«Después de 34 años, las amigas de María Soledad pueden romper el silencio y hablar»

📽️ “María Soledad: el fin del silencio” reconstruye el caso de la joven catamarqueña asesinada en 1990 con una perspectiva inédita: a partir del testimonio de las chicas que tenían 17 años cuando salieron a marchar en pedido de justicia por su amiga, destapando un artilugio de impunidad política de los "hijos del poder". Lorena Muñoz dirige el documental.
20/10/2024

En una de las últimas convivencias de su 5to año de secundaria, las alumnas del Colegio del Carmen y San José en la provincia de Catamarca, plasmaron en una hoja una suerte de cuestionario personal, deseos, aquello que les gustaba o querían. Esa página cobra otro sentido: 34 años después, se reencuentran, y reunidas formando un círculo leen lo que en ese momento escribió María Soledad Morales. 

“Ahora ese cuestionario tiene otro sentido, ¿no?”, reflexiona la cineasta Lorena Muñoz. “Porque es muy fuerte ver que ella se perdió de todo esto y nosotros nos perdimos de ella también”.

Muñoz (“Gilda”, “El Potro”, “Releyendo a Mafalda”, “La hija de Dios”) dirige el documental “María Soledad: el fin del silencio”, listo para ver en Netflix, que reconstruye la memoria de la adolescente desde una perspectiva como antes no se había contado el caso: desde el testimonio de sus amigas. Ante la iniciativa de la película, las protagonistas vuelven a recorrer los espacios de los hechos: los bancos del colegio, la catedral de la provincia y las calles donde organizaron las movilizaciones que trascenderían a nivel nacional – y más tarde, histórico– conocidas como las “marchas del silencio”.

“Para el estreno vinieron a mi casa dos de las amigas de María Soledad: Marilyn Varela y Mónica Barrios, con su marido que es el hermano de Marilyn. Sentí que podían haber sido mis amigas, también. Las recibí acá y vimos juntas la película. Fue un momento de esos que no voy a olvidar”, atesora la directora en diálogo con El Grito del Sur.

Muñoz describe que Mónica fue fundamental para el desarrollo del documental. De hecho, su familia también forma parte en una escena clave para construir la película: ella reúne a su marido y a su hija e hijo para contarles que va a volver a viajar a Catamarca, para reconstruir la historia más de tres décadas después. Mónica dice una de las frases definitivas: “Hay una necesidad de contarles a todos lo que vivimos nosotras con 17 años”. 

Lorena Muñoz tenía la misma edad que las chicas en 1990. “En ese momento tenían 17 años ellas, yo también y para mí fue muy impresionante. Es increíble que te voy a decir: yo tengo una historia familiar de femicidio. Aunque en esa época todavía mi mamá y mi abuela me habían contado lo mínimo, una especie de pequeña sinopsis y todavía no tenía conciencia de esta situación. No solo por la edad, porque estaba en 5º año, sino porque en ese momento no se hablaba tanto de cuántas mujeres se mataban por día en la Argentina. Era como algo corriente y se trataba como ‘un crimen pasional’. Entonces para mí en ese momento me impactó: porque yo tenía la misma edad y porque también tenía una historia familiar que en algún lugar me hacía un link con eso muy lejana”, comparte. Su bisabuela y su tía materna fueron asesinadas en 1954, en España.

Gentileza Netflix. Créditos: José Luis García (ADF)

El 8 de septiembre de 1990, Elías Morales llamó desesperado a las amigas de su hija: María Soledad no había vuelto a la casa. Las estudiantes comenzaron a agolparse en la ventana del aula que daba a la dirección para intentar oír la conversación con la rectora, la Hermana Martha Pelloni. 

La noche anterior habían organizado un baile -que entre los detalles escabrosos se llamó La noche de la sorpresa– para recaudar fondos para el viaje de egresadas y para costear el de cinco alumnas, entre ellos el de María Soledad. Esa fue la última vez que la vieron. A la mañana siguiente, Morales vuelve a la dirección y notifica que hallaron sin vida y ultrajado el cuerpo de su hija. 

Desde entonces, el desconcierto, y la impotencia sobrevolaron a Marilyn, Mónica, Adriana Edith Tula, Rosana Alejandra Medina, Cynthia Karina Beatriz Borda, Marcela Nieva, Mirian del Carmen Ahumada, Silvia Beatriz Ortega, Estela Gladys Andrade, Ana Gabriela Rodríguez, Etel Silvina Roger, Nancy del Carmen Kleric Berduc, Claudia Mamani, Teresita Catalina Compilloy, María Eugenia Carrizo, Verónica Del V. Ledezma, María Ileana Bravo, Patricia Noemí Zafe, Patricia de la Colina, Lidia Mónica Cañizares y Balbina Soledad Moreno: ¿Qué pasó con María Soledad Morales? 

