En la Avenida del Libertador al fondo, allá pasando la cancha de River, las rejas verdes marcan una frontera. De un lado la Ex Escuela de Mecánica de la Armada, el centro de tortura, exterminio y desparición más grande de la historia de Latinoamérica. De la reja para acá, la Escuela Técnica Raggio. En el bajo de San Telmo, sobre Paseo Colón, el Otto Krause (colegio industrial insignia de la Ciudad) está en la vereda de enfrente del Garaje Azopardo, un ex centro clandestino de la Policía Federal. En pleno Cid Campeador, el monumental Huergo (también público, también masivo, también industrial) comparte la misma manzana con Casa Franklin, una casa particular que formó parte del circuito represivo de la Fuerza Aérea.
No son los únicos: otros ex centros clandestinos de la ciudad se ubican en las cercanías de escuelas secundarias industriales, tal es el caso de la Técnica 35 y la Cárcel de Devoto, un probado sitio de torturas y secuestros durante la última dictadura cívico-militar.
Educación técnica y dictadura militar es un capítulo poco abordado de las numerosas aristas del proceso continuo de construcción de memoria. La complicidad geoterritorial y educativa que existió en tiempos del terrorismo de Estado también se reflejó en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires: de hecho el Atlético (en Paseo Colón y San Juan) se ubica en un lugar estratégico del barrio de San Telmo donde fueron detenidos cuatro alumnos de la Escuela Técnica N° 4
El terror se instala por la fuerza y un modo de hacerlo es mostrarlo en todas sus formas: los Falcon Verde, los vuelos de la muerte, la tortura, los robos de bebes y de propiedades- Y los Centros Clandestinos cercanos a las escuelas industriales fueron una variable más. El Olimpo (excentro de tortura del barrio de Floresta) tenía una escuela primaria en las inmediaciones y las Técnicas 17 , 23 y 8 del DE 13. Estos espacios de tortura le garantizaban a los militares la inserción territorial y de control social en lugares que convivían con la población civil y a vista de todo el mundo.
Durante la última dictadura cívico-militar, muchos militantes y estudiantes de nuestras escuelas técnicas terminaron en los distintitos centros clandestinos. Destaca el caso del Otto Krause, que tiene 27 compañeros desaparecidos pero en cada una de las escuelas técnicas de la Ciudad tiene por lo menos un desaparecido. La ecuación es evidente: escuelas públicas donde se forman pibes que luego irán a las fábricas como trabajadores calificados. Patear el hormiguero, tener bien intervenidos los industriales.
Pero lo mas interesante no termina con el regreso de la democracia sino que resta el capítulo menos abordado: la inserción de los servicios de inteligencia en los institutos o establecimientos educativos. Cuando se terminó el trabajo sucio de la dictadura con sus consecuentes horas extras de robos y muerte, algunos de estos personajes ligados a la Policía Federal, la Marina y la Armada, se incorporaron en las preceptorías, los talleres o mantenimiento de las escuelas. El objetivo era poder seguir de cerca a los que docentes y estudiantes que se exiliaron y volvieron e incluso los movimientos políticos dentro de los espacios educativos, como los centros de estudiantes, los particos políticos o los sindicatos docentes. La recientemente recuperada SIDE, nunca dejó de funcionar. Pero paso a hacerlo con contrato y en las escuelas industriales.
Por aquellos años, con una democracia nueva y naciente retomamos la vida en un pueblo devastado de todas las formas posibles, pero fuimos uno de los pocos que le hicimos frente al olvido, con los juicios de lesa humanidad, la cárcel a los genocidas , los escraches cuando la justicia no nos escuchaba y la recuperación de los centros de tortura y exterminio, transformados ahora en espacios de memoria.
Cuando el olvido quiere instalarse para dejar el dolor de la lado, elegimos curar las heridas y tomar los espacios. Hoy nos encontramos en una nueva batallar frente a los despidos y el entierro de las conquistas de memoria, que tuvimos. Cuando Néstor Kirchner bajó los cuadros de los genocidas nos enseñó que ningún león cambiara lo conquistado. Somos el pueblo que se alza con voz firme y defiende los Derechos Humanos como aprendimos en estos 40 años.