El Partido Justicialista (PJ) puede ser una cáscara vacía o una formidable herramienta para transformar la realidad social en beneficio de las grandes mayorías. Esto ha quedado demostrado en su historia más reciente, principalmente desde la vuelta de la democracia en 1983 hasta el presente, cuando atravesó diferentes turbulencias vinculadas al contexto político-institucional de nuestro país. Pensar otro 17 de octubre -Día de la Lealtad- desde la adhesión más o menos estrecha del PJ a la doctrina peronista (basada en los principios de soberanía política, independencia económica y justicia social) puede ser una forma adecuada de aproximarnos al vínculo actual del peronismo con los acontecimientos históricos del 17 de octubre de 1945.
Esta fecha representa el hito fundacional del justicialismo, con las masas obreras y sus estructuras sindicales exigiendo la liberación del coronel Juan Domingo Perón -por entonces secretario de Trabajo y Previsión-. A partir de ese entonces y hasta la dictadura genocida de 1976, el peronismo resistió golpes de Estado, sufrió bombas y fusilamientos contra miles de sus militantes. Sin embargo, con la reinstauración democrática el comportamiento del Partido Justicialista resultó ambiguo a tal punto de generarse importantes fracturas al interior de esta estructura política-partidaria.
Los ´80
La derrota sufrida por el peronismo en 1983 -bajo la fórmula presidencial Luder/Bittel, que evidenciaba una fuerte presencia de la rama sindical- a manos de Raúl Alfonsín (UCR) abrió un período de intensos cambios dentro de la conducción del Partido Justicialista. Con Lorenzo Miguel -titular de las 62 Organizaciones Peronistas- en situación de desprestigio, surgieron nuevas voces dentro del PJ integradas fundamentalmente por gobernadores recientemente electos y figuras destacadas dentro del peronismo que habían sido marginadas, como era el caso de Antonio Cafiero. Este nuevo agrupamiento tomó el nombre de Renovación Peronista y propuso una modificación tanto en la cúpula dirigencial como en la ideología y las prácticas del partido, a tono con los cambios que Alfonsín había impuesto en el radicalismo.
El domingo 6 de septiembre de 1987 hubo elecciones en todo el país. Cafiero ganó la gobernación bonaerense y en esta oportunidad el PJ triunfó en 17 provincias, lo que significó un duro traspié político para Alfonsín y el radicalismo. Entre los triunfos peronistas en las provincias, figuraba el de Menem que había resultado electo gobernador de La Rioja por tercera vez. Las anteriores habían sido en 1973 y 1983. Bajo la promesa de «salariazo y revolución productiva», el riojano venció un año después en la interna del Partido Justicialista -donde votaron 1 millón y medio de afiliados- con el 53,94% y se impuso en 18 provincias sobre Antonio Cafiero. La clave de su victoria en la provincia de Buenos Aires estuvo en su acuerdo con Eduardo Duhalde, por entonces intendente de Lomas de Zamora y con fuerte influencia sobre los municipios de la tercera sección electoral bonaerense. En 1989 fue consagrado como presidente.
Los ´90
Rápidamente, el gobierno de Carlos Menem se orientó hacia un programa de tinte neoliberal en línea con los planteos del Consenso de Washington. Es por ello que, a principios de 1990, se conformó el llamado «Grupo de los Ocho» como primera oposición peronista a las privatizaciones y el desguace del Estado que llevó adelante el menemismo traicionando así el legado histórico de Perón. Este bloque parlamentario disidente estaba conformado por Germán Abdala, Darío Alessandro, Carlos «Chacho» Álvarez, Luis Brunati, Juan Pablo Cafiero, Franco Caviglia, Moisés Fontela y José «Conde» Ramos. Luego del acuerdo peronista peronista-radical conocido como «Pacto de Olivos», algunos de estos dirigentes conformaron el Frente Grande con el objetivo de recuperar las mejores tradiciones nacionales y populares y luchar contra la reacción neoliberal. Otro que se alejó del Partido Justicialista -allá por el año 1995- fue José Octavio Bordón, quien formó el partido «PAIS» (Política Abierta para la Integridad Social) y se unió al Frente Grande para conformar el FrePaSo (Frente País Solidario), realizando una interna abierta entre Chacho Álvarez y Bordón para elegir el candidato presidencial. Finalmente triunfó Bordón y el FrePaSo quedó segundo en las elecciones presidenciales de 1995, relegando a la UCR al tercer lugar. En 1997, el FrePaSo formó la Alianza junto con la Unión Cívica Radical con el objetivo de unir fuerzas para derrotar al PJ hegemonizado por el entonces presidente Carlos Menem.