Para averiguarlo o comenzar a mover los cimientos de un artilugio político que se aproximaba turbulento, avisaron a la Hna. Pelloni su intención de marchar. La rectora, por temor a que esto expusiera a sus estudiantes, dado que ya comenzaban a circular amenazas y se presentía cierto peligro que aún no podían fundamentar, pidió que sus familias las autorizaran. Para prometerle algo de resguardo, le aseguraron que caminarían en silencio. Esto inició una serie de 82 movilizaciones, que se conocieron como “marchas del silencio” y convocaron un promedio de 25 mil personas por vez, y hasta se trasladaron a Buenos Aires, imprimiéndole un sentido nacional.

Mediante el silencio, el mecanismo que operan y se resguardan los agresores para consumar sus actos, las jóvenes, acompañadas del activismo de la Hna Pelloni, atrajeron a periodistas como Fanny Mandelbaum, y comenzaron a desarticular la impunidad de “los hijos del poder” y de la política provincial y nacional enlazada hasta con el presidente Carlos Saúl Menem.

Hermana Martha Pelloni. Gentileza Netflix. Créditos: José Luis García (ADF)

Para la periodista, el caso de María Soledad fue el primero en ser tratado como femicidio en el país. Fue quien además expuso que para las familias del poder político de la provincia, se trataba de “una chinita”. A través del silencio, fue que, en su alegato que todavía hoy le llena los ojos de lágrimas, el fiscal Gustavo Taranto buscó que María Soledad hablara por ella.

Tal fue el encubrimiento que luego de siete años comenzó el primer juicio que fue televisado y destapó aún más la operación de encubrimiento político. Hubo un segundo juicio, donde la incorporación del fiscal Taranto logró dos condenas: la de Luis Tula (a 9 años) quien tenía un vínculo con María Soledad y fue quien la entregó; y la de Guillermo Luque (a 21 años), hijo del diputado nacional Ángel Luque, quien fue expulsado de la Cámara Baja tras afirmar: «Tengo el suficiente poder y la estructura como para que ese cadáver, si lo hubiera matado mi hijo, no apareciera nunca más». Ambos salieron antes de cumplir la condena “por buena conducta”. Ambos permanecen en libertad. La investigación también señaló a Pablo y Diego Jalil, hijos de José Jalil, intendente local; como otros partícipes, sin embargo no se pudo probar. 

“La historia siempre conmovió mucho”, recuerda Lorena Muñoz. “Y entre lo que más me impactó fue que hubiese una monja detrás de la manifestación. El otro día hablaba eso con una amiga: como que uno no está acostumbrado, ¿no? En general son procesiones en las que uno ve una monja caminando. No tengo un recuerdo. Por lo menos de haber visto en en ningún otro caso así policial en Argentina, una monja al frente de un pedido de justicia. En el momento no sabía que era la directora de la escuela y entonces me interesé por investigar un poco más eso”, menciona. Pelloni se convirtió en una de las activistas referentes del país; recientemente estuvo en contacto con la familia de Guadalupe Lucero para involucrarse en la búsqueda.

Con el tiempo, las productoras Red Creek y Néctar Films la convocaron para dirigir el proyecto. Les respondió que el propósito era “contarlo a partir del punto de vista de las amigas”. “Había un grupo de compañeras que la seguía extrañando, llorando, pensando, y que son unidas, y se reúnen cada tanto. ¿Quiénes mejor para que la traigan de vuelta?”, señala. 

La investigación corrió a cargo de Mariana Montero; mientras que Iván Entel, Nicolás Entel, Andrea Cipelli y Alex Zito son productores ejecutivos. El documental propone un viaje a Catamarca, a la historia y plantea una continuidad, sembradas en la herencia de las luchas contra la violencia de género ya agrupadas al grito de Ni Una Menos.

La película trae como novedoso el testimonio de cada una de las amigas. ¿Por dónde empezaste a organizar la investigación?

