El frío de la cifra genera distancia, cosifica. Qué más da que sean dos mil, tres mil o cinco mil. Son un número, un dato aislado, una cifra más de personas que se quedaron sin trabajo. Pese a que tengan formación y familia, pese a que lleven casi dos décadas en su puesto, pese a que realicen tareas irreemplazables y que su ausencia se convierta también en la ausencia de derechos.
Este último fin de semana se conocieron alrededor de 2300 despidos en el Estado Nacional. Las reparticiones más golpeadas fueron las ex carteras de Desarrollo Social y de Mujeres, Géneros y Diversidad, a las que se les suma el desguace de la Secretaría de Derechos Humanos: allí se registraron casi 60 despidos y un tercio de los trabajadores de los Sitios de Memoria se quedaron en la calle.
Desde El Grito del Sur decidimos reconstruir historias, recomponer recorridos, entender quiénes son y cómo pegan los despidos para trabajadores, trabajadoras y sus familias. Para ello nos contactamos con laburantes expulsados de las distintas áreas del Estado para conocer sus voces y recuperar sus testimonios.
«Soy Flavia Aros. Trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social desde el año 2013, como Territorial en varios programas de inclusión social, educativa y asociativismo. Soy madre de dos hijos y atiendo una población objetivo vulnerable en el partido de 3 de Febrero. Trabajo con los derechos de las personas, pero ahora mis derechos están siendo violentados. Junto a los 400 trabajadores territoriales de toda PBA, no vamos a dejar de luchar por nuestros puestos de trabajo y por las políticas públicas del Estado. Creemos que este gobierno está destruyendo perversamente y sin piedad a las familias de los estatales y del pueblo argentino».
«Mi nombre es Norma Lugo y soy trabajadora del Centro de la Memoria Virrey Cevallos desde 2009. No soy un ñoqui, soy una trabajadora que dejó parte de su salud en el trabajo y soy parte de este espacio que el Gobierno quiere ser cerrar. Soy restauradora y ayudante de restauración, estuve en la parte de investigación y hasta hice limpieza cuando no había gente que limpiara. Hemos recibido miles de alumnos en estos años. Es un dolor muy grande el hecho de no saber hasta cuándo va a seguir funcionando el sitio. A este gente que nos gobierna le conviene que el pueblo se olvide lo que pasó en estos lugares. Y por eso nos despiden. Pero la lucha no se abandona».
«Soy Karina Ríos, técnica en Economía Social y Solidaria y egresada de la Universidad de Quilmes, título que logré conseguir por ser beneficiaria del programa Argentina Trabaja allá por el 2010. Una vez recibida fui convocada para trabajar en el Ministerio de Desarrollo Social en el 2016 y comencé a trabajar territorialmente en San Vicente. Me dedico a acompañar programas territoriales como Ellas Hacen y Hacemos Futuro, en materia de salud, educación y violencia de género. Hoy, por los despidos, ya no estamos en territorio y los titulares se quedan sin una referencia para informar, contener y acompañar a las personas en territorio».
«Soy Ariel Rapp y soy despedido del ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio Club Atlético. Trabajo en el área de educación y me dedico a recibir las visitas de escuelas, universidades, colegios secundarios y terciarios así como de visitantes que vienen a conocer el espacio. También llevamos adelante talleres. Trabajo en espacios de memoria desde hace 8 años, soy profesor de Historia y actualmente estoy cursando una Maestría en Educación Popular para adultos. Esto me afecta muchísimo porque vengo trabajando hace bastante acá y porque tenemos un gran compromiso y una apuesta por fortalecer estos lugares que son claves para los Derechos Humanos, para que la gente sepa lo que pasó y seguir peleando por más memoria, verdad y justicia».