora estadística de la Casa del Encuentro que informaba que cada menos de 30 horas una mujer es asesinada en la mayoría de los casos por un varón que conforma su círculo cercano. Hoy, esta cifra es aún peor: se ejecuta un femicidio cada 26 o 29 horas, según el Observatorio Ahora que sí nos ven y en el 77% de los casos el femicida está vinculado de alguna manera.

Como fue el femicidio de Catalina Gutiérrez, que se conoció y estremece esta semana. La joven de 21 años cordobesa desapareció el miércoles, cuando le avisó a su familia que se vería con unos amigos en el shopping Patio Olmos. En un punto de contacto con la serie, las protagonistas pasan gran parte de la historia en un shopping donde se encuentran. Por el crimen, se detuvo a Nestor Daniel Soto, un amigo y compañero de la carrera de Arquitectura (que ambos estudiaban en la UNC), quien le quitó la vida sosteniendo que “era el amor de su vida”. Aún con la confesión del femicida, el fiscal del caso, José Mana, lo imputó por supuesto homicidio simple y quedó detenido en el Establecimiento Penitenciario N° 9, desde donde sería trasladado a la Cárcel de Bouwer.

Ver su cara en los medios y los detalles aturde, conmociona, nos falta una más y eso es irremediable; y ante la bronca y el desamparo institucional despertó entre muchas una pregunta en común: ¿No podemos confiar ni en nuestros amigos? ¿Dónde podemos estar realmente a salvo?

Contra estos crímenes, las movilizaciones populares construyen sentido y lemas, para apropiarse la lucha, los discursos, como el de Chávez. “Me cuidan mis amigas” se constituyó como una frase popular que transmite la protección de los vínculos frente a la desidia, revictimización e inacción de las instituciones y los poderes del Estado que adoptan ante los casos de violencia de género. En la serie, es una amiga la primera que dice «Yo te creo hermana», la que teme que su amiga no llegue a su casa, las que señalan los actos que no son de amor, las que se organizaron para asistir a las marchas, mientras el colegio se desvincula y la policía se frena cuando se dificulta reunir la evidencia.

“Con ‘Ni una más’ me pasan dos cosas que podrían ser contradictorias, pero que terminan señalando lo que más elogio de la serie: nos invita a hacernos preguntas”— sostiene la docente, librera, y comunicadora Delfina Migueltorena en diálogo con El Grito del Sur — Por un lado, disfruté ver el lugar político que la serie le da a la amistad entre mujeres y formar espacios de escucha. Por otro, las consignas que se despliegan, si bien siguen siendo necesarias repetirlas y me alegra el alcance que les posibilita que esté en Netflix, la plataforma más consumida, siento que apuntan solo a las clases medias y altas. Es difícil identificar la importancia de volver a casa viva si no contás con un techo donde dormir y ni hablar de la imposibilidad de emprender una lucha cuando tenés el estómago vacío. Me gustaría que este tipo de productos audiovisuales incluya también la perspectiva de clases menos privilegiadas”. 

De ahí a que la serie trata muchas de sus subtramas con liviandad y mayor banalidad, para generar escenas de mayor impacto visual, que por lo contrario le aportan menos credibilidad y corren el foco de lo que en verdad quiere transmitir.

“La amistad me conmueve siempre”, expresa Delfina. “Me parece uno de los vínculos más genuinos y que se construyen con más libertad; posiblemente el más horizontal, donde la distancia y la cercanía varían sin que afecte la relación. Si me pienso como una casa, la amistad es el cimiento. Es lo que permite que se construya todo lo demás”, añade como metáfora de su espacio.

Delfina es fundadora de Mercurio Libros, una casa de libros autogestiva que formó en asociación con amigas. “Mercurio nace en una mesa con amigas. Yo venía trabajando en una cadena de librerías que apostaba a un catálogo masivo, y notaba que había algo ahí que carecía de intimidad, que dificultaba pensar en el ‘cliente’ (un término que le resuena) como un lector. Entonces una de mis amigas, me dijo con total naturalidad: abrí una librería. Usé todos mis ahorros y aposté a una librería cuyo catálogo está escrito en su mayoría por mujeres latinoamericanas”, revela a este medio. 