Es interesante eso, porque lo que pasa con esa situación es que aunque yo ya leí y escuché mucho sobre el caso, para la entrevistada es la primera vez que me cuenta lo que vivió o lo que recuerda y entonces esa espontaneidad se siente en el relato o siente el espectador. Algunas se fueron de Catamarca, viven en Córdoba, en San Luis, en Buenos Aires. Nosotros para el documental tuvimos la oportunidad de llevarlas y de hecho lo hicimos: y hacer que todas coincidieran allá para volver sobre todo a pasar por algunos momentos que nos parecían importantes. Martha fue la primera que filmamos. Sabíamos que Fanny era otra mujer más. Es una historia de mujeres claramente. Fanny había tenido mucha presencia en el caso, incluso dejando de lado su vida y a su hija para instalarse en Catamarca. La idea no era meternos como en el caso en sí, sino tratar de hacer un documental que tuviera una perspectiva mucho más de género, más humana y menos periodística también, porque ahí se perdió un poco de vista a María Soledad. En ese sentido, lograr que participe el fiscal Taranto fue súper interesante porque nunca más dio una nota. 

Gentileza Netflix. Créditos: José Luis García (ADF)

¿Cómo lograron que participara?

Cuando empezamos a escribir un tratamiento, tenía un poco de miedo de que no participara. Es muy diferente que alguien se anime a poner el cuerpo (en el documental Taranto se anima a reconstruir las audiencias del juicio). Él estaba viviendo en Córdoba. O sea, nosotros queríamos llevarlo de nuevo a Catamarca, y llevarlo por distintos lugares que eran importantes para la historia. Excepto una pasada fugaz, no había vuelto desde el juicio. Tuvo una implicancia personal para él. Estuvo amenazado. Todos: Fanny, Martha, a las chicas les hacían seguimientos.

En tus películas acompañás el título con una frase de ellos, como «Gilda: no me arrepiento de este amor» o para El Potro «lo mejor del amor». En este caso, el silencio tiene un alto valor simbólico. ¿Cómo decidiste «el fin del silencio»?

Esa frase la elegimos entre todos, con el equipo de Netflix y también con los productores. Es una frase hermosa para mí, porque representa un poco lo que lo que queremos contar con el documental: justamente basándonos en nuestro punto de vista, que es el de las compañeras de Sole, y que les dijeron bueno, marchen, pero en silencio porque no se podía gritar como hubiesen querido, por miedo, por desobediencia, por un montón de cuestiones. Entonces nos parecía que ahora, después de 34 años, esas mismas chicas que son mujeres sí pueden romper ese silencio y hablar y decir todo lo que quieren y lo que quisieron decir en su momento y no fueron escuchadas.

El tratamiento político también es fundamental en el caso. Estamos hablando de “hijos del poder”, de los ‘90 cómo funcionaba todo eso, que hoy por supuesto también tiene implicancia. Si no estuviera ese contexto, la historia sería otra. ¿Cómo fue el tratamiento en el documental? 

Lo que hicimos fue no darles voz a los asesinos. María Soledad no tiene ese espacio de voz porque la silenciaron. Entonces nosotros no quisimos darles un espacio de voz a ellos. Fue una decisión que tomamos casi antes de empezar te diría. Respecto del contexto, son cuestiones históricas también, ¿no? Lo tuvimos en cuenta, por supuesto.

Hablando del tratamiento de género, en las entrevistas sucede que muchas se conmueven. ¿Cómo fue para vos como directora y como mujer, poner el cuerpo ante esas situaciones?

Fue muy conmovedor para mí. Yo me involucro mucho con los proyectos y no con todo el mundo, por supuesto; una elige a quién le abre su mundo, su casa. Con Marilyn y Mónica me sentí muy identificada. Mónica fue fundamental para nosotros en todo lo que fue la producción y con la investigación. Fue la primera con la que tuvimos contacto y nos ayudó a llegar al resto de las chicas y la verdad es que siempre confió en nosotros. Incluso había mucha gente que le decía: «cuidado, después te van a soltar la mano». Y ella siempre nos acompañó y colaboró mucho con la película. Muchas amigas me mandaron mensajes muy hermosos.

La película muestra el estallido de Ni Una Menos. ¿Qué significa para las amigas ver esa continuidad del movimiento que de alguna forma ellas también iniciaron?

Las compañeras de María Soledad no se dieron cuenta que en aquel momento ellas estaban teniendo un acto de sororidad, igual que tampoco sabíamos que era un femicidio. Ellas actuaron de una manera muy inconsciente, pero que hoy podemos mirar con cierta perspectiva, como un hecho que hoy ya tiene nombre y apellido. Eso que pasó, marcó los primeros pasos.

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