Los 2000
Tras la caída del gobierno de la Alianza con el «Argentinazo» de 2001, el Partido Justicialista se convirtió en el principal garante de la institucionalidad. De Adolfo Rodríguez Saá a Eduardo Duhalde, el país estaba en llamas y se logró surfear una crisis económica y social para así convocar a nuevas elecciones presidenciales en 2003. El triunfo del santacruceño Néstor Kirchner sobre Carlos Menem dio lugar a un nuevo liderazgo político, que luego de convivir en los primeros tiempos con Duhalde empezó a tomar rasgos crecientes de autonomía con medidas audaces en materia económica y de derechos humanos. Las elecciones legislativas de 2005 expresaron un final de época en la provincia de Buenos Aires: el amplio triunfo de Cristina Kirchner (44% de los votos) sobre Chiche Duhalde dejó a la maquinaria electoral del PJ bonaerense en estado de acefalía. Tras el conflicto con las corporaciones agrarias, el kirchnerismo modificó la estrategia de la «transversalidad» y en 2008 Néstor Kirchner asumió como presidente del Partido Justicialista a nivel nacional.
2010-2020
El fallecimiento de Néstor en octubre de 2010 trajo cambios en la conducción del peronismo. Durante toda esta década, los gobernadores volvieron a tomar la posta: primero Daniel Scioli entre 2010 y 2014, luego Eduardo Fellner entre 2014 y 2016, y finalmente José Luis Gioja entre 2016 y 2021. Fueron tiempos en que el kirchnerismo en el poder logró importantes avances sociales, económicos y culturales para los sectores medios y populares. Sin embargo, el PJ mostró algunas divisiones principalmente a partir de la ruptura del sindicalista Hugo Moyano con el Gobierno. Con el triunfo de Mauricio Macri en 2015, hubo nuevas fugas y se intentó sin éxito -en un contexto de persecución política y judicial hacia Cristina Fernández- intervenir judicialmente el Partido, con Luis Barrionuevo a la cabeza. En 2017, Cristina convirtió al PJ en una cáscara vacía y lanzó su candidatura a senadora con el sello de Unidad Ciudadana, dejando en ridículo a Florencio Randazzo que obtuvo apenas el 5% de los votos en la provincia de Buenos Aires.
2020-
Entre marzo de 2021 y agosto de 2024, el presidente del Partido Justicialista fue Alberto Fernández. Durante su gestión, el PJ no logró amalgamar una programa de unidad que satisfaga a los diferentes sectores y además propiciara una salida a la crisis económica que dejó el gobierno de Mauricio Macri. Esto es lo que busca revertir Cristina Fernández, quien ahora decidió lanzarse a la presidencia del PJ para darle a la herramienta partidaria la centralidad que se merece. La ex presidenta lo definió como «el lugar más apropiado para desarrollar el continente que genere el contenido y que éste, además, tenga dirección y objetivos». Su único adversario, hasta el momento, es el gobernador riojano Ricardo Quintela, cuya candidatura quedó debilitada aunque cuenta con cierto respaldo en el interior e incluso de sectores disidentes a La Cámpora en la provincia de Buenos Aires.
Continuará…