En el proceso la ayudaron varias amigas y conoció más. El primer lugar donde se asentó Mercurio fue una casa en el barrio porteño de Villa Crespo, donde funcionaban varios emprendimientos llevados a cabo por mujeres. De habitación a habitación, se extendían manos que crearon amistades. “Mis amigas han sido fundamental”— asegura — “No fue solo soporte emocional sino económico, y han puesto el cuerpo: pintado, barnizado muebles, la que no se daba maña lo terminó aprendiendo; e incluso hubo un gasto de último momento de una habilitación que la pagó una de mis amigas. Y me refiero a amigas cuyas vidas tienen otras ocupaciones como estar 8 horas trabajando en un juzgado”.

Las redes de colectividad resaltan y resisten frente a tiempos donde prima el individualismo, ante el desmantelamiento de políticas de género, como la línea gratuita y nacional 144 para denuncias y asesoramiento, y la eliminación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.

“Como en todas las derechas, el pueblo está siendo descuidado pero el gobierno de Javier Milei está yendo más allá, en sus decisiones no solo se lee descuido, también crueldad y cierto regodeo en destruir el país y el valor de lo colectivo. Ya lo dijo Simone De Beauvoir, las mujeres tenemos la pesada tarea de estar en estado de vigilancia durante toda nuestra vida, resguardando los derechos conseguidos porque «basta una crisis política, económica o religiosa para que vuelvan a ser cuestionados y/o vulnerados», cita nuevamente fundamentando en las letras. “Esto lo veo desde lo simbólico, como en el cambio de nombre al Salón de mujeres y la decisión calculada de anunciarlo el 8 de marzo, hasta otros más categóricos como la disolución de Ministerio de las mujeres, el congelamiento del presupuesto de programas que acompañan a mujeres y personas de la comunidad LGBTQ+ víctimas de violencia de género y otros atentados a los logros que el feminismo agenció. Ellos justifican diciendo que el cierre del ministerio y el desfinanciamiento de la línea 144 es un ajuste fiscal, pero está claro que es una decisión política e ideológica porque solo representa el 0.2% del presupuesto nacional. Además de que ningún ordenamiento fiscal se puede respaldar si se hace a costa del bienestar de otros”, subraya.

Por mencionar sólo una, “Okupas” (de Bruno Stagnaro) es LA serie nacional en representar la amistad. Situada en la ciudad y conurbano bonaerense en los 2000 de crisis económica, colocó la cámara en los márgenes, en los cordones y calles, en los jóvenes (interpretados por Rodrigo de la Serna, Ariel Staltari, Diego Alonso Gómez y Franco Tirri), las diferencias de clases sociales y una crisis de rumbo que sentían ante un futuro que a comparación de sus madres y padres, no les prometía estabilidad, por el contrario se asomaba incierto y frágil a inicios de un cambio de siglo; en contraste con la fraternidad y herramientas para sobrevivir que se generan entre sí.

“‘Okupas’ me parece una serie que siempre se mantiene en vigencia, con todo lo bueno y lo malo que conlleva”, opina Delfina. Actualmente, Stagnaro trabaja en la adaptación de “El Eternauta” de la mente de Héctor Oesterheld, para justamente una serie de Netflix, junto a Staltari y protagonizada por Ricardo Darín. La historia también tiene su lema: “El héroe verdadero es el héroe colectivo”.

“La amistad argentina es una suerte de patria”, retoma Delfina. “La amistad no solo es un asunto serio, si no que constituyente. Creo que ese poder de reinventarse que se le adjudica a los argentinos es gracias a los amigos. Siempre volvemos porque hay un amigo que nos espera”, sintetiza, al tiempo que las suyas la esperan para programar nuevos talleres y ultimar la etapa que se viene de Mercurio: establecer su casa en Chacarita.

Compartí