Adolescentes cuidadores: sin políticas públicas y con más pobreza, se expande el fenómeno

😮 Las tareas domésticas y de cuidado son indispensables para la reproducción social. A pesar de que tradicionalmente están asociadas a los adultos, en Argentina más de la mitad de las y los jóvenes de entre 15 y 17 años son quienes se encargan de realizar estas labores en sus hogares.
04/10/2024

“Hay algo que atraviesa a los cuidados en general, que es que se minimiza el tiempo de esfuerzo porque los cuidados en general están invisibilizados, cuando en realidad es una actividad que lleva muchísimo tiempo y esfuerzo y que es fundamental para que la sociedad pueda funcionar”, explicó Mora Straschnoy, socióloga e integrante del Área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). Los cuidados, según un reciente informe publicado entre ELA y UNICEF llamado “Adolescentes que cuidan”, son definidos como aquellas actividades esenciales para la vida cotidiana que pueden incluir desde actividades domésticas hasta labores de cuidado directo. Este documento junta las voces de los y las adolescentes de Argentina a fin de visibilizar un problemática creciente: el rol activo, intensivo y estratégico que poseen los y las jóvenes en sus hogares para la reproducción familiar

Según dicho informe, un 66% de los y las adolescentes de entre 15 y 17 años se encargan de las tareas de cuidado intensivo en sus hogares y realizan, a su vez, trabajos no remunerados. Expresado en tiempo, le destinan aproximadamente 2 horas y 46 minutos diarios a estas actividades. “El tiempo que le dedican es mucho. Es un tiempo que compite con el de descanso y el de estudio. A veces pasa que tienen que faltar a alguna materia o terminan durmiendo menos porque se tienen que quedar cuidando o haciendo tareas en el hogar”, comentó la socióloga. Asimismo, si se toman únicamente las tareas de cuidado directo, el tiempo es aún mayor, llegando a las 3 horas y 30 minutos diarios. “Lo que nos ayuda el informe y los datos es entender que no estamos hablando de uno o dos casos aislados, sino que es un fenómeno que está generalizado”, agregó Straschnoy. 

El informe separa a los hallazgos según ciertas variables, entre ellas: el género, la composición familiar y la clase, las cuales influyen directamente en el tiempo que los y las adolescentes le dedican a las labores de cuidado. Esto ayudó, por ejemplo, a que se pudiera visualizar claramente la brecha ente varones y mujeres ya que, según el documento, las adolescentes dedican un 44% más de tiempo que los varones a las tareas de cuidado. “Nos llamó la atención al hacer las entrevistas que a los adolescentes varones no les hacía ruido tener asignadas las tareas domésticas o de cuidado con sus propias miradas de la masculinidad, que capaz sí podría haber pasado. Ahí notamos un cambio”, contó Mora Straschnoy. Sin embargo, la socióloga comentó que, cuando se les preguntaba sobre su futuro, los estereotipos tradicionales que asocian a las mujeres con estas actividades de cuidado se seguían reforzando y provocaban inevitablemente que se reproduzca la división sexual de trabajo. “Cuando vemos la población en general, la brecha es del 75%, mucho mayor, y no percibe cambios. Esa mirada presenta desafíos porque tampoco podemos prever que la brecha cambie si sigue estando presente esta idea tradicional arraigada”, afirmó la integrante de ELA. 

No obstante, el estudio no sólo funciona para visibilizar esta cuestión, sino que además revela una problemática estructural mucho mayor: da cuenta que las labores de cuidado que realizan los y las jóvenes son centrales en las estrategias de reproducción familiar, especialmente en los sectores populares, donde el rol adolescente resulta indispensable para que el o los adultos de la familia salgan a trabajar. Para los jóvenes, “está muy naturalizado porque entienden que su aporte en ese hogar es estratégico para que su familia trabaje y acceda a los ingresos que da el trabajo remunerado. Entienden que su función es necesaria porque hay una necesidad”, expresó Straschnoy. 

Esto genera, a su vez, que deban postergar la realización de actividades de recreación o sociabilidad, indispensables en el desarrollo de las juventudes. “En la adolescencia se busca una identificación. La personalidad está en pleno movimiento de buscar pares y grupos de referencia para conocer su identidad. Cuando tienen tantas obligaciones, estos movimientos se ven cortados. Entonces conlleva mucho estrés”, explicó María Soledad Quinteros, terapeuta cognitivo-conductual infanto juvenil y de adultos. La psicóloga habló acerca de la necesidad fundamental de que los y las adolescentes posean su propio tiempo de recreación, ya que es una etapa decisiva en el desarrollo de la persona. “Un momento de ocio, aunque sea chiquito, debería haber. No se puede ser 100% todo responsabilidad, sino es como un trabajo. La mente y el alma necesitan una dispersión, un relajar, un conectar con algo para desconectar de las responsabilidades”, continuó Quinteros. 

En este sentido, remarcó algunos problemas a futuro que los y las jóvenes podrían llegar a desarrollar si limitan su tiempo recreativo: “Van a tener mayores índices de ansiedad, porque no tienen su cable a tierra, su ocio. Eso puede llevar a momentos de soledad, de introversión, de aumento de pensamientos negativos, donde su autoimagen y su autoestima van a tener consecuencias negativas”. Y agregó la terapeuta: “En este país es un privilegio tener salud mental. Muy pocos pueden acceder a ella”.

“Esto no sucedería si no tuviéramos una falta de políticas públicas y si no tuviéramos condiciones laborales que hacen que las personas tengan que trabajar muchas horas y en lugares que quedan muy lejos en distancias”, criticó la socióloga al respecto. 

Finalmente, Straschnoy recalcó la urgencia de que se realicen más investigaciones y que se sigan ampliando los datos sobre esta problemática con el objetivo de poder tener al alcance las herramientas para pensar qué políticas se necesitan para cambiar esta situación y asegurarles un mejor estilo de vida a las personas. “Hay que pensar de forma integral para que todos y todas puedan ejercer sus derechos para una sociedad mejor. Para que los y las adolescentes tengan derecho a vivir su adolescencia y no pongan en peligro su educación; para que las personas a ser cuidadas reciban los cuidados adecuados; y para que los padres y madres no tengan vulnerados su derecho de cuidar porque tienen que estar trabajando muchas horas fuera del hogar”, sentenció la integrante de ELA.

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